La ex KGB rusa vuelve a la carga contra Ucrania por el atentado
La agencia de espías rusa dijo que los terroristas iban a ser “recibidos como héroes” en Kiev. También involucró en el ataque a los servicios occidentales.
Rusia volvió a cargar sobre Ucrania este martes acusándola abiertamente de complicidad con los terroristas utraislámicos que atentaron contra el salón de conciertos el pasado viernes, causando 139 muertos y decenas de heridos. Ello pese a que la organización ISIS-K, con sede en Afganistán reivindicó en dos oportunidades el ataque, identificó a sus comandos y hasta divulgó un video de la masacre.
El Kremlin movió a sus jefes máximos de inteligencia de la ex KGB para sostener la narrativa impide el debate sobre la inseguridad dentro del país unificando el desafío en un solo enemigo.
Alexander Bortnikov, jefe del FSB, el nombre actual de la KGB , el servicio ruso de seguridad en el cual Vladimir Putin sirvió durante años, reconoció que no está claro aún quién ordenó el ataque pero insistió que los terroristas planeaban ir a Ucrania y allí iban a ser “recibidos como héroes”. No aclaró la fuente de su información ni de qué modo se haría ese viaje atento a que la frontera entre los dos países esta en manos de las tropas rusas.
“Pensamos que la acción fue preparada por ultraislámicos y que, por supuesto, fue facilitada por servicios occidentales, y que los servicios especiales ucranianos están directamente implicados”, declaró Bortnikov, citado por la agencia de prensa Ria Novosti.
“Por supuesto, fue Ucrania”, declaró a su vez Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad ruso al ser consultado sobre si el responsable del ataque del viernes fue Kiev o el ISIS-K.
Putin reconoció el lunes que “islamistas radicales” llevaron a cabo el ataque, pero sugirió que estaban vinculados a Ucrania, país contra el cual lanzó una ofensiva hace dos años. Ucrania niega firmemente cualquier implicación en este ataque.
El Kremlin ha expresado su confianza en las agencias de seguridad rusas, a pesar de que han surgido interrogantes en el país sobre cómo no lograron frustrar el atentado pese a advertencias públicas y privadas muy tempranas de Estados Unidos.
El atentado del viernes supuso un duro golpe para Putin, poco más de una semana después de que consiguiera un nuevo mandato tras unas elecciones sumamente opacas con toda la oposición inhabilitada y que presentó como un plebiscito a su operación militar en Ucrania.
El lunes, Putin dijo por primera vez que “islamistas radicales” estaban detrás de la matanza en el Crocus City Hall, pero trató de vincularla a Kiev. Sin aportar pruebas, Putin relacionó el atentado con una serie de incursiones en territorio ruso de grupos de sabotaje proucranianos, y dijo que todos ellos formaban parte de los esfuerzos por “sembrar el pánico”.
El martes, un octavo sospechoso del atentado fue puesto en detención preventiva.
Los cuatro presuntos atacantes se encuentran ya en prisión preventiva desde el sábado y podrían ser condenados a cadena perpetua.
Al menos uno de ellos es de Tayikistán, un país de Asia Central.
Otros tres sospechosos fueron puestos bajo detención preventiva el lunes. Según la agencia de noticias Ria Novosti, se trata de un padre y dos de sus hijos, uno de los cuales, nacido en Tayikistán, tiene nacionalidad rusa.
Según las autoridades, el octavo sospechoso detenido es de Kirguistán, un país de Asia Central vecino de Tayikistán. Según la agencia de noticias Interfax, tiene 31 años y posee la nacionalidad rusa.
En la audiencia, afirmó que no conocía a los presuntos cerebros del atentado ni estar al tanto del proyecto, de acuerdo a Interfax.
El hombre aseguró que “necesitaba un arrendatario” porque tenía un apartamento en alquiler.