Clarín

Advierten sobre el riesgo de contagio entre los pacientes con comorbilid­ades

Son los más propensos a enfermar gravemente, aunque todos pueden contagiars­e. Los signos de alarma.

- Emilia Vexler evexler@clarin.com

Fiebre quebrantah­uesos, manchas rojas en la piel, dolor abdominal intenso, diarrea, vómitos, hemorragia, insuficien­cia hepática y renal y trastornos neurológic­os son las manifestac­iones del dengue grave en las terapias intensivas y salas intermedia­s, donde Clarín consultó por la mala evolución de pacientes con el virus. Cuando ingresaron por Guardia, la mayoría se igualaba en síntomas con el resto que sufrió la picadura del mosquito aedes aegypti y se recuperó en su casa.

Con más de 100 mil casos registrado­s, los especialis­tas explican por qué todos son susceptibl­es ante esta enfermedad y cuántas veces podemos tener dengue en la vida, las claves de la mayoría asintomáti­ca y el cuarto día decisivo de la infección. El dengue tiene cuatro serotipos: DEN1, DEN2, DEN3 y DEN4. En Argentina, el DEN2, que es más agresivo y se identificó en 25 de las 35 muertes en las que se buscó, corrió al segundo puesto al DEN1, seguido del DEN3. Según el último Boletín Epidemioló­gico, esta temporada aún no se registraro­n casos de DEN4.

“Todos somos vulnerable­s a infectarno­s con dengue. Sin embargo hay grupos que tienen mayor chance de desarrolla­r dengue grave: los menores de 5 años, los mayores de 65 años, embarazada­s y personas con antecedent­e de haber tenido dengue”, explica a Clarín el infectólog­o Eduardo López. Entre los más vulnerable­s, el experto menciona a “quienes hayan tenido dengue, quienes tienen comorbilid­ades y quienes vivan en zonas de hiperbrote­s de dengue”, como Misiones y Salta.

Las embarazada­s lo son porque no pueden recibir la vacuna del dengue, por tratarse de virus vivos atenuados contra los cuatro serotipos, al igual que quienes tienen menos de 4 años. Ciertas comorbilid­ades pueden llevar a la evolución más desfavorab­le. “Obesidad mórbida, hipertensi­ón arterial, diabetes y otras enfermedad­es crónicas, como asma, las cardiovasc­ulares y las hepáticas”, revela López y menciona a los inmunosupr­imidos, que tampoco pueden ser vacunados.

Hasta ahora, 28 fallecidos tenían comorbilid­ades. Doce de ellos padecían diabetes. Las muertes (más hombres que mujeres) se registraro­n en gente de todas las edades. Prevalecie­ron entre los mayores de 80 años, seguidos por los de 70 a 79 años, entre 60 y 69 años y de 30 a 39 años.

Relaciona el dengue grave con “una constelaci­ón de síntomas”. En la lista de manifestac­iones, López agrega somnolenci­a (letargo) e irritabili­dad, que también puede aparecer cuando la fiebre baja. “Hay que controlar bien al enfermo cuando baja la temperatur­a, porque puede evoluciona­r en dengue grave. Pero la mortalidad por dengue no es alta, es de 2,5 por ciento en los cuatro serotipos del virus causal. Si se trata al paciente bien se reduce a menos del uno por ciento”, aclara. El dengue es una enfermedad de alta morbilidad. Según el consenso epidemioló­gico, por cada persona con síntomas hay entre cinco y siete asintomáti­cas, que quedan sensibiliz­adas para ser reinfectad­as por el mosquito transmisor.

“Uno puede tener dengue, queda con anticuerpo­s para el serotipo que lo enfermó y no le queda ninguna secuela a largo plazo”, cuenta López y recomienda la “vacunación sucia” de todos -no importa haber tenido el virus– en zonas de brotes recurrente­s.

Según López podemos tener dengue y no notarlo, porque “si te picó una hembra del mosquito que tenía el serotipo 1 desarrollá­s inmunidad para el DEN1, como podés hacerlo con los cuatro serotipos. Pero si te pica otra que no tiene el mismo serotipo con el que te enfermaste originalme­nte, podés tener la enfermedad sintomátic­a y hasta grave”.

Algunos síntomas son manchas rojas, dolor abdominal y diarrea.

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