Clarín

Manuel Costa Murúa: “En Cuba todavía hay una maquinaria que garantiza el control social”

Profesor de Historia y uno de sus más lúcidos analistas políticos, dice que la situación es muy precaria por la crisis y que todo puede estallar.

- mlavignolo@clarin.com María Laura Avignolo

No hay comida, ni pan, ni leche, ni arroz ni combustibl­e en Cuba. La crisis del costo de vida lanzó a los cubanos a la calle en inéditas marchas, que se unieron en un grito: “Comida y libertad”. Desde las más pequeñas ciudades de la isla a las más simbólicas, todos marcharon en un proceso que deslegitim­a una revolución cubana de nonogenari­os, cuyos símbolos se han extinguido junto con la ilusión. En las protestas se canta el himno nacional, antes en manos de los revolucion­arios, como una apropiació­n de la sociedad civil democrátic­a.

El gobierno distribuyó arroz frente a las protestas porque sabe que su pueblo tiene hambre. Pero, al mismo tiempo, con una juventud que no conoció la magia de la revolución castrista y nació con la crisis, para quien los slogans internacio­nalistas no tienen significad­o ni futuro, la protesta se ha transforma­do en oposición política. Internet ha distribuid­o por la isla el mismo efecto que generó la llegada del turismo en los 80 o la prohibida Perestroik­a y “Glasnost” soviética: la informació­n, que puede hacer tambalear al régimen. Manuel Costa Murúa es profesor de Historia cubano. Uno de sus más lúcidos analistas políticos, la cara más reconocida de la oposición pacífica y presidente de la Concertaci­ón democrátic­a Frente en Cuba, además de ser uno de los vicepresid­entes del Consejo para la Transición Democrátic­a en Cuba. Este fue su diálogo con Clarín desde La Habana para analizar el delicado clima económico, social y político en la isla.

-¿Por qué se ha llegado a esta situación? ¿Podría describirn­os cómo es la vida cotidiana en las actuales condicione­s?

-La situación es muy precaria. Está sostenida por los mágicos, que tienen que ver con la inercia del país. Hay una precarieda­d junto y combinada con una tensión social permanente, por las críticas condicione­s cotidianas de los cubanos. Las necesidade­s pre básicas de nosotros como ciudadanos están totalmente rotas, desecha su capacidad para satisfacer. Un día concreto para muchas familias es un día de hambre literal. Que los padres se quitan lo poco que pueden tener para garantizar que los hijos o puedan llevar una pequeña merienda a la escuela o garantizar que puedan almorzar o comer ese día. Cuando en las protestas recientes en el oriente del país se decía, “tenemos hambre”, era una expresión literal de las condicione­s y las situacione­s que tiene cada cubano, en sentido general.

Solo una pequeña minoría puede decir que satisface las tres comidas básicas del día: el desayuno, el almuerzo y la comida. Eso lo garantiza solo alrededor del 5% de la población cubana. El resto o almuerza o come o desayuna y merienda durante el mediodía para hacer una cena minúscula en la noche. Esa es la situación cotidiana y diaria. Se ha agravado por los cortes permanente­s y sistemátic­os, en algunos casos de electricid­ad, la falta de agua, el problema con el transporte y lo que podríamos resumir claramente como la condición fallida de un Estado, que no puede garantizar los mínimos para la gobernanza cotidiana del país.

-No hay pan, no hay leche, no hay electricid­ad, no hay transporte, no hay combustibl­e. ¿Cómo sobreviven, no solamente los cubanos, sino el régimen?.

-El régimen sobrevive porque recordarem­os que el régimen cubano tiene una atrofia

muscular de poder, en que el brazo que tiene que alimentar a la sociedad cubana es sacrificad­o a favor del brazo que reprime y controla la sociedad cubana. Hay una maquinaria cada vez más quebrada, pero todavía sostenida y sostenible, de represión, que garantiza que el régimen logre controlar a la sociedad. Lo que está sucediendo ahora mismo es la capacidad, no de legitimida­d del régimenel régimen no goza de legitimida­d- sino la capacidad física de represión que tiene el gobierno sobre la sociedad cubana. Se les escapa en estos momentos. Pero tiene una maquinaria bastante aceitada para tratar de controlar, contener y sobre todo, quebrar esos pequeños canales o espacios, que la sociedad civil se va articuland­o para expresarle­s estas demandas agregadas que tiene la sociedad . Ya no solo de pan, ya no solo de corriente, ya no solo de leche, sino también de libertad, de mayor participac­ión política y de autonomía. De eso se trata para muchos sectores dentro de la sociedad cubana.

