Sin un paro en agenda, la CGT baja la tensión con el Gobierno
Mantuvo contactos con Julio Cordero, el nuevo secretario de Trabajo, para abrir un canal de diálogo. Busca destrabar la homologación de las paritarias.
El escenario de alta tensión y furioso enfrentamiento que dominó el vínculo entre la CGT y Javier Milei desde su llegada a la Casa Rosada parece haberse atenuado un poco durante los últimos días. En la opinión de buena parte de los caciques sindicales algunas señales alimentan cierta expectativa de poder entablar "una sintonía diferente" en la relación con el Gobierno. Ese horizonte, aún prematuro, se sustancia puntualmente en el desembarco de Julio Cordero, el abogado del grupo Techint, al frente de la Secretaría de Trabajo en reemplazo del despedido Omar Yasín. “Oxigenó un poco (el recambio de funcionarios), pero todavía falta mucha tela para cortar”, aseguran con prudencia desde la cúpula sindical, donde las críticas y el malestar contra las políticas y decisiones de la administración libertaria siguen todavía lejos de apaciguarse.
Cordero es un viejo conocido para los jefes cegetistas. “Hay una interacción y trabajo compartido por años”, señalaron varios de los gremialistas que lo llamaron la semana pasada apenas trascendió su nombramiento para suceder a Yasín, con quien la mayoría de los dirigentes ni llegó a compartir un solo encuentro. Interpretan que el nuevo funcionario tiene más juego propio y margen de maniobra que su antecesor, y en algunos casos lo emparentan con el espacio “más sensato” de la administración libertaria, que referencian en la figura del ministro del Interior, Guillermo Francos.
Por eso en las charlas informales que compartieron en los últimos días algunos dirigentes le propusieron a Cordero habilitar una
La CGT pide a Cordero homologar las paritarias frenadas.
instancia de diálogo para encarar en conjunto el debate de los principales ejes de la agenda laboral. Y le recordaron incluso el espíritu en favor de la negociación que junto al propio Francos transmitieron a la CGT en un encuentro reservado (el único) que compartieron en diciembre pasado, días antes del anuncio del mega DNU 70/23, que detonó todos los puentes en el vínculo cegetista con la Casa Rosada. “Prometió que vamos a conversar, que él es el mismo de siempre”, le dijo a Clarín uno de los sindicalistas que habló con Cordero.
Entre los grupos dominantes de la jefatura sindical (los "gordos" de los grandes gremios de servicios y los "independientes" que abarcan a la UOCRA, UPCN y Obras Sanitarias) confían en la posibilidad de un encuentro inminente con el flamante funcionario. Héctor Daer y Andrés Rodríguez, dos referentes de esos espacios, ofrecieron la semana pasada un gesto llamativo en favor del diálogo con el Gobierno al plantear en una importante vidriera empresaria su disposición a conversar una reforma laboral.
No fue el único guiño de la CGT: pese a las insistentes amenazas de Pablo Moyano y la ebullición creciente entre los gremios del transporte, la central mantiene firme su decisión de no avanzar con la convocatoria a un nuevo paro general contra Milei después de haber concretado el 24 de enero la huega más rápida declarada contra un gobierno desde el retorno de la democracia. En cambio, apuestan por la amplificación de los conflictos sectoriales como los que se extendieron en las últimas semanas en diversas actividades. Y en lo que resta de marzo y hasta finales de abril escalará la temperatura de esa conflictividad sectorial.
La negociación paritaria y las complicaciones en su dinámica la explican. La enorme mayoría de los acuerdos salariales firmados desde enero en el sector privado no fueron homologados por Trabajo y, como denunciaron decenas de gremios en las últimas semanas, en múltiples sectores los aumentos pactados no se están pagando. Cerca de la saliente gestión de Yasin justificaron la no homologación en una decisión explícita del ministro de Economía, Luis Caputo: no validar aumentos mayores al 14% en marzo y 9% en abril.
Ahora en la CGT buscarán aprovechar el acercamiento con Cordero para destrabar esos acuerdos. “Hay expectativa positiva, pero si no hay gestos del otro lado, no hay diálogo posible”, advirtió otro gremialista . ■