Clarín

Ni vencedores ni vencidos en el infierno de las guerras de Ucrania y Gaza

En ambos conflictos hay componente­s políticos, pero se pretende dominar por la fuerza un territorio fuera de las fronteras nacionales que es considerad­o hostil.

- BARCELONA. LA VANGUARDIA. ESPECIAL PARA CLARÍN Lluis Fox

Si algo demuestran todas las guerras es que ningún escenario, por improbable que parezca, puede ser descartado. Hay medio centenar de conflictos armados en el mundo, pero los que golpean la conciencia global son el de Israel contra Hamas y el de Putin contra Ucrania. Las dos guerras tienen un componente ideológico y político, pero en ambas se pretende dominar por la fuerza un territorio fuera de las fronteras nacionales y que es considerad­o potencialm­ente hostil.

Pasé dos semanas en Israel en el mes de septiembre, justo antes de que Hamas perpetrara los atentados del 7 de octubre, que mataron a más de 1.200 judíos, lo que provocó la declaració­n de guerra por el gobierno de Benjamín Netanyahu. Hablé con muchos hebreos sobre la situación del país y era unánime el mensaje de que Israel tenía el mejor ejército del mundo, unos servicios de inteligenc­ia muy sofisticad­os y una industria armamentís­tica puntera de referencia internacio­nal.

Nada hacía sospechar que en unos días empezaría una guerra que dura más de cinco meses, sin que se vislumbre en el horizonte una victoria ni un final pactado entre el gobierno cdNetanyah­u y la cúpula de la organizaci­ón terrorista.

Lo mismo cabe decir de la guerra en Ucrania, que responde a una obsesión de Putin para recuperar un país que considera unido a la Rusia eterna por razones culturales, históricas y de civilizaci­ón. Una guerra, también, para ocupar un territorio ajeno que dura ya dos años, con cientos de miles de muertos en ambos bandos.

En los dos conflictos se partía de la idea de que la superiorid­ad tecnológic­a y militar de los ejércitos permitía vencer al adversario con menos tropas, con drones y con ataques activados desde la distancia. El arte de la guerra es muy viejo y no se gana ninguna batalla sin tropas que ocupen el territorio. Este concepto de guerra limpia, perpetrada por la tecnología super moderna, fracasó rotundamen­te en Irak y en Afganistán.

Tampoco pudo Israel vencer a Hezbollah en Líbano pese a su apabullant­e superiorid­ad tecnológic­a. Según el ex canciller Shlomo Ben Ami, cayeron en 33 días más misiles y cohetes que en Gran Bretaña durante toda la Segunda Guerra.

Tanto en Gaza como en Ucrania hay que tener en cuenta la proporcion­alidad, un principio del derecho internacio­nal y de las convencion­es de Ginebra que prohíben atacar a la población civil. Además, permanecer en un territorio ocupado durante un periodo prolongado ya no se considera una victoria sino un fracaso. La guerra en sí misma es siempre un fracaso de la humanidad que deja odios entre pueblos que solo con el paso del tiempo se logran olvidar, pero difícilmen­te borrar.

Putin no va a ganar la incorporac­ión voluntaria del pueblo de Ucrania a las directrice­s del Kremlin. La fosa abierta entre Moscú y Kiev es muy profunda y cada día más amplia como consecuenc­ia de los ataques injustific­ados de Putin. La guerra terminará en cuanto callen las armas. Con un alto el fuego o un armisticio. Luego se podrá negociar. Corea del Norte y Corea del Sur siguen estando en guerra desde 1953 aunque el armisticio logró imponer una paz de facto en la península coreana. En la isla de Chipre cesaron las hostilidad­es en 1973, pero no se firmó la paz entre la parte turca y la griega. Lo mismo ocurrió en los altos del Golán, que desde 1967 están ocupados por Israel, pero históricam­ente son tierras pertenecie­ntes a Siria.

Ni Israel ni Hamas van a rendirse. Tampoco lo harán Putin ni Zelenski. Homero puso en boca de Ulises unas interesant­es y sabias palabras: “Amigos, ustedes siguen confiando en sus armas y su corajecora­je. Pero mientras tanto vamos envejecien­do aquí sin gloria, y nos consumimos en una guerra sin fin. Háganme caso: será con la inteligenc­ia y no con la fuerza como nosotros conquistar­emos Troya”. Y dicho esto regresó a Ítaca y vivió estimulant­es y dramáticas aventuras por el camino.

Estas dos guerras han perpetrado ya cientos de miles de muertos. No son guerras locales, sino escenarios bélicos con repercusio­nes ideológica­s, económicas y políticas mundiales. Si gana Putin, Europa se va a rearmar ante el espectro de una nueva guerra que sería inevitable e impredecib­le. Si Israel y los palestinos no consiguen un pacto duradero, vivirán indefinida­mente como enemigos mortales dentro de una misma tierra que podría albergar la existencia de dos estados.

Benjamin Franklin dejó escrito que no ha habido nunca una buena guerra ni una mala paz. ■

Ni Israel ni Hamas van a rendirse. Tampoco lo harán Vladimir Putin y Volodimir Zelenski.

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RTR Guerra. Un residente de Kiev camina frente a un sitio bombardead­o.

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