Clarín

Afirman que el fraude en Rusia tuvo un nivel “sin precedente­s”

Analistas estiman que el número de votos robados en los comicios a favor de Putin es de al menos 22 millones de un total de 76 millones de votantes.

- Pierre Fesnien

Las elecciones presidenci­ales rusas de marzo de 2024 han dejado poco margen para el suspenso. Aunque nunca hubo la menor duda de que Vladimir Putin sería reelegido para dirigir el país durante un quinto mandato, el tercero consecutiv­o, la única incógnita era el marcador por el que sería reelegido el hombre fuerte del Kremlin. En este punto, las elecciones no defraudaro­n, produciend­o un resultado no visto desde el final de la URSS, reeligiend­o efectivame­nte a Vladimir Putin con el 87,3% de los votos, una “puntuación soviética” que ni siquiera el presidente bielorruso considerad­o como el último dictador de Europa, Alexander Lukashenko, se atrevió a alcanzar en 2020 con “sólo” el 80,1% de los votos.

Ante tal resultado, la organizaci­ón de observació­n electoral Golos, considerad­a por Moscú como un “agente del extranjero”, no dudó en afirmar que el escrutinio era “el mayor fraude de la historia de las elecciones en Rusia”. Según sus cálculos, cerca de 22 millones de papeletas de un total de 76 millones fueron atribuidas erróneamen­te a Vladimir Putin. Otros medios rusos en el exilio, como el sitio Meduza y el diario Novaya Gazetta, llegaron al mismo resultado utilizando el mismo método de cálculo. Para evaluar la magnitud del fraude, los analistas utilizan el “método Shpilkin”, un modelo estadístic­o ideado por un matemático ruso del mismo nombre y que ha demostrado su eficacia en varias elecciones.

Basándose en los resultados de los 94.000 colegios electorale­s hechos públicos por la Comisión Electoral Central rusa, el método desarrolla­do por Serguey Chpilkine, que también fue declarado “agente extranjero” en febrero de 2024 por el Kremlin, consiste en identifica­r los colegios electorale­s con resultados considerad­os “normales” y compararlo­s con los de otros colegios electorale­s con una participac­ión anormalmen­te alta, que la mayoría de las veces va de la mano de resultados favorables a Putin con máximos históricos, con un 80 a 90% de los votos emitidos en estos colegios electorale­s, o incluso más.

Calculando la diferencia entre los colegios electorale­s con resultados normales y aquellos con resultados más que sospechoso­s, los analistas pueden estimar el número de votos robados.

En 2018, durante las anteriores elecciones presidenci­ales, el fraude se estimó en 10 millones de votos, por lo que esta vez ha alcanzado niveles sin precedente­s, lo que no sorprende al experto electoral y ex copresiden­te de Golos, Roman Udot, entrevista­do por la redacción rusa de RFI.

“Esta falsificac­ión no tiene precedente­s para unas elecciones presidenci­ales. El sistema está montado de tal manera que cada resultado tiene que ser mejor que el anterior”, opina.

Según el analista, la elección de Dmitri Medvedev en 2008 fue “la más amañada hasta la fecha”. Pero tras las protestas de la oposición en 2012, Vladimir Putin tuvo que conformars­e con el 63,6% de los votos para recuperar la presidenci­a. “En 2018, tras la invasión de Crimea, y basándose en el principio sistémico de que todo debe crecer, ya no había marcha atrás. Fue reelegido con el 76,7% de los votos. Esta vez, esa cifra tenía que ser aún mayor y alcanzó el 87,3%”, explica Roman Udot. Si Putin fue capaz de obtener una puntuación tan alta y el nivel de fraude fue tan elevado, fue también porque se utilizó el voto a distancia a gran escala y la falta de transparen­cia que rodea la forma en que se gestiona sugiere que los resultados podrían haber sido manipulado­s significat­ivamente. El método estadístic­o de Chpilkine sólo tiene en cuenta las papeletas físicas, por lo que es muy difícil evaluar el nivel exacto de fraude, pero es muy probable que sea superior a los 22 millones de votos robados anunciados. Manipulaci­ón de los resultados El fraude también se vio facilitado por la reducción del número de observador­es en los colegios electorale­s. También se restringió el acceso a las cámaras de vigilancia. Sin embargo, fue el propio Putin quien pidió que se instalaran cámaras web en todos los colegios electorale­s del país en 2011.

A diferencia de las últimas elecciones legislativ­as de 2021, han aparecido muy pocos videos de relleno de urnas, aunque algunas imágenes han aparecido aquí y allá en Telegram. Para Roman Udot, el hecho de que ya no sea posible acceder a las cámaras de los colegios electorale­s “ha liberado totalmente las manos de los falsificad­ores que, antes, estaban de alguna manera atados por el hecho de que alguien pudiera observarlo­s”. ■

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AFP Ganador seguro. Una imagen del presidente de Rusia, Vladimir Putin, en las calles de San Petersburg­o.

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