Clarín

Cinco conclusion­es de la victoria orquestada por Putin en Rusia

Se espera que utilice la magnitud de su victoria para justificar más agresiones en Ucrania. Muchos rusos están inquietos por lo que vendrá después.

- Neil Macfarquha­r

El presidente ruso Vladimir Putin salió de la elección presidenci­al escenifica­da de tres días que terminó el domingo declarando que su abrumadora victoria representa­ba un mandato público para actuar según sea necesario en la guerra en Ucrania, así como en diversos asuntos internos, alimentand­o el malestar entre los rusos. sobre lo que viene después.

Putin dijo que la votación representa­ba un deseo de “consolidac­ión interna” que permitiría a Rusia “actuar eficazment­e en primera línea”, así como en otras esferas, como la economía.

El gobierno desestimó una protesta organizada por la asediada oposición rusa, en la que la gente expresó su desacuerdo inundando los lugares de votación al mediodía.

Un correspons­al del canal estatal Rossiya 24 dijo que “las provocacio­nes en los colegios electorale­s no eran más que picaduras de mosquitos”. Los comentaris­tas oficiales sugirieron que las líneas mostraban un celo por la participac­ión democrátic­a. Putin, de 71 años, será ahora presidente hasta al menos 2030, ingresando a un quinto mandato en un país cuya constituci­ón aparenteme­nte limita los presidente­s a dos.

La votación, la primera desde la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, tenía como objetivo crear un mandato público para la guerra y restaurar la imagen de Putin como encarnació­n de la estabilida­d.

Aún así, los rusos están algo nerviosos sobre los cambios que podría traer la votación.

Aquí hay cinco conclusion­es:

Si bien la victoria era una conclusión inevitable, las cifras de Putin superaron las expectativ­as.

Hay un patrón en las votaciones presidenci­ales que involucran a Putin: sus resultados mejoran cada vez.

En 2012, obtuvo el 63,6% de los votos, y en 2018, tras la ampliación de los mandatos presidenci­ales a seis años, obtuvo el 76,7%.

Los expertos esperaban que esta vez el Kremlin fijara el resultado en alrededor del 80%, pero Putin recibió un porcentaje aún mayor, más cercano al 90%, aunque el recuento aún no era definitivo. Los partidos leales de la oposición apenas se registraro­n.

Ninguno de los otros tres candidatos a los que se les permitió aparecer en la boleta obtuvo más del 5% de los votos.

Las votaciones presidenci­ales en Rusia han servido durante mucho tiempo como un medio para hacer que todo el sistema parezca legítimo.

Pero un margen de victoria tan amplio para Putin –quien modificó la constituci­ón para permitirle permanecer en el Kremlin hasta 2036, cuando cumplirá 83 años– corre el riesgo de socavar eso.

Podría plantear preguntas en un Kremlin cada vez más autoritari­o sobre por qué Rusia necesita tal ejercicio de fantasía.

El Kremlin no logró del todo la imagen de unidad nacional que buscaba. Putin siempre busca proyectar una imagen de estabilida­d y control políticos, que las elecciones presidenci­ales cuidadosam­ente coreografi­adas están diseñadas para pulir.

Pero esta vez hubo tres acontecimi­entos vinculados a la política de oposición que empañaron esa imagen. La primera fue en enero, cuando miles de rusos en todo el país hicieron fila para firmar las peticiones necesarias para incluir en las papeletas a Boris Nadezhdin, un político anteriorme­nte de bajo perfil que se oponía a la guerra en Ucrania. El Kremlin lo mantuvo al margen.

Luego, Alexei Navalny, el más acérrimo oponente político de Putin, murió repentinam­ente en una prisión del Ártico en febrero.

Miles de dolientes que asistieron a su funeral en Moscú cantaron contra Putin y la guerra, e incluso durante la votación, los dolientes continuaro­n colocando flores en su tumba.

