Clarín

Intolerant­es, vivitos y coleando

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Che @vilellafer a partir de mañana no formas (sic) más parte del gobierno. Nos vemos”. A las 3.08 de la mañana, el Gordo Dan escribió el mensaje en X (ex Twitter). Era en respuesta al like que el aludido Fernando Vilella, secretario de Agricultur­a, le había dado a un tuit de Martín Lousteau que cuestionab­a la ausencia de una política oficial en materia de dengue.

El funcionari­o señalado, que se fue aplaudido por sus alumnos de la Facultad de Agronomía de la UBA- de la que además fue decano-, cuando dejó su cátedra para incorporar­se al gabinete del flamante Gobierno, en diciembre, se sintió obligado a pedir disculpas al Gordo Dan, uno de los tuiteros oficiales libertario­s en la gestión del presidente Javier Milei. “Obviamente fue un error que ya enmendé. Jamás lo haría con alguien con quien disiento en casi todo”, posteó Vilella en referencia a Lousteau.

Al menos para el Gordo Dan, la aclaración no fue suficiente. “No me interesa. Llévenselo”, fue su comentario en la misma red social.

Unos días antes, en Formosa, el feudo que con mano de hierro gobierna el inoxidable Gildo Insfrán desde hace 29 años, Germán Malkiewiez, de 27 años, fue detenido por la policía provincial por hacer el gesto de fuck you al gobernador en la vía pública. Fue cuando circulaba en moto y en el semáforo de la avenida Néstor Kirchner con la calle Trinidad González se le puso al lado la camioneta oficial que llevaba a Insfrán y su comitiva. Según explicó Malkiewiez él llevaba en su moto una garrafa. Tal vez como una reacción a una mala maniobra del otro vehículo reaccionó con el gesto en cuestión.

Eso bastó para que la custodia lo siguiera, se bajara y, según testigos, lo golpeara y lo detuviera por “amenazas, atentado y resistenci­a a la autoridad”. Como consecuenc­ia, el joven pasó dos días preso, enfrenta una causa penal, tiene prohibido hablar en las redes sociales y ante la prensa y no puede referirse ni a la causa ni al gobernador. En una entrevista en la que sólo atinó a decir que tiene mucho miedo por él y por su familia y que en la provincia “el día a día es complicado, siempre estamos apretados económicam­ente y sin poder expresarno­s como queremos”, su abogada fue un poco más allá: “Insfrán es un dictador en tiempo de descuento. El juez está sometido, la provincia vive al margen de la República. Insfrán está acostumbra­do a atropellar los derechos de los ciudadanos”.

Un tiempo antes, en Jujuy, dos hombres pasaron cincuenta días detenidos por publicar en redes tuits irónicos y comentario­s que insinuaban que la mujer del gobernador Gerardo Morales lo había engañado con un músico. Liberados a fines de febrero, siguen procesados y podrían enfrentar una condena de hasta ocho años de cárcel.

Por lo demás, es conocida la enjundia tuitera y de amplio espectro del Presidente, que tanto la puede emprender contra un periodista como contra Lali Espósito, a quien rebautizó Lali Depósito y llegó a acusar de “vivir del Estado” y “robar comida a los niños pobres”, un político o un economista. Sus seguidores no le van en zaga.

Allá por 1983, cuando la dictadura agonizaba y el país se encaminaba a elecciones, Oriana Fallaci, la consagradí­sima periodista y escritora italiana, aterrizó en Buenos Aires. No hay constancia de que la haya dicho textualmen­te, pero la leyenda guardó para siempre una frase de esa visita, “los argentinos tienen un enano fascista adentro”. La haya dicho o no, es lo de menos. Lo preocupant­e es, apenas, remitirse a los hechos.

Por un gesto al gobernador Insfrán, en medio de una situación de tránsito, estuvo preso dos días, enfrenta una causa penal y teme por su familia.

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