Maduro, proclamado oficialmente candidato con la oposición proscripta
El Congreso del Partido Socialista del régimen lo consagró en un acto este sábado. El líder del régimen busca un nuevo mandato. Para garantizar la victoria, la disidencia fue inhabilitada.
El régimen venezolano ya tiene candidato presidencial oficial, el líder del régimen Nicolás Maduro, quien buscará el próximo 28 de julio un nuevo mandato consecutivo con el camino liberado tras el exterminio político de toda la oposición relevante. Según las encuestas esas proscripciones son el único modo para que el chavismo pueda mantener el poder que retiene desde hace 25 a despecho de una crisis crónica que envuelve a las grandes masas del país.
El Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela refrendó la candidatura en un congreso este sábado. Ese movimiento dicen contar con más de cuatro millones de afiliados que fueron quienes, según la narrativa oficial, decidieron en asambleas populares la nominación. Una formalidad. Hace meses que Maduro era el candidato indiscutido y venía haciendo campaña incluso desde el año pasado, afirman fuentes políticas en Caracas.
Esta vez, sin embargo, apareció un problema mayor que en las ocasiones anteriores de comicios manipulados como en la elección de la Constituyente de 2017 o la reelección de Maduro el año siguiente. En ambos casos muy poca gente voto pero el régimen anunció mayoritarios respaldos. En 2019 EE.UU. y la UE impusieron duras sanciones económicas al país caribeño como reacción a esos fraudes.
El problema que desafía al régimen es la consolidación de un liderazgo opositor con una aplastante adhesión popular a la ex diputada María Corina Machado. En gran medida ese fenómeno se explica por el agotamiento del régimen y de su narrativa revolucionaria y también por el efecto del ajuste ortodoxo que impuso el régimen de la mano de la vicepresidente Delcy Rodríguez que dolarizó virtualmente la totalidad de la economía, resolviendo el desabastecimiento y el problema inflacionario, pero con un costo de vida que amontona en la pobreza y la indigencia a la mayoría de la población.
En un intento para recuperar el apoyo popular la nomenklatura levantó la bandera nacionalista y patriótica de la recuperación del Esequibo, un territorio en manos de la vecina Guyana, ex colonia británica. El reclamo de soberanía sobre ese espacio se remonta a décadas de historia venezolana, pero el tema nunca figuró en la agenda del chavismo. Sin embargo, en cuestión de semanas, a fines del año pasado, el régimen elevó el tema al tope de sus prioridades, proclamó la demanda de que el Esequibo, rico en petróleo, gas, minerales y madera, pase a convertirse en una provincia de Venezuela, nombró a un gobernador militar y despachó un destacamento sugiriendo una toma por la fuerza que apremió al gobierno guyanés que pidió ayuda a EE.UU. y al Reino Unido.
Maduro y sus aliados en un pico central de la estrategia llamaron a un referendo de cinco puntos para que los venezolanos decidan si avalan la anexión del Esequibo. La intención era que el duelo territorial funcionara como un gatillo nacionalista que permitirá al régimen recuperara el apoyo perdido.
La votación se hizo el domingo 3 de diciembre, pero la cita acabó en un fracaso humillante. Los colegios estuvieron vacíos la mayor parte del día. La gente no le creyó a Maduro. Votó menos del 10% de los 20,6 millones de electores registrados. Un número muy por debajo de los disciplinados participantes en la interna de junio de 2023 que coronó a Corina Machado con más de 90 por ciento de los respaldos.
Constituyó “una desoladora prueba de aceite para el régimen”, le dice un diplomático latinoamericano a Clarín. No mucho antes, en 2022, la autocracia tuvo un anticipo cuando recibió un duro sopapo en Barinas, el Estado natal de Chávez, donde ganó la oposición. Con el agravante de que la Corte Suprema, alineada con el Palacio de Miraflores, anuló esa elección y ordenó repetirla. Nuevamente y con otras
figuras ganaron los opositores. La desorientación por el efecto autoflagelante del referéndum fue tal que el madurismo informó primero que votaron dos millones de venezolanos. Cuando se cayó en la cuenta de la insignificancia, aclararon que se trataba en realidad de dos millones por cada una de las cinco preguntas, es decir diez millones de votantes.
En el medio de estos sucesos, en octubre último, el gobierno de Joe Biden había decidido levantar por seis meses las sanciones norteamericanas contra Venezuela tras los acuerdos del régimen con la oposición en Bermuda que supuestamente abrirían el camino a elecciones trasparentes. El pacto incluía la liberación de los presos políticos y el levantamiento de las inhabilitaciones a la dirigencia política. Washington, a cambio, entregó además al “empresario” Alex Saab Morán, un colombiano que fue socio de Maduro y de otro colombiano, Álvaro Enrique Pulido Vargas, en una “empresa” basada en México, la Group Grand Limited (GGL), que logró contratos millonarios con el chavismo, entre ellos la producción de la bolsa alimentaria CLAP para los sectores más pobres.
Maduro iba a cumplir con al menos parte de las condiciones pactadas si lograba revivir los apoyos populares y garantizar su permanencia. El fracaso de la maniobra con el Esequibo redujo la influencia de los sectores acuerdistas, entre ellos la vicepresidente y el poder estratégico pasó al halcón Diosdado Cabello, vicepresidente del partido gobernante, un ex capitán del ejército que planteó como única salida imitar el formato de la dictadura nicaragüense de Daniel Ortega, que se mantiene en el poder tras eliminar a toda la oposición.
Ese método es el que se ha venido imponiendo las últimas semanas. El Supremo ratificó la proscripción a Corina Machado y otros líderes de la disidencia y la policía política, el SEBIN, arrestó a los principales colaboradores de la candidata, derivados al Helicoide, una cárcel y campo de concentración del estilo de la Esma argentina durante la dictadura .
Machado insiste que desafiará la proscripción y continuará en campaña. El régimen la ha advertido que no puede hacerlo y la preocupación sobre su destino está creciendo respecto a la posibilidad de que también sea arrestada como hizo Ortega con su principal contendiente, Cristiana Chamorro, amplia favorita en su momento para ganar las elecciones.w
La líder opositora María Corina Machado insiste que impugnará la proscripción