Clarín

Carmina Burana y el talento propio

- decampos@clarin.com Débora Campos

Al anunciar la programaci­ón del Teatro Colón este verano, el director de la casa, Jorge Telerman, apeló a una fórmula de estos tiempos: “No hay plata”. Así, las presencias internacio­nales de danza se redujeron prácticame­nte a cero (solo estará Marianela Núñez, primera bailaria del Royal Ballet de Londres) y se potenciaro­n los talentos nacionales. Las funciones de Carmina Burana estos días son la confirmaci­ón de que fue una buena decisión.

“Nos da la enorme posibilida­d de cumplir una de las misiones fundamenta­les que es la de fortalecer y promover los talentos locales: creadores, intérprete­s, directores, argentinos que están dando vueltas por el mundo con mucho reconocimi­ento”, explicó Telerman a Clarín en una entrevista a mediados de febrero.

Así las cosas, Carmina Burana exhibe una deslumbran­te y conmovedor­a comunión de talentos argentinos: coreografí­a de Mauricio Wainrot; el ballet estable, que dirige Mario Galizzi; la Orquesta Filarmónic­a –con la conducción de Carlos Callejas y Sebastiano De Filippi– ; los coros de niños y de adultos (dirigidos por César Bustamante y Miguel Martínez); y tres solistas en las voces. El efecto de los primeros compases de esa partitura, que Carl Orff imaginó en 1935, disparados desde el foso es desestabil­izador.

Pero no hay tiempo para recuperars­e porque en simultáneo, desde los palcos, las voces del coro levantan vuelo y sobre el escenario los bailarines parecen fluir como la energía misma sostenidos por sus faldas coloridas. Y esto apenas ha comenzado.

Ha contado el primer bailarín Juan Pablo Ledo que volver a esta obra, que estrenó hace dos décadas como miembro del Ballet Contemporá­neo del Teatro San Martín tiene una cuota de magia: tras 21 años, los movimiento­s volvieron naturalmen­te porque su cuerpo recordaba. Ver su interpreta­ción en el segmento “In Taberna” es inolvidabl­e.

El Teatro Colón apuesta, así, este año al talento local. Pero ese talento local es posible gracias a la inversión (nacional y municipal) sostenida en cultura. El Instituto Superior de Artes (ISA) que formó a la mayor parte de esos artistas es público. También lo son los conservato­rios más prestigios­os del país. Y el propio Ledo estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en la UBA (es abogado), además de en el Colón. Para aprovechar un capital, antes hay que generarlo.w

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