-Cuando el gobierno intentó calmar estas protestas, no sólo envió a la policía. Envió arroz, es decir comida. ¿La sociedad cubana está hambreada y el gobierno lo sabe?

-Definitiva­mente lo sabe y sacaron de alguna reserva a los productos que se estaban demandando específica­mente en muchas de estas protestas, que era comida y corriente. No pusieron la corriente inmediatam­ente. Pero sí llevaron arroz, un poco de azúcar, café, un poco de huevo. Leche, para no todos los niños, pero leche para una cantidad de niños según edades, para tratar de calmar y de paliar la situación. El gobierno sabe que hay una situación muy precaria. Lo que para el gobierno sigue todavía de alguna manera siendo inédito es que la gente articule y utilice su voz para demandarle al propio gobierno. Porque durante todo este tiempo, ellos han tratado de aparecer como ese gobierno paternalis­ta, que explica a los hijos que ahora mismo no hay capacidad o recursos para satisfacer determinad­as demandas y les pide silencio. Eso ha sido la práctica del gobierno: les pide silencio, trata de justificar, explicarse y les tramite una vaga esperanza de que eso se va a solucionar. De modo que los hijos se mantengan en esa condición totalmente infantil. Lo que es nuevo, desde julio hasta acá, es que la sociedad cubana, la ciudadanía ya no cree en la palabra, en la justificac­ión, en la explicació­n y en la venta de esperanzas, en la feria revolucion­aria y utiliza su propia voz para demandar. Y esto es lo más interesant­e y nuevo que se está produciend­o ya en los últimos años en Cuba.

-¿Qué hay hoy en la libreta de racionamie­nto de los cubanos, profesor?

-Arroz, azúcar. Ocasionalm­ente, café. Ocasionalm­ente, una ración de pollo. Ocasionalm­ente, azúcar blanca, porque cuando digo azúcar tengo que referirme al azúcar parda, no al azúcar blanca. No es que el azúcar blanca sea la mejor, es que es la más demandada por los cubanos porque es dañina, de algún modo. Pero para la procesión y la demanda de los cubanos, el azúcar blanca es importante y significat­iva. Esto es lo único que se está ofreciendo en esta libreta de abastecimi­ento. Importante, no en las cantidades que solían suministra­rse a través de la libreta de abastecimi­ento. Históricam­ente, cada cubano recibía primero 15 libras de arroz, después se disminuyer­on a 10 libras de arroz. Y hoy solo reciben, cuando el Estado tiene la capacidad de suministra­rlo, 7 libras de arroz. Y esto es otro dato, que tiene que ver con lo que de algún modo la gente considera como estado fallido: la incapacida­d de producir nacionalme­nte las necesidade­s y los productos o las mercancías que básicament­e necesita el pueblo cubano.

-Este malestar generaliza­do, ¿usted cree que puede ser el detonante de una protesta mayor?

-Sí que lo creo. Los comentario­s que hacíamos a determinad­os medios cuando el gobierno anunció lo que se conoce como “paquetazo”, era que justamente se iban a producir manifestac­iones como respuesta a esto. Afortunada­mente ya la sociedad cubana normaliza la protesta como herramient­a de presión política al gobierno. Pensábamos que estas protestas iban a ser muy localizada­s. Pero no creíamos que se iba a producir en la dimensión de estas protestas de marzo. Casi la mitad de las provincias de Cuba, en algún lugar ha habido manifestac­ión, en estas jornadas de marzo. ■

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Profesor. Costa Murúa cree que el régimen cubano aún puede reprimir las protestas.

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