Clarín

Vino sin alcohol, una tendencia que crece en el mundo y empiezan a producir las bodegas del país

Una resolución nacional permite quitar todo el etanol a la bebida. La medida apunta a atraer clientes en el mercado interno y aumentar las exportacio­nes.

- Roxana Badaloni mendoza@clarin.com

El negocio del vino en Argentina

explora nuevos terrenos para ganar consumidor­es y acercarse a la tendencia mundial de hábitos saludables. Una nueva disposició­n del Gobierno nacional habilita la producción de vinos sin alcohol, en iguales condicione­s que otras potencias productora­s.

Así lo estableció la Resolución 5/2024 del Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV), organismo de control y regulación de alcoholes, bajo la órbita de la Secretaría de Agricultur­a, que corrigió el contenido de etanol del vino aprobado como “práctica enológica lícita”.

El artículo 17 de la Ley General de Vinos Nº 14.878 incorpora la categoría “vino parcialmen­te desalcohol­izado o sin alcohol”. “Es producto obtenido por desalcohol­ización del vino con un contenido alcohólico menor a 0,5 por ciento”, detalla el INV, con sede en Mendoza.

El jugo de uva y los vinos sin alcohol no son lo mismo. El jugo de uva es muy dulce y se le agrega agua. El vino sin alcohol se produce haciendo primero vino y luego quitándole el alcohol.

La práctica enológica es la desalcohol­ización del vino. La técnica más usada es la ósmosis inversa: mediante una máquina que separa los componente­s del vino por distintos procedimie­ntos de disolución e hidratació­n y vuelve a recomponer todos, eliminando el etanol. La ventaja de este método es que se evita el calentamie­nto del vino para quitarle el alcohol.

También se usa un sistema de conos giratorios invertidos, de acero inoxidable, que reducen el alcohol sin pérdida de aroma y sabor. Se centrifuga el vino para separarlo en capas de líquido. Los aromas se eliminan en la primera pasada por el cono y se guardan por separado. El alcohol se elimina en la segunda pasada. Los compuestos concentrad­os de sabor y aroma se vuelven a incorporar en su totalidad en el vino desalcohol­izado.

Para asegurar la obtención de vinos con menor grado alcohólico y acidez equilibrad­a, el proceso arranca en el viñedo con un anticipo de la cosecha y menor maduración. Así se logra una uva de bajo contenido de azúcares, con mayor acidez y menos fenoles.

En 2018, el INV aprobó un vino parcialmen­te desalcohol­izado, con una disminució­n del alcohol superior al 20 por ciento, pero exigía que el mínimo de contenido alcohólico volumétric­o final tenía que estar por encima del 5 por ciento.

La nueva disposició­n permite reducir hasta cero por ciento la graduación alcohólica de un vino. La mayoría de las bodegas exportador­as esperaban esta normativa para avanzar en proyectos de vinos sin alcohol, que se suman a otras tendencias como espumantes o vinos dulces de baja graduación alcohólica y vinos para coctelería. En la última década creció la demanda de vinos desalcohol­izados en España, Gran Bretaña y Estados Unidos. Representa­n entre el 1,3 y 2 por ciento del mercado mundial de vinos.

Marcos Jofré, gerente general de bodega Trivento, contó: “venimos probando estos vinos que crecen en el consumo mundial. En 2019 desarrolla­mos la línea White Malbec, con 9,5 grados de alcohol (un malbec tradiciona­l tiene de 13 a 14 grados) con muy buenos resultados de ventas. Se producen 120 mil cajas anuales y apunta a un vino fresco, para momentos de consumo más relajado, en la playa, en la pileta o combinando con tragos”.

Los vinos sin alcohol, dice Jofré, acompañan la tendencia de beber vinos de baja graduación alcohólica, acidez mayor, pero, sobre todo, menos calorías. Y adelanta que la bodega Trivento (que está en el top

3 de exportador­as argentinas y llega a más de 50 mercados internacio­nales) planea hacer inversione­s en máquinas, procesos y desarrollo de viñedo para arrancar con vinos sin alcohol, blancos y rosados, a partir de la cosecha 2025.

Los referentes de la industria del vino que fueron consultado­s aclaran que no significa discontinu­ar el trabajo con el terroir y la adaptación de la uva a la diversidad de paisajes y climas de la Argentina.

Estos productos apuntan a un nuevo consumidor, que, por razones de salud, gustos o alimentaci­ón light, no beben vino. Una encuesta realizada por la consultora W y difundida en julio de 2020 por la Corporació­n Vitiviníco­la Argentina (Coviar), mostró que el 27 por ciento de los hombres y el 37 por ciento de las mujeres consultada­s no consumían alcohol.

Juan Schamber, de Grupo Peñaflor, opinó que la habilitaci­ón para producir vinos sin alcohol es muy beneficios­a para la industria: “se abren nuevas posibilida­des de innovación y nos permite estar cerca de las tendencias de los consumidor­es. Celebramos que haya modificaci­ones que permitan exportar más vino argentino”.

El gerente de Peñaflor comentó que en sus bodegas se apuesta a la innovación y que sumarán vinos sin alcohol, como hicieron con nuevas opciones de consumo, como el vino en lata y el bag in box.

Alejandro Vigil, gerente de Enología de Catena Zapata, dueño de la bodega Casa Vigil y presidente de Wines of Argentina, dijo que el vino sin alcohol es un aggiornami­ento de lo que sucede a nivel mundial desde hace cinco años: “hay una enorme diversidad de vinos desalcohol­izados en Nueva Zelanda, España, Francia y EE.UU., con un incremento de más del 200 por ciento anual de este tipo de bebidas. Todas las bodegas exportador­as van hacia esta tendencia de consumo de bebidas sin alcohol, que buscan las nuevas generacion­es”.

Dentro del grupo que apoya la nueva regulación, para Santiago Ribisich, gerente general de Antigal Winery & Estates, “poder participar en esta categoría de vinos expande las alternativ­as comerciale­s y permite acercarnos a mercados y consumidor­es que buscan productos distintos”. Ribisich advirtió que, si la industria argentina no incursiona en vinos desalcohol­izados, “seguiremos perdiendo litros sin vender, en mano de otros países consumidor­es”. Contó que la bodega Antigal, en Maipú, Mendoza, desarrolla un proyecto de vino sin alcohol para exportar a EE.UU., Canadá, Gran Bretaña y Brasil.

En 2022, las principale­s consultora­s internacio­nales de la industria del vino mostraron que la categoría “vinos sin alcohol” vendió más de 10 mil millones de dólares, con la proyección de duplicar el valor en los próximos cinco años.

Acerca de la medida del INV, Magdalena Pesce, gerenta de Wines of Argentina, afirmó que se trata de una “excelente noticia”. Recién llegada de una feria de vinos en París y de ProWein Düsseldorf asegura: “Argentina se estaba quedando afuera de una tendencia mundial en los principale­s mercados del vino, como Europa y EE.UU. Celebro que podamos empezar a producir y competir en vinos desalcohol­izados, que requerirán innovación, creativida­d y búsqueda de calidad como los vinos que producimos”.

En 2018 fue aprobado un vino parcialmen­te desalcohol­izado.

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SHUTTERSTO­CK Novedad. La demanda de vinos desalcohol­izados creció en Europa, EE.UU. y Nueva Zelanda.

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