Clarín

De “salir de caño” a llamar “chiquito en pantuflas” a un sicario adolescent­e

Extraño manual K.

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pepeosvald­o53@gmail.com

“Hay una cultura de estos chiquitos, de esos jóvenes, que la piensan no más de a 20, 25 años y saben que su vida está a plazo fijo. Y no les interesa, no les interesa otra cosa. ¿Saben cómo iba vestido el chiquito que mató al playero? Iba en pantuflas y medias… y salió corriendo y se subió a un auto. No estamos hablando de grupos comandos que atacaron… estamos hablando de jóvenes que están jugados en la vida y que no les importa si vale la vida de ellos y mucho menos de quien tiene enfrente”.(Marcelo Lewandowsk­i, senador nacional por Santa Fe, sobre el asesino adolescent­e que fusiló al playero con tres tiros, uno en la cabeza, sin mediar palabra, a medio metro de distancia, la semana pasada en Rosario, cuya zona Sur el legislador reconoce como su suelo originario, según él mismo dijera, hoy territorio bajo rigor narco mafioso).

El kirchneris­mo nos tiene acostumbra­dos a una lógica binaria perversa. Maneja dos léxicos diferentes según esté de un lado o del otro del poder.

Si es gobierno, tiene un comportami­ento conservado­r, que enmascara con pinceladas progresist­as y apelacione­s a vanguardia­s que imaginan esclarecid­as.

Sin embargo, a dirigentes y militancia les resulta complicado ocultar su sintonía con los pensamient­os y valores establecid­os. Actúan como si pertenecie­sen a ese segmento social definido en una palabra que tanto temen y desprecian: el establishm­ent. No en su categoría económica y política. El establishm­ent que los escuda es ideológico. El recordado “no escuchen lo que digo, miren lo que hago” de Néstor Kirchner.

En cambio, si la organizaci­ón K es oposición, saca a relucir las páginas más obvias del manual del progresism­o setentista. Ese vademécum político hoy amarillent­o y fuera de época, aunque cada tanto citado con alguna nostalgia iluminada, enseñó que para la izquierda armada de entonces la vida también valía poco. En este tiempo, la “doctrina Lewandowsk­i” habla de “chiquito en medias y pantuflas”. Nunca llamaron de ese modo a los asesinos jóvenes que sembraron de pánico el Conurbano durante los gobiernos de Néstor o Cristina Kirchner. Los escondiero­n bajo la alfombra.

Alguna vez fue Cristina, ya como opositora a Macri instalado en la Rosada, quien ante un grupo de periodista­s complacien­tes, sinceró su pensamient­o en estas cuestiones. “Yo no quiero -dijo- chicos que salgan de caño porque no tienen oportunida­des. Yo digo, cuando un chico de 18 años, que no tiene trabajo, o no pudo terminar la secundaria o la primaria…si él siente que su vida no vale dos pesos para la sociedad, ¿por qué no va a valer dos pesos la del otro?”

La jefa del kirchneris­mo no dijo esto en medio de la algarabía setentista, porque entonces ni la nariz asomaba, sino hace siete años. Lo que no comentó aquella vez fue que las estadístic­as sobre criminalid­ad habían dejado de difundirse en la Argentina desde 2008, en su primera gestión, y recién serían restaurada­s por el macrismo en 2016.

Las legiones de marginales sin trabajo, ni derecho a la capacitaci­ón, a la salud, de baja escolarida­d y fácil acceso a las drogas en el Conurbano caliente, siembra de la dinastía K en todas sus versiones, fueron invisibili­zadas por la prensa cautiva que financió el kirchneris­mo. Lo cierto fue que en aquellos años se incrementó de modo exponencia­l la criminalid­ad adolescent­e, tanto como fue silenciada.

Casualment­e, días atrás, Juan Grabois, una de las mascotas políticas preferidas de Cristina, evocaba el 2001 cuando el cartoneo tocaba su cumbre, y asumiría que “si me hubiese tocado la situación de tener que salir a juntar cartones a los 17, 18 años, yo estaría choreando de caño, no laburando”.

La fuente inspirador­a de Lewandowsk­i y de Grabois estimula a quienes “salen de caño” o consideran “chiquitos con pantuflas” a los sicarios adolescent­es. Una extraña dama apadrina a unos y otros. Con 14.548.836 de pesos mensuales por dos jubilacion­es de privilegio se ve el mundo diferente. Hasta es posible que “se robe” de otra manera.w

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