Clarín

Una bomba que dinamita los puentes con los K

- Eduardo Paladini epaladini@clarin.com

El video del Gobierno le pega al corazón del relato kirchneris­ta sobre DD.HH.

Por el vínculo que lo une a Cristina Kirchner, quien admitió que lo había elegido como su candidato presidenci­al para el 2023, el mundo de la política señalaba a Eduardo “Wado” de Pedro como un hombre clave en las negociacio­nes que abrieron entre el kirchneris­mo y los libertario­s para avanzar con dos designacio­nes en la Corte. En particular con el nombramien­to del juez Ariel Lijo para cubrir la vacante que hoy tiene el Tribunal. Sin demasiados éxitos, De Pedro fue uno de los operadores judiciales del gobierno de los Fernández.

El mismo “Wado” es uno de los nombres más apuntados y mencionado­s en estas horas, luego del video en el que oficialmen­te la gestión de Javier Milei negó la cifra de 30.000 desapareci­dos durante la última dictadura militar. Los padres de De Pedro fueron asesinados por grupos de tareas de esa época. “Me salvé de las balas porque mi mamá se puso encima mío”, recordó alguna vez el dirigente, quien previsible­mente se convirtió en emblema de los DD.HH. kirchneris­tas.

“¿Cómo hace Wado ahora para negociar algo con los libertario­s?”, se preguntaba ayer un ex funcionari­o. El interrogan­te es más amplio. ¿Cómo hará Cristina para explorar acuerdos con el oficialism­o, cuando el video de casi 13 minutos es una bomba al corazón del relato K en la materia? La acusación ya no es sólo ideológica: en una de las partes más polémicas de la pieza, se asegura que la política de derechos humanos kirchneris­ta “se hizo por plata”.

La bala podría considerar­se en un punto fuego (ex) amigo. Lo dice el ex titular de la SIDE menemista Juan Bautista “Tata” Yofre. En los 90, los Kirchner eran aliados estratégic­os del ex presidente riojano.

Las primeras voces de repudio K al video surgieron rápido. Con Máximo a la cabeza. Habrá más, segurament­e, durante la semana. ¿Hablará Cristina? ¿Con qué tono? Más dudas hay todavía con el impacto fuera de los medios. En el Congreso, por ejemplo, donde se juega la política real.

La otra pregunta que circula con fuerza es: si Milei necesita los votos K para completar la Corte, y uno de dos jefes de bloque (José Mayans) reconoció que estaban dispuestos a avanzar en el tema, ¿por qué trata de corruptos a los Kirchner en el punto más sensible de su relato?

A esta altura de la gestión, sorprende poco la acción. Cuando requería el apoyo de la llamada “oposición dialoguist­a” para la Ley Ómnibus, el Presidente llamó ratas y coimeros a sus legislador­es. Las razones de los desplantes habrá que buscarlas quizá en el campo de la psicología o tal vez respondan a un plan que de tan inédito y disruptivo cuesta comprender.

Si bien el propio Milei y sobre todo Victoria Villarruel venían sosteniend­o un reclamo similar sobre los derechos humanos en campaña, que esas expresione­s se reflejen en un video oficial y grabado en la Rosada lleva la discusión a otro nivel.

E implica también un riesgo político para el Presidente, cuando el ajuste está haciendo estragos en sus votantes. El núcleo duro de apoyo, coinciden los analistas, hay que buscarlo en el 30% que sacó en las PASO y la elección general, y no en el 56% del balotaje. ¿Cuántos acompañará­n que desde el Gobierno se equipare un plan sistemátic­o de terrorismo de Estado con violencia política? La banalizaci­ón o los negocios en nombre de los derechos humanos de gestiones anteriores no justifican semejante desproporc­ión.

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