Clarín

“Estoy aterrado”, dice el dueño de la peluquería de Recoleta

Facundo Verdini relató a Clarín toda la secuencia que terminó con el crimen de Germán Medina. El asesino, Abel Guzmán, sigue prófugo.

- Ignacio Sala isala@clarin.com

“Estamos todos con pánico, tartamudea­ndo. Yo estoy en total estado de alerta, esperando que me peguen un tiro en la cabeza”, dice a Clarín Facundo Verdini, reconocido peluquero y estilista, dueño del salón donde el miércoles todo se tiñó de tragedia: un colorista de su staff, Abel Guzmán (43), mató a un compañero, Germán Medina (33), de un disparo en la cabeza frente a todo el personal. El asesino anoche seguía prófugo.

“Estamos encerrados, escondidos en las habitacion­es de nuestras casas. Tenemos miedo, casi paranoicos -relata-. Hoy (por ayer) salí por primera vez de mi pieza, y fui al patio de mi casa para hablar por teléfono. Cuando me di cuenta, estaba escondido entre las ramas de un árbol, totalmente asustado”.

Dos cosas no le permiten casi dormir: por un lado, haber presenciad­o la secuencia del crimen, con el trauma que eso conlleva para él y su staff; por otro, los episodios de desinforma­ción que cree que se han suscitado luego del asesinato.

El miércoles fue un día de trabajo normal. Abel Guzmán, uno de los coloristas, llegó con la cabeza rapada, algo que llamó la atención de los demás. “Pero en una peluquería es normal que alguno de los estilistas caiga con el pelo verde, peinados inusuales o rapados”, precisa. Otro detalle llamó la atención de los compañeros de Guzmán: el miércoles estaba ofuscado, raro, de pocas palabras. “No quería hablar y no lo quisimos molestar. Hay que respetar los humores”.

El día transcurri­ó normalment­e. Sí hubo una discusión entre Guzmán y Medina, pero era algo normal, según Verdini, y siempre por nimiedades: “¿Quién tomó mi yogur?”, “¿Quién tomó mi gaseosa?”, “Esta toalla tenías que lavarla vos”, “Te quedaste con tal cliente”. También habían discutido el día anterior. Sin embargo, Guzmán no solía increpar a otro compañero.

“El miércoles le había comentado a Abel que yo quería conversar con él el día posterior. Una charla sobre comportami­entos, porque no me gustaban ciertas actitudes. Sería una charla normal de un jefe con un empleado, para corregir lo que nos parecía mal”, explica Verdini.

Al culminar la jornada de trabajo, el staff se reunió a charlar y compartir unas cervezas. Guzmán irrumpió en la conversaci­ón y comenzó a pedirle insistente­mente a Verdini conversar. Cuando éste, dice, accedió, empezó a exaltarse y a pedir que se callen y se sienten, en vez de acceder, finalmente, a conversar con su jefe.

Noelia, la nueva empleada de la peluquería, se asustó, y Guzmán le pidió que se calle so pena de pegarle un tiro, recuerda Verdini. Noelia se retiró del salón. En el interín, otro empleado estaba contando la recaudació­n y por ello no sale en las filmacione­s.

Siempre según el relato de Verdini, una vez que Noelia se corrió de la situación, Guzmán sacó un arma y pidió vehementem­ente que se sentaran Azorín y Verdini. Ambos accedieron, y Guzmán apuntó y disparó a Medina, quien siempre permaneció sentado y calmo.

“A veces discutían. Abel con más energía. Germán era talentoso, tenía futuro y tenía el reconocimi­ento de varias clientas. Abel pudo haber sentido celos por eso, pero nada justifica ni permite entender por qué tanta violencia, por qué todo tuvo que terminar así”. ■

 ?? ENRIQUE GARCÍA MEDINA ?? Desconsuel­o en el velatorio. Amigos y familiares despidiero­n ayer al peluquero Germán Medina, en Morón. Tenía 33 años.
ENRIQUE GARCÍA MEDINA Desconsuel­o en el velatorio. Amigos y familiares despidiero­n ayer al peluquero Germán Medina, en Morón. Tenía 33 años.

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