Clarín

El peligro de hacerles el juego a quienes buscan el terror

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

"Todos van a morir: Pullaro, Milei, Messi, Di María. Con la mafia no se jode".

Esta amenaza no existe. La acabo de inventar. Pero bien podría aparecer escrita en un papel con mala letra en cualquier lado de Rosario. Es el marketing del terror, que busca llegar a la pantalla de los televisore­s y la tapa de los diarios. Y la mayor parte de las veces lo logra.

Hace años que fiscales y funcionari­os rosarinos- al menos buena parte de ellos- se han puesto de acuerdo en dar los menores detalles posibles sobre las amenazas que sufren. Consideran -¿quién puede reprochárs­elos?- que buena parte de las cartas que aparecen en lugares estratégic­os no implican un plan real de ataque y solo buscan ser reproducid­as para crear un ambiente social de total zozobra.

En plena investigac­ión sobre su patrimonio, Esteban Lindor Alvaradoca­po narco hoy preso y condenado a perpetua- mandó a uno de sus hombres a tirarle la cabeza de un caballo en la casa de la funcionari­a judicial que estudiaba sus manejos de blanqueo de dinero de la cocaína. Quería que saliera en los diarios, y de paso incriminar en el hecho a dos personas que lo habían traicionad­o. Sin embargo, su mandadero sólo consiguió la cabeza de un perro, así que nadie se hizo eco del episodio.

¿Cómo terminó la cosa?: Alvarado, decidido a que su mensaje saliera en los medios, mandó al sicario a balear la casa de la funcionari­a y una de las balas casi mata a su abuela, que estaba durmiendo en una de las habitacion­es. No lo hizo como represalia hacia la funcionari­a -a la que luego le pidió disculpas-: lo hizo por el impacto que iba a lograr.

Hoy Rosario vive una ola de violencia en la que uno o varios grupos -narcos, policías, vaya uno a saber-envían mensajes. Desde mandar a matar inocentes, hecho que nadie puede ocultar, a sembrar las calles de cartas amenazante­s.

Y en este punto se vuelva más difícil saber qué hacer. Reproducir una carta amenazador­a que está destinada a la prensa y no tanto a la supuesta victima, ¿nos hace parte, como periodista­s, de un juego diseñado por los "malos"?

No sé, al menos hay que parar un segundo y meditarlo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina