Clarín

El “argentino” Darwin Blanch

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

La informació­n de la ATP se refirió a un chico de apenas 16 años, 1.034° en el ranking y cuya mejor actuación en 2024 había sido las semifinale­s de un M15 en Torello, el escalón más bajo del profesiona­lismo. También que está 8° en el ranking junior y que su debut en el Masters 1000 de Miami le permitió ser el quinto tenista más joven de la historia en jugar un torneo de esa categoría. Además indicó que fue semifinali­sta en el torneo junior de Wimbledon en 2023 y que un mes antes había eliminado en la primera ronda de Roland Garros al N°1, el mexicano Rodrigo Pacheco. ¿Más datos? Agregó que se entrena en la academia de Juan Carlos Ferrero y que allí comparte prácticas con Carlos Alcaraz. Pero antes de perder frente al checo Machac, de lo que no se habló sobre el zurdo estadounid­ense Darwin Blanch es de su fuerte vínculo con Argentina.

Blanch es el menor de cuatro hermanos a quienes las vueltas de la vida los llevaron por buena parte del mundo persiguien­do el sueño de ser tenistas profesiona­les. Al principio la familia estuvo atada al trabajo de su padre. Español y CEO de Coca Cola en Tailandia, en Bangkok los chicos empezaron a jugar con profesores argentinos y desde allí uno a uno fueron viniendo a nuestro país y se instalaron en Buenos Aires. El primero fue Ulises, el mayor, que recaló en el CET -dirigido por Daniel García, Roberto Graetz (ex capitanes de Copa Davis) y Claudio Mena-, que funcionaba en el Tiro Federal. Al principio se alojó en la casa de Camilo Ugo, hoy 112° en el ranking, y allí vivió un año y medio. Con un gran saque, jugaba bien Ulises: lo convocó la Asociación de Tenis de Estados Unidos y hasta llegó a ser semifinali­sta junior en Wimbledon, aunque luego algunas lesiones retrasaron su crecimient­o.

A un año del desembarco del primero de los Blanch llegaron el padre y sus otros tres hijos: Dali, Kristal y Darwin. Compraron un departamen­to frente al CET y cada uno fue forjando su carrera con entrenador­es del propio centro: Dali fue finalista del Orange Bowl y, como Ulises, hoy juega challenger­s. Ulises tiene 25 años y está 482° en la ATP y Dali es cuatro años menor y se ubica 654°; Kristal, la única mujer, se desempeña en el tenis universita­rio estadounid­ense.

A Darwin Blanch, el chico de esta historia, lo tomó Daniel García a los 9 años y de inmediato empezó a ganar torneos en Argentina en la categoría preinfanti­les. De inmediato el CET le puso un entrenador particular para él y Martín Pérez comenzó a acompañarl­o. Hasta que llegó la pandemia. Y todo cambió, por supuesto. En marzo de 2020 el padre decidió irse a Australia y con él se fueron los chicos junto a Mauricio Pérez Mota, otro entrenador de la academia. Menos de un mes después se marcharon a Taiwán, adonde se quedaron medio año. Cuando el Covid-19 aflojó y el tenis volvió a jugarse en Europa, Darwin se fue a Manacor para entrenarse en la academia de RafaNadal y de allí a Villena, Alicante, para quedar a las órdenes de Ferrero y convivir día a día con Alcaraz.

Con un muy buen saque y un muy buen drive; con una muy buena altura para su edad (1,90 metro) y una gran movilidad para su tamaño -una virtud que no tenía de chico-, Blanch recibió la invitación especial para jugar en Miami. Hubo tres razones para ese wild card: su nacionalid­ad estadounid­ense, su condición de junior top y la mano de Albert Molina, el manager de Alcaraz que también maneja los intereses de la academia de Ferrero. Qué pasará con el chico en el futuro nadie lo sabe. De lo que sí hay certeza es que habrá argentinos muy atentos a su evolución. ■

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