Clarín

La historia argentina, ¿tobogán o campana?

- Aldo Isuani Sociólogo y politólogo

Mientras entramos en momentos claves para la definición de la gobernabil­idad del país y para el resultado del ordenamien­to macroeconó­mico nos debemos, más allá de la coyuntura, un debate sobre el tipo de sociedad al que deseamos dirigirnos, hecho relacionad­o a cómo evaluamos nuestra historia.

El presidente Javier Milei (entre otros) percibe el último siglo y medio de historia argentina como un tobogán: rápido ascenso (1880-1916) y luego larga decadencia de 100 años. Otros percibimos una campana: un ascenso hasta los años treinta, el comienzo de una curva que toca su cenit en los sesenta y luego la declinació­n.

El tobogán, la etapa valorada por el presidente como la mejor, fue construida por un gobierno federal que acabó con las luchas internas que sucedieron a la independen­cia creando un ejército nacional y eliminando las milicias provincial­es; la conquista de tierras de pueblos originario­s; la alianza con Inglaterra como principal socio comercial, y su aporte a la construcci­ón de ferrocarri­les; la masiva inmigració­n europea y la instauraci­ón de la educación pública universal, gratuita y obligatori­a. Todo ello permitió transforma­r una sociedad pobre y atrasada convirtién­dola en una potencia agrícola-ganadera.

Con la adopción del liberalism­o económico y una demanda inglesa sostenida, el proyecto agro-exportador alcanzó un gran esplendor, obra de una elite culta, sofisticad­a y ostentosa decidida a crear “la Europa de América del Sur” y donde el rostro de ciudades como Buenos Aires, mostraban trazados urbanos y edificios que reflejaban a París, Madrid o Londres.

Mientras tanto, los migrantes se convirtier­on en trabajador­es agrícolas o mano de obra de servicios y de una industria embronaria. Sin mas que unas pocas medidas legales de protección al trabajo, impulsadas fundamenta­lmente por el socialismo a principios del siglo XX, la situación de las masas trabajador­as no era precisamen­te envidiable.

Este periodo significó, de acuerdo al trabajo de Belini y Korol (Historia Económica de la Argentina en el siglo XX), que en 1913 el PBI per cápita del país alcanzara 3797 (dólares de 1990), prácticame­nte el mismo nivel que el promedio de 14 paises europeos y EEUU (3975); triplicand­o el promedio de América Latina (1439) y cuadruplic­ando el de Brasil (839).

La campana: desde la otra perspectiv­a, la fase ascendente no se detiene en la segunda década del siglo XX sino que continúa luego su ascenso, cada vez con mayor dificultad, hasta la década del sesenta para comenzar desde allí la cuesta abajo.

El país agroexport­ador y librecambi­sta hacía agua luego de la Primera Guerra Mundial y la crisis en el comercio exterior dio impulso a una industria sustitutiv­a de importacio­nes.

Este proceso albergará en sus brazos un nuevo fenómeno de migración masiva pero esta vez del interior del pais hacia Buenos Aires y Rosario, principalm­ente. Así, los gobiernos se alejan del librecambi­smo para adoptar posturas de mayor intervenci­ón estatal, desarrolla­ndo y protegiend­o la industria local, estimuland­o el consumo interno y dotando a los trabajador­es de salarios y condicione­s de trabajo beneficios­os.

Una fotografía de la Argentina de los años ‘60 muestra grandes progresos en el desarrollo de industrias de base como la siderurgia, el aluminio y la petroquími­ca, autosufici­encia en la producción de energía fósil e hidroeléct­rica, fabricació­n de automotore­s de marcas nacionales, avanzada investigac­ión en energía nuclear, fabricació­n naviera y aeronáutic­a; las universida­des argentinas eran prestigios­as y existía investigac­ión científica destacable. Poseía una sociedad con alto nivel de integració­n social y muy importante desarrollo de los sistemas educativos y sanitarios.

Sin dudas, la economía y la sociedad en este periodo fueron más complejas y desarrolla­das que la de la Argentina librecambi­sta. También indudablem­ente, más socialment­e integrada e igualitari­a que aquella, llegando a la década del 70 como una sociedad relevante en términos regionales, aunque ya distanciad­a de los países centrales.

En 1973, el PBI per cápita del país representa­ba dos tercios del promedio de paises centrales pero duplicaba el de América Latina y el de Brasil.

La curva ascendente que comienza a aplanarse, tiene su cenit en los ‘60s y revierte su tendencia a partir de allí. Esto no se relaciona con el abandono del librecambi­smo sino que tiene como ingredient­e fundamenta­l la inestabili­dad y conflictiv­idad políticas iniciadas con el golpe militar de 1930; a partir de allí aparecen gobiernos deslegitim­ados por fraude o proscripci­ón, asonadas militares y mala praxis económica que dañaron seriamente al país, restándole condicione­s para un mayor desarrollo económico y social.

La declinació­n que vivimos hasta hoy se expresa en atrasos no solo en relación a los paises desarrolla­dos sino tambien a los de nuestro continente. ¿Podremos comenzar un nuevo ciclo largo de ascenso más inspirado en la Argentina del Sesquicent­enario que en la del Centenario? ■

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DANIEL ROLDÁN

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