Brasil, tensionado entre proteger la Amazonia y bombear más petróleo
Son objetivos contrapuestos. Pero los analistas afirman que deberán complementarse y evitar correr riesgos.
A través de la ventana de su oficina, el director de la compañía petrolera estatal de Brasil contemplaba el desordenado paisaje de Río de Janeiro. Atrás, al otro lado de los rascacielos de la ciudad, estaba la imponente estatua del Cristo Redentor. Columnas de humo se elevaban desde un incendio en una favela en la ladera de una colina.
Su empresa, Petrobras, planea un aumento tan rápido en la producción de petróleo que podría convertirse en el tercer mayor productor del mundo para 2030, una transformación que él cree ayudaría a reducir la pobreza que salpica su panorama. Esto, cuando su país se posiciona como líder en la lucha contra el cambio climático.
Petrobras ya bombea tanto petróleo crudo por año como ExxonMobil, según Rystad Energy, una firma de investigación de mercado. En los próximos años, se prevé que supere a las petroleras nacionales de China, Rusia y Kuwait.
Es un desafío para el presidente , Luiz Inácio Lula da Silva, quien se ha perfilado como el líder mundial en cuestiones climáticas. Lula cree que el cambio climático es un importante factor de pobreza y desigualdad, que ha prometido erradicar. Desde que fue elegido en 2022, redujo drásticamente la deforestación en el Amazonas y ha supervilos sado un desarrollo considerable de energía renovable.
Pero también preside el auge petrolero de Petrobras.Por muy contradictorio que parezca, es justo, dijo Jean Paul Prates, director ejecutivo de Petrobras.“No renunciaremos a esa prerrogativa porque otros no estén haciendo también su propio sacrificio”.
Es un argumento que atormenta los esfuerzos globales para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Los países industrializados como EE.UU., que se convirtieron en superpotencias de la mano de emitir enormes cantidades de gases de efecto invernadero, siguen siendo los mayores productores y consumidores de combustibles fósiles per cápita del mundo. Y si no paran, ¿por qué debería hacerlo Brasil?
Esa tensión ha dominado años de negociaciones sobre el clima y ocupará un lugar central este año en la cumbre de la ONU en noviembre en Azerbaiyán. Allí, los negociadores de casi todas las naciones del mundo abordarán el espinoso tema de cómo los países ricos pueden canalizar dinero hacia más pobres para ayudarlos a adoptar fuentes de energía más limpias y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Después de Azerbaiyán, el próximo anfitrión de la cumbre climática será Brasil. Se hará en Belém, una ciudad al borde del Amazonas, cerca de donde Petrobras propuso buscar petróleo. La empresa planea gastar más de US$ 7 mil millones los próximos cinco años en la exploración a lo largo de otros tramos de la costa de Brasil para aumentar su ya creciente producción. Petrobras proyecta internamente que la demanda de sus productos seguirá siendo obstinadamente alta. Brasil, para 2030 será el quinto mayor productor de crudo del mundo. Esa dinamica se refleja en el desmonte de tierra que si se redujo en Amazonas creció en el Cerrado, una vasta sábana que cubre un amplio sector del centro de Brasil.
“Tener ambas cosas es una gran parte del ADN político de Brasil”, dijo Oliver Stuenkel, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Fundação Getulio Vargas en Sao Paulo.
“Seremos una superpotencia verde, sí, pero no vamos a correr riesgos innecesarios. Eso significa prepararse para un mundo en el que el petróleo desempeñará un papel importante durante mucho tiempo.w
Brasil será en 2030 el quinto meyor productor de crudo