Clarín

Es maestro rural, se jubiló y se muda a caballo a 1.450 km de distancia

Jorge Martínez Arias va camino al lugar donde nació. Arrancó el 1° de marzo y llegará los primeros días de abril.

- Malena Nazareth Martos mmartos@clarin.com

Hay un momento de la mañana que es el favorito de Jorge. En esta escena, justo a un costado de la ruta, todavía cae el rocío y el sol apenas alumbra el campo en completo silencio. El jinete tiene a sus dos caballos criollos color lobuno, “Chimbo” y “Rodrigo”, que ya están despiertos y preparados para lo que vendrá. También tiene a su esposa Mónica, a sus amigos de aventura. Es una mañana de marzo, y este hombre que dejó San Patricio del Chañar, en Neuquén, sigue andando a caballo para llegar a su tierra natal, Hernández, en Entre Ríos. No hay intencione­s de hazaña en su travesía de 1.450 kilómetros, más bien ganas de narrar y, como cuenta en diálogo con Clarín, de saberse un poco más él.

En 1981, Jorge Martínez Arias tomó la decisión de trasladars­e a Neuquén y dedicarse a la educación rural. En su primer matrimonio tuvo tres hijos, y recién a principios de los años 90 conoció a Mónica Cobelli, quien es su actual esposa y madre de su hija más joven.

En su vida, tuvo muchas pasiones. El periodismo, la docencia, la poesía. Pero de todas ellas hay una que siempre lo cautivó: el vínculo jinete-caballo. En ello se encerró una añoranza de más de 40 años, como una llamita pequeña pero intensa que algún día vería la luz.

“Un año después de instalarme en Neuquén llegó mi hermano. En ese momento yo era docente en una escuela rural que ya no existe más. Mi hermano es un domador de caballos, aplica un amanse del tipo racional. Yo también estoy convencido de que el amanse del animal tiene que ser racional y no a golpes, ni maltratos. En ese momento él no conseguía trabajo y quería volver a Entre Ríos. Entonces le comenté “subite a los caballos y yo te acompaño”. Pero después lo contrataro­n y decidió no volver. Desde entonces me dije: “altiempo, gún día voy a hacer el viaje yo””.

Su sueño quedó suspendido, pero nunca dejó de criar caballos, ni de enseñarle a todos sus hijos el trato cariñoso hacia estos animales. De hecho, luego de que se jubilara como docente y llegara a convertirs­e en secretario de Cultura y Comunicaci­ón Social de San Patricio del Chañar en 2019, volvió a intensific­arse ese deseo inconcluso. Pidió a su hijo mayor que le enviara dos caballos desde Entre Ríos. Estos eran Chimbo y Rodrigo.

En diciembre del año pasado terminó sus funciones, dejó pasar un

se acomodó y ahora sí, está regresando a su tierra. Su proeza puede trazar un paralelism­o con el caso de otros amantes de los caballos, como Aimé Tschiffely, quien realizó una travesía histórica desde Buenos Aires a Nueva York con dos caballos: Gato y Mancha.

Al momento de esta charla con Clarín, Jorge está en Uriburu, en la provincia de La Pampa. Ya atravesó Neuquén y Río Negro, pero todavía le quedan Buenos Aires y Santa Fe para llegar a Entre Ríos.

En esta aventura no solo lo acompañan sus dos caballos criollos, sino que también lo siguen su esposa, su amigo José María Basso (quien va en otro auto), y el destacado cineasta Kiran Sharbis. Porque una de todas las cosas que harán a lo largo de los kilómetros es registrar millones de imágenes y videos. Los apoyan una serie de auspiciant­es de varias provincias. Todo el recorrido, día por día, puede verse en un perfil de Instagram llamado @travesiaac­aballonqne­ntrerios.

Mónica, quien también fue docente y realiza avistajes de aves, lo sigue en un motorhome pequeño que es de ambos, el mismo que va cargado de provisione­s para este trayecto que se espera que tenga una duración total de 45 días. Ya llevan 20, porque salieron el 1° de marzo. Calculan que estarían llegando a destino los primeros días de abril.

“El punto central de todo es la relación jinete-caballo, caballo-jinete. El mirarse a distancia, que él te relinche, que te reconozca de lejos y te huela cuando estás cerca. Bueno, cuando vas montado, si va molesto, se puede llegar a detener y hay que hacerle caso”, explica Martínez Arias.

Este vínculo se afianza con el correr de los días y los caminos, algunos más duros que otros, con climas buenos y no tan buenos. Jorge calculó para cada día un recorrido de 50 kilómetros, 40 sobre sus caballos y 10 a pie.

“Este viaje no es únicamente contar que ando en un caballo, sino que además tiene estas otras cuestiones que hacen a que nos encontremo­s con los territorio­s, con la gente, el compartir, el dar a conocer, el poner informació­n”, concluye Jorge. ■

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K. SHARBIS Viaje. Jorge calculó para cada día un recorrido de 50 kilómetros, 40 sobre sus caballos y 10 a pie.
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