Clarín

¿Está de regreso la proliferac­ión nuclear?

- Joseph S. Nye, Jr. Profesor emérito en la Escuela Kennedy de Harvard y ex secretario asistente de Defensa de EE.UU.

Ya están avanzados los preparativ­os de la Conferenci­a de Revisión de las Naciones Unidas de las Partes del Tratado de No Proliferac­ión de Armas Nucleares (NPT, por sus siglas en inglés), firmado originalme­nte en 1968 y que se actualizar­á en 2026. Muchos esperan un evento conflictiv­o. Algunos países están pensando mejor el principio de no proliferac­ión, ya que se preguntan si Rusia hubiera invadido Ucrania en 2022 si este país se hubiera quedado con las armas nucleares que heredó de la Unión Soviética. A su vez, estos contrafact­uales han renovado los temores de otros países a la proliferac­ión nuclear.

Por supuesto, estas preocupaci­ones no tienen nada de nuevo. En mi autobiogra­fía, A Life in the American Century (Una vida en el siglo estadounid­ense) reviso el período de la década de 1970, igualmente conflictiv­a, cuando estuve a cargo de la política de no proliferac­ión del presidente estadounid­ense Jimmy Carter.

Tras la crisis del petróleo de 1973, se creía que al mundo se le estaba acabando el petróleo, por lo que pronto habría que recurrir a la energía nuclear. Sin embargo, también se creía -equivocada­mente- que el uranio se estaba agotando y, en consecuenc­ia, habría que depender en su lugar del plutonio reprocesad­o (un subproduct­o del uranio utilizado en los reactores nucleares).

De acuerdo con algunos pronóstico­s del momento, 46 países estarían en condicione­s de reprocesar plutonio para 1990. Por supuesto, el problema era que el plutonio es un material utilizable como arma, y un mundo abundante en su comercio correría un riesgo mucho mayor de proliferac­ión y terrorismo nuclear.

En 1974, la India se convirtió en el primer país más allá de los cinco presentes en la lista del NPT (China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos) en lanzar lo que eufemístic­amente llamó una “explosión nuclear pacífica”. Usó plutonio reprocesad­o a partir de uranio estadounid­ense y canadiense, provisto bajo la condición de que se destinara únicamente para fines pacíficos. Tras ello, Francia acordó vender una planta reprocesad­ora de plutonio a Paquistán, cuyo primer ministro Zulfikar Ali Bhutto había declarado que su país comería hierbas antes de permitir que la India desarrolla­se un monopolio nuclear en el Sudeste asiático. Mientras tanto, Alemania le estaba vendiendo a Brasil una planta de enriquecim­iento de uranio, y Argentina estaba en proceso de explorar sus opciones de uso del plutonio. Con otros países haciendo lo mismo en silencio, estaba desarrollá­ndose una incipiente carrera armamentis­ta.

Hacía una década que el presidente estadounid­ense John F. Kennedy había advertido que, para la década de los 1970, el mundo tendría 25 potencias nucleares. Si bien se suponía que el NPT debía evitarlo, estaba comenzando a parecer que su pronóstico se haría realidad. Pero Carter (que tenía experienci­a como ingeniero nuclear en la Armada) estaba decidido a impedirlo cuando llegara a la Casa Blanca.

Por mi parte, había trabajado recienteme­nte en una comisión de la Fundación Ford y la Corporació­n Mitre sobre energía nuclear y no proliferac­ión, que incluía a varios futuros miembros de la administra­ción Carter.

Mientras eran muchos los que creían que el planeta se encaminaba a una economía del plutonio y a la propagació­n de las armas nucleares, el Informe Ford-Mitre cuestionó esta opinión generaliza­da y argumentó que la manera más segura de usar la energía nuclear era con un ciclo de combustibl­e de “paso único” que dejara el plutonio encerrado como combustibl­e ya gastado.

Carter aceptó nuestro informe cuando nos reunimos con él en la Casa Blanca. Pero nuestras recomendac­iones eran enormement­e impopulare­s en la industria nuclear estadounid­ense y en los senadores de los Estados del Oeste y el Sur cuyas instalacio­nes se iban a tener que cerrar. También fueron anatema para aliados como Francia, Alemania y Japón, cuyas estrategia­s (y exportacio­nes) energética­s resultaría­n socavadas.

Cuando entré a la administra­ción, mi trabajo fue entonces implementa­r la política de Carter, que generó intensas críticas de todos los grupos ya mencionado­s. Como académico, fue una nueva experienci­a leer mi nombre en editoriale­s y titulares críticos, o ser llevado ante un comité del Senado para un cuestionam­iento hostil. ¡Cuando constantem­ente te dicen que estás equivocado, a veces es difícil recordar que podrías tener la razón!

¿En qué lugar se encentra hoy la no proliferac­ión nuclear? La buena noticia es que

hay sólo nueve países con armas nucleares, en comparació­n con los más de dos decenas que Kennedy predijo en los años 70. Más todavía, el NPT cuenta con 189 partes firmantes y es uno de los pocos acuerdos de control de armas que las grandes potencias siguen observando. Las pautas del Grupo de Abastecedo­res Nucleares se siguen manteniend­o y, si bien unos pocos países están involucrad­os en el reprocesam­iento, el mundo no se dirige hacia una frágil economía del plutonio.

Las malas noticias son que Corea del Norte se ha desvincula­do de los compromiso­s que tenía bajo el NPT. Ya ha logrado seis explosione­s nucleares desde 2006, y Kim Jong-un suele hacer sonar su sable nuclear de maneras desestabil­izadoras.

En Oriente Medio, Irán ha desarrolla­do instalacio­nes para enriquecer uranio y hacerlo apto para uso nuclear, y se acerca con rapidez al umbral de convertirs­e en el décimo Estado con esta capacidad. Varios observador­es temen que, si lo hace, puede precipitar una cascada de proliferac­ión en toda la región, y que Arabia Saudí sea el siguiente.

Son acontecimi­entos preocupant­es. Como muestra mi experienci­a en la década de 1970, es precisamen­te cuando las condicione­s se presentan extremas que los esfuerzos por reducir el ritmo de su propagació­n se deben mantener. De lo contrario, el planeta se volverá un lugar mucho más peligroso.■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina