Asesinato en el country: investigan si la empleada fue parte de un plan
Roberto Wolfenson (71) fue asesinado en su casa. Las pruebas que incriminan a la mujer detenida el sábado.
La investigación por el crimen de Roberto Wolfenson (71) dio un giro inesperado. Detuvieron a la empleada doméstica y allanaron la casa de un vigilador del barrio La Delfina. Las pruebas parecen sólidas pero hay algunos interrogantes alrededor de la investigación.
Ayer, Graciela Orlandi (70), la viuda de Wolfenson, declaró por segunda vez ante el fiscal Germán Camafreitas.
Todo empezó durante la madrugada del sábado en casa de Rosalía Soledad Paniagua (34), la última persona que vio a Wolfenson con vida. La mujer, que trabajaba como empleada doméstica en la casa de Pilar, llevaba apenas 20 días en el puesto porque reemplazaba al personal de vacaciones.
Fue Orlandi quien la contrató por recomendación, según se supone, de José J., un portero contratado por la administración del barrio.
Orlandi sostuvo, a través de su abogado Alejandro Broitman, que el crimen de su esposo fue en el contexto de un robo. Fue ella la que, días después del crimen, notó que faltaba un parlante bluetooth rojo marca Thonet Vander y que sería clave para conseguir la detención de Paniagua.
En la ampliación de su declaración, Orlandi reconoció que se había transferido dinero desde las cuentas de su esposo. Una parte en dólares y otra en pesos. Lejos de considerar sospechoso el movimiento poco después de conocer la muerte de su pareja, dijo que lo hizo "por temor a que –ante la falta del celular de Wolfenson– se transfirieran el dinero".
También que entró a su WhatsApp desde la computadora del empresario y que había sido ella quien había contratado a la detenida. Hubo, durante la testimonial, un fuerte cruce entre Tomás Farini Duggan, el abogado de los hijos de Wolfenson, y Broitman, que lo acusó de presionar a la viuda como "instigadora del crimen".
Para la fiscalía no parece haber indicios en ese sentido y apuntan a la hipótesis del robo como desencadenante del crimen. Un celular, un parlante, una menorá (un candelabro de siete brazos propio
También allanaron la casa de un vigilador del barrio La Delfina.
de la religión judía) y unos auriculares, fueron los faltantes detectados por la familia.
El allanamiento se logró gracias a las cámaras de seguridad y a un trabajo en conjunto de Camafreita con la fiscalía especializada en ciberdelitos, a cargo de Alejandro Musso. Los investigadores analizaron las cámaras de seguridad de Trenes Argentinos donde se ve a la empleada llegando a la estación de Derqui a las 14.18, a la misma hora en la que las antenas de telefonía celular detectaron la activación del celular de la víctima.
En las imágenes se la ve manipular dos teléfonos. Uno con una funda similar a la descripta por la familia y que se correspondía al teléfono de la víctima.
El entrecruzamiento de antenas y de cámaras de seguridad estableció que el teléfono de Wolfenson se activó por última vez a las 9.28 en su casa de La Delfina.
La siguiente conexión ocurrió el 22 de febrero entre las 14.21 y las 14.22 pero en el centro de Derqui, en la antena que corresponde a la estación de trenes.
A las 14.04 la tarjeta SUBE de Paniagua confirmó que se tomó el colectivo 228F en dirección a esa estación y, efectivamente, las cámaras la detectaron en el andén a las 14.20.
Minutos antes, a las 14.18, encontraron otra cámara de la entrada de la estacion en la que, según fuentes del caso, se la ve "ofrecer el teléfono a una transeúnte". Para ellos, era el teléfono de Wolfenson.
En paralelo, Paniagua tenía su propio celular. En las filmaciones se ve claramente cómo manipula dos aparatos. Con uno envía audios y responde mensajes. Esa línea impactó en la misma antena, a la misma hora, que el de Wolfenson.
Toda esa información del área de ciberdelitos permitió que Camafreita consiguiera una orden de allanamiento. Pero fue el parlante bluetooth el que permitió la detención. En la casa de Paniagua secuestraron el dispositivo.
Este fin de semana, además, allanaron la casa de José J. Él debería haber revisado a la empleada doméstica cuando salió el 22 de febrero. No lo hizo.
Para quienes lo conocen, es improbable que José haya tenido que ver con el homicidio del ingeniero: es empleado del barrio hace más de 20 años.
En La Delfina la seguridad está a cargo de la empresa Watchman. Ante al consulta de este diario negaron que el último allanado sea empleado de esa empresa y aclararon que corresponde a la administración del barrio la contratación de los porteros.