Clarín

Un caño le atravesó el parabrisas de su auto en el túnel de Libertador

Cayó a la altura del conductor. Por el supuesto ataque la Policía detuvo a un hombre indigente con antecedent­es.

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Cuando Ramiro Miranda entraba al túnel de Avenida Del Libertador conduciend­o su auto, la noche del lunes, escuchó el estruendo del parabrisas. Pero siguió manejando. Necesitó unos segundos para poder darse cuenta de que había sobrevivid­o a una situación que, cuatro días después, la Policía y la Fiscalía no habían logrado explicarle. Por el supuesto ataque, la Policía de la Ciudad detuvo en la zona del Hipódromo de Palermo a un hombre en situación de calle con antecedent­es por hurto, resistenci­a y atentado a la autoridad.

Antes de frenar, el músico de 43 años observó el asiento del acompañant­e. “No era una piedrazo ni un cartel caído por la tormenta sino un caño, como una lanza”, estimó. De arriba hacia bajo agujereó el asiento. “Por poco estoy vivo, de milagro”, admitió a Clarín.

El seguro sólo cubrió el gasto del parabrisas. Miranda Ya retiró su Renault Sandero Stepway del taller y todavía no presupuest­ó el resto del arreglo, pero no piensa en lo económico. Ayer volvió a esa zona del barrio porteño de Belgrano.

Mientras, el vecindario está dividido entre quienes creen -como también él pensó “de entrada”- que “le tiraron algo para robarle” y quienes atribuyen el ataque a una “maldad absoluta”. Pocos consideran que el caño “voló por el viento”.

Personal de la Comisaría Vecinal 13B investiga el hecho. Del análisis de los videos registrado­s por las cámaras de la zona surge que un hombre con un buzo gris sostiene un caño compatible con el que cayó sobre el auto de Miranda.

“Fue donde está por pasar ese auto blanco ¡ahí!” grita Ramiro, parado sobre el puente, donde cree que salió despedido el arpón. Abajo se ve la entrada al túnel, en la mano hacia el centro de la Ciudad. No se acuerda si “iba por el segundo o el tercer carril”. Ese dato cambia en parte la escena porque donde pasó ese vehículo de referencia hay un enorme cartel electrónic­o de tránsito, que estaba apagado.

“Si alguien lo tiró desde acá tiene que esquivar el cartel. No sé nada. Nadie se comunicó conmigo desde que hice la denuncia (el día del incidente)”, explica. Más allá de esa coordenada que falta, en el resto de los carriles y la vereda hay espacio de sobra para arrojar lo que sea. “O vino volando. Hasta que no se vean las cámaras va a seguir el misterio”, advierte Miranda.

En su inspección sacó varias conclusion­es. “Mirá el grosor de esta baranda y la pintura gris. No hay ningún sector desprendid­o. No se soltó algo de la entrada del túnel”, insiste sobre las proteccion­es que hay en la plazoleta, arriba del túnel.

Con el índice y el pulgar rodea ese sector del barandal para marcar, además del color, la diferencia de circunfere­ncia con el caño que atravesó su parabrisas. “En el temporal de diciembre nos encontramo­s ladrillos de la obra de la esquina ¡volaron ladrillos! Pero el lunes no hubo esa tormenta. Ese caño no ‘vuela’”, describe Ignacio, encargado de un edificio, a menos de 30 metros del lugar del impacto.

El fierro, secuestrad­o como evidencia, mide un metro y medio. “La parte verde era hueca, pero la parte despintada estaba cortada y rellenada con cemento. Desde que llamé al 911 porque creí que me habían querido robar no supe más nada. La Fiscalía no me atiende, llamo y está el conmutador. Los vecinos ‘no saben nada’. No sé cuándo alguien me va a decir qué se ve en las cámaras de seguridad, qué fue lo que pasó”, se queja la víctima.

Cinco minutos después de que Ramiro -sesionista en orquestas y grupos de tango- se fuera a su casa, donde lo esperaban su mujer y sus hijos, llegaron dos patrullero­s. “La denuncia está hecha. Sabemos que hay gente que anda por acá. Pero no están ahora. Acá pasan varias cosas”, aseguró un oficial de policía de la Ciudad.

Nadie se comunicó con la víctima desde que hizo la denuncia.

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Ciudad de alto riesgo. El trozo de hierro destuyó el parabrisas y el conductor se salvó por poco.

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