Clarín

Le dicen voucher, es un paliativo

- rbraginski@clarin.com Ricardo Braginski

“En los últimos meses no se ha visto un pase masivo de familias de las escuelas privadas a las estatales”, explica Martín Zurita, dirigente de los colegios privados. “Lo que sí se ha visto es un movimiento de familias desde escuelas de mayor cuota a escuelas de cuota media; y desde escuelas de cuota media a escuelas de cuota más económica”, agrega. “Ahora, hay un sector de la población, que manda a sus hijos a las escuelas más económicas, que ya no las pueden sostener”, termina la explicació­n.

Para este último sector, el que corre riesgo de “caerse” de la escuela privada, fue pensada por el Gobierno la medida anunciada la semana pasada: un subsidio (vía Anses) de la mitad de la cuota de cada alumno, siempre que no supere los $54.396, el colegio privado tenga 75% de aporte oficial y los ingresos del grupo familiar no superen $1.419.600.

Por más que el Gobierno llame a esto “Programa de vouchers educativos” (para acomodarlo al relato de la campaña de LLA), no es más que un nuevo subsidio para la educación de gestión privada, que ya de por sí tiene sus históricos subsidios.

Probableme­nte seducidos por el título de los vouchers, muchos expertos se enfrascaro­n en la discusión acerca de si esta medida implica una visión distinta acerca de cómo se financia la educación en la Argentina.

Y si puede tener alguna implicanci­a educativa, como sucedió en países donde sí hubo reformas importante­s que incluyeron cambios en el financiami­ento, como en Chile.

Pero no. Es solo cuestión de mirar la resolución oficial de los “vouchers”. Allí queda claro que es solo una ayuda oficial para que las familias no dejan las escuelas privadas.

Hay un párrafo que llama la atención. Es el que argumenta que en “el contexto actual, producto de la situación económica heredada, se hace necesario asistir a familias cuyos hijos concurren a institucio­nes de educación privada que reciben aporte estatal, con la finalidad de garantizar la permanenci­a de los alumnos en dichas institucio­nes”.

¿Situación económica heredada? Está clara la dura herencia, pero lo que disparó el problema -el descripto por Zurita- más que eso fue el brutal ajuste de los últimos 3 meses, con precios libres y desbocados, y salarios que se retrasan cada vez más.

La medida no es un voucher, ni fue pensada desde un punto de vista educativo. En rigor, es un paliativo ante el drama social provocado, que además necesita de más paliativos en otros sectores de la vida social.

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