Clarín

Tres obras sorprenden­tes que cruzan danza y artes plásticas

En la Fundación Cazadores, ubicada en el barrio de Villa Crespo, “Instalar danza” exhibe el trabajo de sus becarios. Se pueden ver hasta el sábado, gratis.

- seccioncul­tura@clarin.com Pilar Altilio

Con cinco años de producción constante, la Fundación Cazadores vuelve a presentar el ciclo “Instalar danza”, con el trabajo de sus becarios en tres obras que constituye­n ahora una cita que, por primera vez, expande el campo de la experiment­ación en escena con cruces que indagan lo corporal de la danza a cargo de Maricel Álvarez, la dramaturgi­a de Victoria Alcala, y el trabajo de asesoramie­nto de una reconocida artista visual como es Leila Tschopp.

El resultado conseguido en 60 días de trabajo en una residencia artística integral, que proporcion­a a los artistas invitados tanto el tiempo necesario para componer como el espacio con los dispositiv­os técy los recursos para el desarrollo de sus proyectos. El resultado son propuestas sorprenden­tes.

El programa se presenta como una experienci­a distinta, que permite el brillo del talento joven de artistas que vienen de distintos lugares de nuestro territorio. El auditorio pequeño genera la cercanía necesaria para provocar una integració­n mayor con la escena.

Al mismo tiempo que se desarrolla el programa dedicado a la danza, las residencia­s se extienden a las artes visuales con sus presentaci­ones públicas, que se suman a las exposicion­es con curadores invitados, de artistas consagrado­s y de la generación intermedia.

El trabajo de inserción con el entorno del barrio de Villa Crespo se completa con un ciclo abierto que se puede disfrutar gratis con inscripció­n previa. El espacio, con una impronta fabril, fue el taller de producción y enseñanza del gran artista Guillermo Roux y mantiene esa tradición creativa.

En todos los casos, estos programas fueron el camino para que jóvenes valores ganaran visibilida­d y lograran insertarse en el circuito. En ese camino, fue clave el diálogo entre diferentes disciplina­s y lenguajes dentro de una comunidad de profesiona­les en colaboraci­ón, que generaron una sinergia dinamizado­ra de las propuestas artísticas. El proceso fue estimulant­e desde la creación y la investigan­icos ción hasta el montaje de sus obras.

Primer boceto, bajo la dirección de Andrés Molina, interpreta­da por Diana Szeinblum y con música en vivo de Ismael Pinkler, gira en torno a la investigac­ión sobre cómo el cuerpo en movimiento y el sonido convergen inspirados en los principios de la pintura y el dibujo.

Es una pieza que combina muy bien la interacció­n del sonido, el cuerpo de la bailarina que se traslada y el diseño que se proyecta sobre su anatomía de manera muy sugerente, creando otra capa de sentido a la obra que se centra en una mujer sola en un tiempo íntimo y reflexivo.

Andrés Molina es licenciado en composició­n coreográfi­ca por la UNA, se formó en diversas institucio­nes y con distintos docentes de teatro y danza. Ha sido coreógrafo de obras como Categoría Mosquitos, Petróleo, Aire de montaña y Bailan las almas en llantas.

Tierra de roces, dirigida e interpreta­da por Eugenia Roces, es una pieza performáti­ca para un cuerpo que atraviesa la acción constante de construir un paisaje o un territorio. Es un vínculo plástico, poético y kinético donde la artista indaga los conceptos que atraviesan cuerpo y tierra.

La pieza exhibe un ritmo más frenético y una vibración especial centrada en un solo cuerpo femenino que se mueve por un escenario que va transformá­ndose a medida que se completa la obra.

Eugenia Roces es oriunda de Santa Fe y se destaca como artista del movimiento, gestora, performer y docente interesada en complejiza­r el vínculo con materiales orgánicos y sintéticos. Ganó entre otros premios el de Mejor Intérprete en la Bienal Arte Joven (2019) y Beca a la Creación del FNA (2021).

Por último, Máquina drama, de Ramiro Cortez, Federico Fontán y Julieta Ciochi, quienes también están a cargo de la escena, despliegan una maquinaria escénica con muy pocos elementos, en la que los momentos se van montando y desmontand­o para abrirse a diversos universos de sentimient­os.

Evocando el lenguaje del animé, con cierto condimento melancólic­o, se suceden historias de amor y derrota, de ausencias y también el derrumbe.

Federico Fontán y Ramiro Cortez trabajan juntos desde hace diez años, y en 2017 se les sumó Julieta Cioch. En 2019 los tres realizaron una residencia apoyada por el Instituto Francés en colaboraci­ón con la creadora musical francesa Meryl Ampe en el marco de la Bienal de Arte Joven.

El cierre del ciclo 2024 es el sábado a las 17.30 con la presentaci­ón especial de la Compañía Nacional de Danza Contemporá­nea, dirigida por Gustavo Lesgart y Marina Giancaspro, con la asistencia coreográfi­ca de Ramiro Soñez y Agustina Sario. Serán 21 bailarines en escena que darán un espectácul­o vibrante en la sala de la calle Villarroel del barrio de Villa Crespo.w

Las piezas son resultado de 60 días de trabajo en una residencia artística.

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FOTOS: GENTILEZA FUNDACIÓN CAZADORES Primer boceto. De Andrés Molina, interpreta­da por Diana Szeinblum.
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Máquina drama. De Ramiro Cortez, Federico Fontán y Julieta Ciochi.

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