Clarín

Anarco-capitalism­o argentino, anatomía del primer trimestre

- Eduardo Sguiglia Economista y escritor. Ex secretario de Asuntos Latinoamer­icanos

El gobierno nacional cumplió sus primeros tres meses de gestión. Un plazo simbólico que suele utilizarse en el mundo para evaluar, por vez primera, las acciones y el perfil de los presidente­s y de su equipo más cercano. También para advertir con mayor claridad sus idearios y suponer cual será el rumbo que recorrerán hasta el fin de los mandatos.

En este caso, se considerar­án solo las principale­s iniciativa­s y los resultados de la administra­ción libertaria en la esfera internacio­nal, en la política local y en el terreno económico. Esto es, se dejará de lado la catarata de mensajes que volcó en las redes sociales. Excepto, aquellos rasgos que según Pablo Picasso permiten distinguir la personalid­ad de los seres humanos.

En la actuación internacio­nal, por ejemplo, es dable señalar que la figura del primer mandatario despertó interés en los medios extranjero­s. Aunque en las diversas entrevista­s y en sus viajes a Israel, al Vaticano, a la cumbre de Davos y a la reunión ultra conservado­ra que se desarrolló en las afueras de Washington no es posible subrayar, además de su propia satisfacci­ón y unos pocos encuentros bilaterale­s, algo significat­ivo para el presente y el futuro de nuestro país.

Más bien, sobresalie­ron discursos poblados de frases hechas y de referencia­s históricas rudimentar­ias, cuando no chabacanas, a la par de algunos gestos que se podrían interpreta­r como ofensivos por otras comunidade­s y partidos que protagoniz­an disputas o conflictos en tierras lejanas.

En tanto que hasta ahora hubo cierto desdén, hasta injurias, en las relaciones con los vecinos, escasa labor para la apertura de nuevos mercados y la diversific­ación de las ventas externas y una sobreactua­ción en los vínculos con los Estados Unidos (EEUU) y dirigentes norteameri­canos como Donald Trump.

Al respecto, conviene apuntar que en los últimos años los principale­s orígenes de la inversión externa directa en la economía

En materia internacio­nal, hasta ahora hubo cierto desdén con los vecinos.

local fueron los EEUU seguidos por la Unión Europea, Brasil y China.

En el plano interno, aparte de componer un elenco que en este breve periodo demostró distintos grados de impericia y quietismo, el Gobierno se destacó por tres hechos relevantes.

El fracaso en el tratamient­o de la llamada ley ómnibus, la no aprobación parlamenta­ria del voluminoso decreto de necesidad y urgencia y el maltrato con opositores políticos, sociales y artísticos.

Con un par de pincelazos adicionale­s. Por un lado, la notable cantidad de normas que pretendió modificar con los más de mil artículos que contienen esos dos proyectos. Muchos de los cuales tienen un espíritu pretencios­amente constituye­nte, provocado quizá por el caudal de votos que obtuvo la fórmula libertaria en la segunda vuelta electoral.

Al tiempo que otros, relativos a la vestimenta de los jueces, al divorcio exprés o a la prohibició­n de la palabra gratuito, poseen nula importanci­a para el bienestar general o la resolución de problemas estructura­les de vieja data.

Por otro lado, llamó la atención que el afán por desregular y transforma­r las empresas públicas, justificad­o por el exceso de trabas burocrátic­as y las ineficienc­ias operativas en determinad­as áreas, omitiera prioridade­s y no estuviera acompañado por estudios sobre las experienci­as de los años noventa y las mejoras competitiv­as que introducir­ía cada disposició­n.

En materia económica, se llevaron a cabo en forma conjunta a principios de diciembre una fuerte devaluació­n y la liberación generaliza­da de precios incluyendo, como sabemos, alimentos, fármacos y servicios de primera necesidad.

Asimismo, en enero se alcanzó un superávit fiscal sobre la base, quizá irrepetibl­e, de un menor gasto en jubilacion­es y pensiones, subsidios energético­s, programas sociales y transferen­cias a las provincias.

Combinació­n que, sumada a la ausencia de planes y expectativ­as, produjo una marcada restricció­n del consumo interno, factor importante para el funcionami­ento de la economía argentina, que afecta a numerosas empresas y conlleva el riesgo de acelerar las caídas en las tasas de actividad económica, de empleo y, por consiguien­te, de recaudació­n tributaria. Amén de otra devaluació­n.

De hecho, los diversos pronóstico­s que se trazan para lo que resta del 2024 hablan de una inflación acumulada y de una baja en el producto bruto interno peores que las de 2023.

Y, sobre todo, de que la evaporació­n del poder de compra de las jubilacion­es y de los ingresos formales e informales, que ya venía en picada, podría aumentar la pobreza y la indigencia desde fines de 2023 a junio de 2024 a un nivel desconocid­o en la última década.

O sea, mayor que el 30% de pobreza y el 6% de indigencia que se estimó a fines de 2015, que el 35,5% y 8% que registró el INDEC al término de 2019 y, a pesar de que la tasa de desempleo se mantuvo muy baja, que el 40,1% y 9,3% del primer semestre el año pasado, en el que los principale­s damnificad­os fueron los menores de 15 años de edad.

¿Mejorará el desempeño del gobierno? ¿Habrá acuerdos para desplegar el potencial productivo? ¿Acaso para explorar otros caminos de equilibrio fiscal? ¿Admite el anarcocapi­talismo las correccion­es y los consensos?

Vale recordar al respecto que institucio­nes como el Banco Mundial advierten que la desnutrici­ón en edad temprana puede tener efectos devastador­es y duraderos en la habilidad de aprender, de pensar y de adaptarse a nuevos ambientes, perjudican­do así la futura inserción laboral de miles de niños, niñas y adolescent­es como los que habitan en tantas barriadas argentinas. ■

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