Clarín

El amigo de Gates y dueño de un torneo al que las estrellas adoran

- mryan@clarin.com Mariano Ryan

A Bill Gates se lo ve todas las noches ocupar la misma butaca en el estadio 1 del Indian Wells Tennis Garden. Ni siquiera él es capaz de ignorar a los mejores tenistas del mundo cuando juegan cerca de su casa. Y lo pasa muy bien el cofundador de Microsoft y dueño de una de las mayores fortunas del mundo desde ese lugar. Así se lo vio, por ejemplo, disfrutand­o junto a Elisabeth Shue -la actriz de Karate Kid, Volver al Futuro, El Santo o Adiós a Las Vegas, entre otras tantas películase­l miércoles a la noche, en el partido que Holger Rune le ganó a Taylor Fritz. Dato: Gates no paga su entrada. El es invitado especial de Larry Ellison, cofundador de Oracle y otro multibillo­nario. Hace un tiempo estaban peleados. Hoy Ellison

-negocios son negocios- es el anfitrión de Gates en el torneo que compró en diciembre de 2009. Aunque no sólo se quedó con la plaza. Cómo dólares no le faltan también adquirió el complejo al que ninguna estrella quiere faltar en cada final del invierno estadounid­ense. ¿Y qué hizo este neoyorquin­o que no conoció a su padre biológico y que su madre se lo dio en adopción a una hermana cuyo esposo le dio su apellido y que con sólo 1.400 dólares en 1977 fundó junto a dos socios Laboratori­os de Desarrollo de Software, la empresa que años más tarde tomó el nombre definitivo de Oracle? Ellison transformó el torneo, agrandó sus dimensione­s, lo vistió de glamour y así logró desplazar a Miami para ser, después de los cuatro Grand Slams, la cita más importante del calendario para hombres y mujeres.

Fundador de Silicon Valley, en su pelea por el posicionam­iento empresaria­l y por su amistad con Steve Jobs fue enemigo declarado de Gates. Mansiones, autos de lujo, aviones, yates y hasta una de las islas de Hawaii le pertenece. Así como el ATP Masters 1000 y WTA 1000 que el puertorriq­ueño Charlie Pasarell y el sudafrican­o

Raymond Moore trasladaro­n en 1999 al pleno desierto, cerca de Palm Springs y a unas dos horas de Los Angeles.

Los jugadores dicen que allí los atienden como en ningún otro lugar en el mundo. Que todo lo tienen a su disposició­n. Y hacen cualquier cosa por Ellison. Tanto que Rune, Andrey Rublev, Alex de Minaur, Daniil Medvedev, Maria Sakkari y Ons Jabeur, por ejemplo, no dudaron en disfrazars­e para las redes sociales del torneo y ser vendedores de artículos de merchandis­ing y de pochoclo, cajeros o acomodador­es de autos en el estacionam­iento, por ejemplo.

Ellison ve los partidos. Y las cámaras siempre lo enfocan, claro. El dinero tiene un poder extremo...

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