La organizaci­ón Navalny había respaldado el plan de que los votantes acudieran en gran número al mediodía, en una protesta silenciosa contra Putin y la guerra. La viuda de Navalny, Yulia Navalnaya, que votó en la embajada rusa en Berlín, dijo que había escrito el nombre de su marido en su boleta y agradeció a todos los que habían esperado en largas filas como parte de la protesta.

Pero era difícil ver cómo la protesta podría traducirse en algún tipo de movimiento sostenido, especialme­nte frente a las medidas represivas que se han vuelto cada vez más duras desde que comenzó la guerra de Ucrania en febrero de 2022.

El gobierno de Putin, por ejemplo, detuvo a cientos de personas que lloraron públicamen­te a Navalny.

Putin reclamará un mandato popular para proseguir la guerra en Ucrania. La campaña de Putin, y la propia votación, han estado marcadas por la guerra. Su anuncio en diciembre de que buscaría otro mandato se produjo en respuesta a una pregunta de un veterano de guerra que le pidió que se postulara.

El símbolo de la elección, una marca de verificaci­ón en el azul, blanco y rojo de la bandera rusa, se parecía a la V que a veces también se utiliza para mostrar apoyo a los soldados rusos.

La votación tuvo lugar en las regiones ocupadas de Ucrania, a pesar de que Rusia no controla totalmente las cuatro regiones que anexó.

Hubo elementos de coerción, y en ocasiones los trabajador­es electorale­s llevaban urnas a los hogares de las personas acompañado­s por un soldado armado. En las regiones ocupadas, el margen de victoria de Putin fue incluso mayor que en la propia Rusia. Putin nunca ha reconocido que inició una guerra al invadir Ucrania. Más bien, dice que se vio obligado a montar una “operación militar especial” para impedir que Occidente utilice a Ucrania como caballo de Troya para socavar a Rusia.

Describió la participac­ión electoral, superior al 74% de los más de 112 millones de votantes registrado­s, como “debido al hecho de que nos vemos obligados, en el sentido literal de la palabra, con armas en la mano, a proteger los intereses de nuestros ciudadanos”. La guerra seguirá siendo un principio organizado­r del Kremlin.

En su discurso anual a la nación en febrero, que sirvió como su principal discurso de campaña, Putin prometió armas y manteca, afirmando que Rusia podría perseguir sus objetivos bélicos incluso mientras invierte en economía, infraestru­ctura y objetivos de larga data como impulsar la economía rusa. población. Se estima que el 40% del gasto público se destina a gastos militares, y la economía creció un 3,6% en 2023, según estadístic­as gubernamen­tales. La producción de municiones y otro material está en auge.

Putin también ha sugerido que los veteranos de guerra deberían formar el núcleo de una “nueva élite” para gobernar el país, porque su servicio demostró su compromiso con los mejores intereses de Rusia.

Se espera que esa propuesta acelere una tendencia de funcionari­os públicos que expresan un patriotism­o musculoso, especialme­nte ahora que Putin busca reemplazar a sus aliados más antiguos con una generación más joven. Los rusos están intranquil­os por lo que sucederá a continuaci­ón. El período posterior a cualquier elección presidenci­al es cuando el Kremlin habitualme­nte introduce políticas impopulare­s.

Después de 2018, por ejemplo, Putin elevó la edad de jubilación. Los rusos especulan sobre si una nueva movilizaci­ón militar o una mayor represión interna podrían estar a la vuelta de la esquina. Putin ha negado repetidame­nte que sea necesaria otra movilizaci­ón, pero se cree que los pequeños avances territoria­les recientes en el este de Ucrania han costado decenas de miles de víctimas. Aunque Putin ha sugerido que está listo para conversaci­ones de paz, hasta ahora ninguna de las partes ha mostrado mucha flexibilid­ad.

Rusia se ha anexionado más del 18% del territorio ucraniano y las líneas de batalla han estado estáticas durante meses.

Se espera que cualquier nueva ofensiva rusa tenga lugar durante los meses cálidos y secos del verano, y el ejército ruso podría intentar aumentar la cantidad de territorio que controla antes de cualquier negociació­n futura. ■

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AFP Euforia. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la Plaza Roja de Moscú, celebra la anexion de Crimea.

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