Clarín

“El viento que arrasa”: de exorcismos, fe y la relación de padres opresivos

Paula Hernández dirigió a los consagrado­s Alfredo Castro y Sergi López en este singular drama basado en la novela homónima de Selva Almada.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

“El viento que arrasa”

Drama. Argentina / Uruguay, 2024. 91’, SAM 13. De: Paula Hernández.

Con: Almudena González, Alfredo Castro, Sergi López, Joaquín Acebo.

Salas: Gaumont, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinemark Palermo.

La familia ha sido un tema abordado por Paula Hernández, sea en sus filmes más recientes, como Los sonámbulos, con Erica Rivas; Las siamesas, con Rita Cortese y Valeria Lois; y hasta en el documental Familia Lugones. Las relaciones personales, íntimas dentro de una casa o un ámbito familiar son terreno propicio para que la realizador­a de Lluvia y Herencia despliegue lo que mejor sabe hacer: contar historias. Porque al fin de cuentas los protagonis­tas de El viento que arrasa son dos familias, un padre y su hija, un padre y su hijo.

La película arranca con el reverendo Pearson (Alfredo Castro) realizando un ritual de exorcismo ante un grupo de fieles, en un ambiente rural, mientras su hija Leni (Almudena González) lo graba en video, videos que luego comerciali­zarán. Las acciones transcurre­n en los años ’90.

Padre e hija van recorriend­o el interior del país, para predicar la palabra y poder sostenerse económicam­ente. Hasta que el auto en el que viajaban dijo basta, y terminaron en el taller mecánico, ahí sí, de El Gringo (Sergi López) y el joven al que cuida, Tapioca (Joaquín Acebo), en el medio de la nada.

Y ahí algo que se vislumbrab­a en el comienzo, gana más espacio en la pantalla. Los padres -no hay madresejer­cen una suerte de poder que, de formas más explícitas o implícitas, resulta opresivo.

El viento que arrasa, que la directora junto a su ocasional coguionist­a Leonel D’Agostino adaptó de la novela de Selva Almada, es más que una road movie y una película sobre la relación paterno filial. Leni por lo general, las películas de Paula Hernández tienen más de un personaje femenino fuerte-, si hay algo que desea, es escapar de ese futuro que no eligió, el de acompañar a su padre, el pastor, en su viaje evangeliza­dor.

Y si la tensión entre Leni y el reverendo estaba latente, el encuentro con estos dos nuevos personajes la potenciará­n y permitirán a Hernández ahondarse en lo que más le interesa: los vínculos familiares y lo que dejó en la infancia la ausencia de una madre.

También, cierta forma del patriarcad­o contraponi­éndolo con la libertad que uno siente al lanzarse hacia lo desconocid­o, alejándose de la opresión familiar.

Alfredo Castro, el actor chileno de las recientes El Conde , Los colonos y Tony Manero, todas rodadas en su país, tiene el papel más difícil, porque es el que se enfrenta a la protagonis­ta, y lo saca adelante con la sabiduría que le es conocida. Almudena González, vista en pequeños papeles en Argentina, 1985 y la serie El fin del amor, gana protagonis­mo a fuerza de su intensa presencia.

Y el gran Sergi López, el actor catalán de El laberinto del fauno y Henry, un amigo que te quiere bien, logra expresar con las miradas lo que lleva oculto, adentro, su personaje.

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Padre e hija. Pearson (Alfredo Castro) y Leni (Almudena González), dos personajes clave.

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