Clarín

Pocos saben mejor que la dictadura talibán sobre el peligro del grupo ISIS-K

La organizaci­ón terrorista basada en Afganistán, que atacó en Moscú, se ha vuelto más audaz y violenta.

- NUEVA YORK THE NEW YORK TIMES Y CLARÍN

Pocos saben mejor que el talibán el enemigo implacable que puede ser el sucesor del ISIS en Afganistán, el ISIS-K, la inicial de la remota región de Khorasan. Gran parte de Occidente considera all talibán que encabezan una dictadura en el país desde 2021, un movimiento ultra islámico con una versión propia y polémica del islam. Pero el ISIS-K, que asumió la responsabi­lidad del atentado terrorista Moscú, es un furibundo crítico del régimen que domina afganistán y califica la versión conservado­ra de su fe incluso como insuficien­temente dura.

Esta organizaci­ón es uno de los últimos antagonist­as importante­s a los que se enfrenta la dictadura afgana y ha realizado una serie de ataques sangriento­s en todo el país en los últimos años, buscando utilizar la violencia para socavar las relaciones del talibán con los aliados regionales, aún los más críticos como Irán, y presentar al gobierno como incapaz de brindar seguridad en Afganistán.

En los meses posteriore­s a que el talibán tomara el poder tras la tumultuosa salida norteameri­cana del país, ISIS-K llevó a cabo ataques casi diarios contra las milicias armadas de la dictaduras en puestos de control en las rutas y en los barrios donde se aloja los hazara, una minoría étnica de culto shiita, como en Irán y el tercer grupo étnico en el país. La potencia persa fue el principal blanco de los ataques de la antigua ISIS basada en Irak y Siria. Al año siguiente, combatient­es del ISIS-K atacaron la embajada rusa en Kabul, intentaron asesinar al principal diplomátic­o de Pakistán en Afganistán y enviaron hombres armados a un destacado en la capital que albergaba a ciudadanos chinos, buscando socavar la promesa del talibán de restaurar la paz.

Más recienteme­nte, los ataques de ISIS-K se han vuelto especialme­nte audaces y se han extendido más allá de las fronteras de su base afgana. El grupo mató al menos a 43 personas en un asalto a un mitin político en el norte de Pakistán en julio. Luego causó una masacre en dos atentados suicidas con bombas en Irán en enero durante un homenaje al general Qasem Suleimani. También atacaron el aeropuerto de Kabul en plena salida de las tropas norteameri­canas, asesinando a trece marines. Ahora aparcen en el terrible ataque en Moscú que dejó al menos 133 muertos.

En los últimos meses, ISIS-K ha amenazado con atentados en las embajadas de China, India e Irán en Afganistán. También ha lanzado una avalancha de propaganda antirrusa, denunciand­o al Kremlin por sus intervenci­ones en Siria y condenando a la dictadura del talibán por colaborar con las autoridade­s moscovitas durante la ocupación en épocas soviéticas del país asiático. El eje sobre Siria se produce por el ingreso en 2015 de Rusia en la guerra a favor de Irán y de su aliado carnal, el régimen de Basar al Assad, que masacra al tronco principal de aquel ISIS y acaba colapsando en 2017 cuando cae su principal capital, en Mosul Irak, y luego muere a manos de EE.UU. su líder Abu Bakr al Baghdadi.

“ISIS-K ha estado motivado durante mucho tiempo por la lógica de superarse en sus ataques”, dijo Asfandyar Mir, experto del Instituto de Paz de Estados Unidos. “Busca superar a los ultraislám­icos rivales con ataques más audaces para distinguir su marca y afirmar el liderazgo de la vanguardia global”. Cuando estos grupos se destacan obtienen apoyo económico de las fuerzas en colisión en esas región. El anterior ISIS recibió fuerte financiaci­ón de las fortunas árabes para atacar blancos iraníes y de Turquía para combatir a los kurdos.

ISIS-K fue creado en 2015 por combatient­es descontent­os de talihotel bán paquistaní, un gemelo ideológico y aliado de los de Afganistán. La ideología de ISIS-K, un fanatismo ultra religioso que recrea un Corán que los expertos repudian, se difundió en parte porque muchas aldeas del este de Afganistán y Pakistán albergan a musulmanes salafistas wahabitas, la misma rama del Islam sunnita del ISIS. Los talibán, por el contrario, siguen en su mayoría la escuela Hanafi del Islam, que involucra a 45% de los fieles musulmanes sunnitas y era común en el Impero Otomano.

Desde sus inicios, ISIS-K ha repudiado al régimen talibán, ampliando el control territoria­l y denunciand­o a la dictadura por su flojedad en la aplicación de la sharía y los contactos con países no musulmanes. En términos objetivos, el grupo pretende tomar el control el país, gravemente anarquizad­o, y luego avanzar sobre el entorno. Es una gran preocupaci­ón para el vecino iraní, justamente.

Antes de que terminara la guerra liderada por los Estados Unidos en Afganistán en 2021, los ataques aéreos estadounid­enses y las incursione­s de comandos afganos habían contenido a las formacione­s iniciales del ISIS-K principalm­ente en el este de Afganistán. Pero después de la retirada de las tropas norteameri­canas, el grupo tomó una fuerte dinámica y se expandió a casi todas las 34 provincias del país, según determinó la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.

Desde que tomó el poder, la dictadura del talibán lanzó una campaña antiterror­ista implacable y a menudo despiadada para aplastar al ISIS-K con significat­ivo resultados por momentos. Esos esfuerzos impidieron que el grupo tomara más territorio en Afganistán y empujaron a muchos de sus combatient­es a Pakistán. Las fuerzas de seguridad del talibán mataron al menos a ocho líderes del ISIS-K el año pasado .

La represión provocó la condena de grupos de derechos humanos que afirmaban que las fuerzas de seguridad del régimen estaban ejecutando sumariamen­te y provocando desaparici­ones forzadas de personas acusadas de estar afiliadas a la organizaci­ón terrorista especialme­nte en la zona este de Afganistán, el bastión histórico del grupo y donde se ha hecho fuerte.

Pero incluso cuando las células de ISIS-K se han visto sometidas a una presión cada vez mayor, el terrorista ha demostrado ser resistente manteniend­o visible actividad en Afganistán y extendiend­o su influencia a Pakistán e Irán. Justo un día antes del ataque, el grupo hizo un atentado suicida con bomba en Kandahar, Afganistán (lugar de nacimiento del movimiento del talibán), enviando un poderoso mensaje de que ni siquiera los soldados del talibán en el corazón del grupo estaban seguros.

El ISIS-K pretende tomar el control de Afganistán y avanzar sobre su entorno.

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REUTERS Acusado. Delerdzon Mizoyev, uno de los detenidos y sospechoso­s del ataque en Moscú, antes de declarar en la capital de Rusia.

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