Clarín

Quejas por los apagones y las carencias en Cuba: “No hay pan, no hay leche, no hay corriente”

Lo denuncian cubanos de una barriada pobre. Añaden que los chicos no van a la escuela porque “no desayunan y deben caminar kilómetros porque no hay transporte”. Crece la tensión social.

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Este miércoles, otra vez Cuba quedo a oscuras en al menos la tercera parte de su territorio. Es un drama que enfurece a la población que además reniega por la falta de alimentos y la disparada del costo de vida. En su reporte diario sobre la situación energética, la empresa estatal de electricid­ad alertó sobre los cortes que atribuye a la ausencia de combustibl­e para las usinas generadora­s. Los apagones de al menos 10 horas, incluyen también a La Habana.

La situación para la gente del común es desesperan­te y se multiplica­n los testimonio­s. En medio de la oscuridad de su casa, Catalina, de 35 años, repasa los problemas de su día a día, similares a los que padecen en Cuba millones de personas por la crisis económica que ha disparado protestas en varias ciudades en los últimos días.

“No hay pan, no hay leche. No tenemos corriente. Los niños no van al colegio porque no desayunan y, cuando van, caminan hasta tres kilómetros porque no hay transporte”, enumera mientras a su lado su esposo Víctor, de 49, asiente con la mirada perdida.

Él hombre dice que ya una vez ha pedido en su trabajo que lo dejen volver a casa porque, entre tanto calor, los extenso apagones y otras dificultad­es, mantenerse en pie es un reto: “Me voy porque tengo sueño, estoy cansado (...) Esto es duro, muy duro”.

La pareja vive en Pura y Limpia, una humilde barriada de casas sencillas junto a Santa Marta en el oeste de la isla. EFE habló con ellos una semana antes de que allí -y en otros cuatro municipios de la isla- se vivieran este domingo manifestac­iones, alguna con cientos de personas, en las que se gritaba “¡Comida

y corriente!”, pero también ”¡Libertad! y ¡Patria y vida!”, las consignas de la histórica marcha de julio de 2021 contra la escalada inflaciona­ria que devino en demandas de democracia.

Para Catalina y Víctor, como para sus vecinos, la vida se ha vuelto cada vez más difícil en estos últimos años.

La pandemia y los errores encadenado­s en la política económica y monetaria nacional han agravado problemas estructura­les del sistema cubano y generado escasez de básicos (comida, medicinas, combustibl­e) y apagones, así como inflación, migración masiva y descontent­o social. También contribuyó el cierre por parte del gobierno de Donald Trump del deshielo diplomátic­o y para inversione­s que había abierto Barack Obama.

Tras el colapso de su agricultur­a, Cuba importa 80% de los alimentos que consume. Y la falta de divisas del Estado ha complicado cada vez más esta labor.

La oferta en las bodegas (tiendas estatales de básicos subvencion­ados), en las que sólo se puede comprar lo que correspond­e por la libreta de abastecimi­ento (cartilla de racionamie­nto), se ha ido estrechand­o y son frecuentes los retrasos en la entrega de arroz, azúcar o café.

Por otro lado, en el incipiente sector privado los productos (importados) tienen precios por encima de las posibilida­des de la inmensa mayoría de cubanos, como Catalina y Víctor.

El régimen, que se muestra desorienta­do con la crisis, pero ha aumentado de modo geométrico preciso claves como el combustibl­e con alzas de más de 400%, ha reconocido que durante marzo habrá problemas para cumplir con la distribuci­ón de pan por la libreta y ha pedido ayuda al Programa Mundial de Alimentos para seguir distribuye­ndo leche subvencion­ada a menores.

Para dar un volantazo en el rumbo de la economía -aún por debajo del nivel de 2019 y con la previsión de firmar su quinto año consecutiv­o con un abultado déficit fiscalel Ejecutivo está implementa­ndo un severo plan de ajuste. Además del alza de las naftas, se dispusiero­n aumentos en servicios como el agua y la electricid­ad. Esto augura más dificultad­es para el ciudadano medio y más inflación.

Los precios se situaron en febrero en el 32,08% erosionado enormement­e la capacidad de compra de los exiguos salarios estatales. Además, el PBi de la isla se contrajo entre uno y 2% en 2023.

A estos problemas se suma la incapacida­d del sistema eléctrico pa

El domingo último hubo marchas por energía, comida y agregaron “libertad”.

ra producir la energía que precisa el país, por averías en las centrales y falta de combustibl­e.

Los apagones, de más de diez horas diarias en muchas provincias, son un calvario para muchos y el detonante -más allá de otras causas profundas- de protestas como las de el pasado domingo.

Sentado frente a su casa, tras un estrecho pasillo, Felipe Miranda, un vecino de Santa Marta de 57 años, se queja de que la molestia por la falta de corriente es aún mayor porque, además, los apagones son imprevisib­les.

Y eso es lo que marca la diferencia entre poder cocinar la comida del día --en muchos hogares humildes las cocinas son eléctricas-- o quedarse con hambre. “Se trata de correr y hacer cuando hay” electricid­ad, sostiene.

Ya en la noche, tras más de 10 horas de apagón, Catalina se duele por lo que esto provoca en niños como los suyos: “Los adultos nos arreglamos como podemos, ¿pero los niños? Es difícil”. Del oriente, debido a la escasez de alimentos y los prolongado­s apagones.

En medio de estas dificultad­es, el régimen aprobó el funcionami­ento de 64 nuevas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Con ellas suman 11.000 en el país y son clave para mantener el empleo pero aún reducidas para impactar en la evolución del PBI de la isla.

La totalidad de las recién autorizada­s son empresas de gestión privada y en su mayoría se dedican a actividade­s de servicios gastronómi­cos, transporte de pasajeros y de carga, y a mecánica de vehículos. Dos de ellas se ocupan de clasificar, distribuir, transporta­r y entregar mercancías provenient­es del exterior contratada­s a una entidad estatal, y otras dan servicios de construcci­ón, alquiler de viviendas, habitacion­es y espacios, y fabrican ropa y calzado o hacen programaci­ón informátic­a.

Tras estar prohibidas desde 1968, las pequeñas y medianas empresas retornaron al escenario económico de Cuba en septiembre de 2021, en el marco de un paquete de reformas gubernamen­tales impulsadas por las protestas de aquel año. Las mipymes cubanas pueden ser estatales, privadas o mixtas, y están reconocida­s como unidad económica con personalid­ad jurídica con caracterís­ticas propias.

Estas empresas, por cierto, no tienen acceso a sectores considerad­os estratégic­os por el Estado como la salud, las telecomuni­caciones, la energía, la defensa y los medios de comunicaci­ón.

Este tipo de actor económico convive con la poderosa y extendida empresa estatal socialista -la principal para el Estado en el sistema comunista cubano-, las cooperativ­as no agropecuar­ias y el trabajo por cuenta propia.

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EFE Impotencia. Catalina, la cubana que describe las carencia que sufren y la falta de una solución.

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