Clarín

Pecado mortal: una megaestrel­la porno sin potencia ni picante

La falta de profundida­d y vigor es el pecado de “Supersex” (Netflix), ficción italiana que cuenta la vida del héroe del cine para adultos Rocco Siffredi.

- Diego Jemio Especial para Clarín

Dos escenas iniciales que definen el espíritu de Supersex: un niño llamado Rocco Tano descubre (por primera vez) un cómic para adultos; queda atrapado por esas páginas eróticas, a las que vuelve una y otra vez. Luego, su hermano mayor le da la siguiente máxima: “Los hombres y las mujeres tienen dinamita entre las piernas. Quien controla eso controla todo...”. Así comienza la nueva serie sobre la vida de la gran estrella del porno Rocco Siffredi.

La producción italiana de Netflix, que tiene siete episodios de 50 minutos, comienza en 2004 durante una convención de cine para adultos en París. Allí, por supuesto, la gran estrella es Siffredi, al que presentan como “el hombre que logró que el porno fuera real y que hizo del porno su vida”. Él, aturdido por la fama y la multitud, declara para el asombro de todos: “Ya no haré más porno”.

El resto de los episodios son saltos temporales que van del Rocco niño en Ortona (Italia), su pequeña ciudad natal, a la vida en París donde comenzó trabajando en un restaurant­e, y su llegada rutilante al cine de Hollywood sin hablar una palabra de inglés. Todo matizado, obviamente, con escenas de sexo que pintan a Rocco como un animal. “No sabés lo que son los sentimient­os. Penetrás, te vaciás, te vas”, le recrimina una mujer en uno de los episodios.

La creación de Francesca Manier se sostiene por la elegancia de sus escenas de sexo y por las buenas interpreta­ciones de Alessandro Borghi y Adriano Giannini, en los roles de Rocco y su hermano Tommaso, respectiva­mente.

Los episodios plantean algunas cuestiones interesant­es sobre la industria del porno, a las que no terminan de desarrolla­r ni de hincarles el diente con la profundida­d que se merecen. Por ejemplo, las quejas de las mujeres -sus compañeras de trabajo- por su brusquedad en las escenas, y la falta de prevención contra el VIH y las enfermedad­es de transmisió­n sexual.

En cambio, dedica largos minutos en los episodios al vínculo tóxico y desgastant­e de Rocco con su hermano, un hombre con problemas de alcoholism­o que se dedica a manejar bares y restaurant­es. Esas escenas, junto al uso excesivo de la voz en off con reflexione­s dizque profundas y poéticas sobre el amor y el deseo, le quitan fuerza a una serie que también sufre tropiezos narrativos y languidece en los últimos episodios.

Si Siffredi fue quien hizo que el porno fuera más real, acá no se ve.

“Rocco, el pene más grande del mundo”, le dicen todos al verlo, como una forma de halago. Si Siffredi fue el hombre que hizo que el porno fuera más real, esta serie no lo muestra. Se pierde en las elucubraci­ones en off (“les damos más que sexo; les damos deseo y la libertad de desear”), en la disyuntiva del sexo con o sin amor y en el entramado familiar, que se vuelve repetitivo con un hermano al que amaodia y una madre que quería un hijo sacerdote o, al menos, capaz de enamorarse de una mujer.

“Sabés coger, pero no hacer el amor”, le dice una mujer a Rocco en una de las escenas finales, cuando todo se va edulcorand­o y surge la idea del hombre que parece que lo tiene todo pero le falta algo. Es paradójico que la historia del gran Siffredi se transforme en algo soso, sin vigor ni fuerza.w

 ?? ?? Presencia. Con su actuación como Rocco Siffredi, Alessandro Borghi hace todo lo que puede para sostener esta deslucida serie biográfica.
Presencia. Con su actuación como Rocco Siffredi, Alessandro Borghi hace todo lo que puede para sostener esta deslucida serie biográfica.

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