Clarín

¿En serio crees que la vida sana te hace más feliz?

- Dalia Gutmann Comediante Dalia Gutmann es autora y se dedica a la comedia. Sus shows en teatro son un shock de alegría. En las redes la encontrás como @daliagutma­nn

Apartir de los 40, queridos jovencitos que pueden llegar a leer esta columna, sucede algo tremendo: tu panza se pone muy quisquillo­sa y todo te empieza a caer mal.

Pero no ese mal de cuando vas a un cumpleaños y comiste muchos chizitos. Mal como si tuvieras una roca en la panza que te ancla, que no te deja mover con fluidez, que te invita un poco a anular tu vida social porque te dan ganas de quedarte en tu cama, o en tu inodoro, o en algún lugar donde tu cuerpo se pueda expresar sonorament­e en libertad sin que nadie te juzgue ni comente.

Y tus amigas te tiran “tips” para que te sientas mejor. “Shhhhooo, desde que dejé las harinas, me siento bárbara…, porque las harinas son el demonio, y por eso estamos todos inflamados”.

Puede ser que el “discurso antiharina” te atraiga y por un momento lo consideres. “¡Sí, es verdad! ¡tengo que terminar con el flagelo de la harina!”.

Pero la fuerza de voluntad es difícil de sostener cuando te aparece una panera hermosa enfrente, y que “llevátela, no mejor dejámela”. Porque uno quiere desinflama­rse, pero también quiere ser feliz.

Así que gracias amigas por los consejos, pero no estoy psicológic­amente preparada para llevar una vida sin pan.

También escuchás consejos de influencer­s de vida sana, que fingen que hacer sus tip es “refácil”.

Pero todos sabemos que nada es mas difícil en el mundo que ser una persona disciplina­da que no se deje arrastrar por las tentacione­s de la gula y la pereza.

Y te dirán de mil maneras posibles que hay que limpiar la microbiota o la flora intestinal, o como se llame, que parece es nuestro segundo cerebro o algo así, y que necesita resetearse, así que ahora la que va, es el AYUNO INTERMITEN­TE, y que cuando te levantás, tenés que estar no sé cuántas horas sin comer, y…

¿Cómo? ¿No era que desayunar era lo más importante en la vida y que hay que hacerlo como un rey y todo eso?

Bueno, parece que ahora no. El problema es que a mí me hablás de ayuno y me da hambre. Y angustia. Y como ya dije, quiero ser feliz. Entonces queda descartado también, lo del ayuno intermiten­te.

Además quiero estar fuerte, porque como nos ametrallan en las publicidad­es de la tele, hay que estar siempre arriba, enérgicos.

Yo tengo una teoría: y es que la programaci­ón de la tele te tira casi todo el tiempo informació­n angustiant­e, “paranoique­ante”, que te hace replantear todo esto de amar la vida… Te llena de preocupaci­ón, de miedo, de tensión.

Y después va a la tanda y te clava una publicidad tras otra de pastillas para la contractur­a, el dolor de cabeza, el insomnio, y toda una rueda de “quiero morir y quiero resucitar” constante.

Pero llega un día en el que decís “¡basta!”. En que el amor propio se apodera finalmente de tu ser y te dice “aflojá con la boludez y andá médico. ¡Tómese en serio señora!”. Y visitás al gastroente­rólogo. Una persona que sabe, que estudió.

Y puede que te pase como a mí, y te toque uno que está fuerte, y te enamores un poco durante la consulta porque los médicos tienen ese “qué se yo” de saber cosas del funcionami­ento de tu cuerpo que vos no.

Pero el coqueteo con el gastroente­rólogo es insostenib­le, porque en algún momento te va a hacer LA pregunta “¿Y tu caca cómo es?”

Bueno, bueno… No se si te quiero contar… pero es el gastroente­rólogo y le vas a tener que contestar.

Y después te va a preguntar cuáles son tus hábitos alimentici­os.

Y te va a decir cosas que ya sabés pero que no tenés la entereza de sostener: que la gaseosa no, que el chicle te llena de aire, que ojo con los embutidos, los fritos, el alcohol, y se las va a agarrar con un montón de cosas que te encantan.

Y seguro en algún momento se la va a agarrar también con el mate, y con el mate no, porque antes de dejar el mate prefiero estar muerta, ¡con el mate no te metas!

Y después del ataque de rebeldía decidís que bueno… que es hora de hacer algunas cosas para sentirte mejor…

Creo que estar sana debe ser un poco eso: poder decirle que no a lo que nos encantaría decirle sí, porque sabemos que nos daña. Aunque cada tanto -cuando el cuerpo lo pide-, entregarno­s a ciertos placeres que no son de lo mas saludables, también es bastante saludable.

Gracias por los consejos, amigas, pero no estoy psicológic­amente preparada para llevar una vida sin pan” Seguro que el gastroente­rólogo se la va a agarrar con el mate, pero antes de dejar el mate prefiero estar muerta”

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MARIANO VIOR
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