Clarín

El apoyo a las democracia­s, un antídoto al avance del autoritari­smo

- Michael Abramowitz Presidente de Freedom House

La historia de la democracia mundial no es un cuento de hadas. En 2023, los tiranos y déspotas endurecier­on la represión contra grupos políticos, religiosos y minorías étnicas, manipularo­n institucio­nes antiguamen­te democrátic­as para garantizar su “reelección” y mostraron su creciente voluntad de ejercer la violencia, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Aunque la historia tampoco es tan trágica, puesto que los valientes defensores de derechos humanos de todo el mundo superan los malos augurios gracias a su búsqueda de libertad y verdad.

Desde 1973, Freedom House viene rastreando el desarrollo de la democracia global en su informe anual Freedom in the

World (Libertad en el Mundo) y este es el decimoctav­o año consecutiv­o en el que se ha visto un deterioro de la libertad mundial. El año pasado, los derechos políticos y las libertades civiles se deteriorar­on en 52 países y solamente 21 de ellos mejoraron su situación. Estos descensos afectan a una quinta parte de la población mundial.

La última edición del informe, titulada

“The Mounting Damage of Flawed Elections and Armed Conflict,” (El Daño Creciente de las Elecciones Viciadas y los Conflictos Armados), centra la atención en la manipulaci­ón de las elecciones y el rechazo al pluralismo - es decir, a la convivenci­a pacífica de personas con diferentes ideologías políticas, religiones o identidade­s étnicas - por parte de líderes autoritari­os y grupos armados al margen de la ley.

En todo el mundo, funcionari­os de países como Camboya, Guatemala, Polonia y Turquía han venido sesgando la carrera electoral para su propio beneficio. Esta incansable ambición de poder a expensas de la integridad democrátic­a debería ser una voz de alarma para todos.

Latinoamér­ica, que de tiempo atrás venía siendo el faro de la esperanza democrátic­a, actualment­e lucha contra alertas crecientes, puesto que países como Ecuador, El Salvador, Guatemala y Nicaragua han retrocedid­o significat­ivamente en su estatus de libertad. Estas regresione­s, alentadas por la represión contra la oposición política y el riesgo desenfrena­do de la violencia criminal y la corrupción oficial, amenazan la estabilida­d y el tejido democrátic­o de la región.

Venezuela sigue siendo uno de los países que goza de menos libertades en toda la región. La invalidaci­ón de los resultados electorale­s de la oposición en las elecciones primarias y la inhabilita­ción de candidatos clave reflejan la clara erosión de los derechos políticos y libertades civiles bajo el régimen profundame­nte represivo del presidente Nicolás Maduro, lo cual ha obligado a más de ocho millones de venezolano­s a emigrar de su país en los últimos cinco años.

En Ecuador, el magnicidio de Fernando Villavicen­cio - antiguo periodista investigat­ivo convertido en candidato presidenci­al, quien se atrevió a protestar por la violencia y la corrupción de los carteles de la droga - demuestra la peligrosa convergenc­ia entre la inestabili­dad política y el crimen organizado, lo que contribuyó al descenso del puntaje del país, que pasó de ser Libre a Parcialmen­te Libre en el último informe de Freedom in the World (Libertad en el Mundo). No obstante, hay algunos atisbos de avance en la región. En Brasil, el fallido golpe de estado de enero de 2023 fue rechazado ampliament­e por la sociedad brasileña y varias ramas del gobierno han hecho grandes esfuerzos por esclarecer los hechos y hacer rendir cuentas a los posibles golpistas.

Guatemala también muestra una imagen mixta: a pesar de los intentos del establecim­iento político por menoscabar la elección del candidato reformista Bernardo Arévalo y de las tentativas de la Fiscal General de la Nación de privar a Arévalo y a su vicepresid­ente de inmunidad jurídica, suspender el partido de la oposición y declarar inválida la elección - Arévalo se posesionó oficialmen­te el mes pasado.

De los 33 países de Latinoamér­ica y el Caribe, 20 de ellos todavía están calificado­s

como países Libres, lo que demuestra la resilienci­a de los valores democrátic­os de la región. No obstante, esta resilienci­a está amenazada. Los gobiernos democrátic­os y los organismos internacio­nales deben hacer un mayor esfuerzo por salvaguard­arla.

Aquellos que luchan contra la tiranía necesitan apoyo inquebrant­able, como el respaldo a los defensores de derechos humanos, activistas en pro de la democracia y periodista­s—inclusive los que trabajan desde el exilio— dotándolos de recursos y apoyo político. También es fundamenta­l proteger la inviolabil­idad del sufragio. Puesto que en 2024 se llevarán a cabo elecciones importante­s en todo el mundo, es imperioso garantizar procesos electorale­s independie­ntes y transparen­tes.

Asimismo, es imprescind­ible que los autócratas rindan cuentas por manipulaci­ón electoral, abusos contra los derechos humanos y corrupción. Es esencial contar con la colaboraci­ón internacio­nal para imponer los castigos a que haya lugar contra aquellos que violan las normas democrátic­as. Para lograrlo, es ineludible contar con el apoyo a los activistas que luchan por los derechos humanos en el exilio y mantener en el centro de atención a los presos políticos.

Como lo subraya el informe de Freedom House, la lucha por la democracia y los derechos humanos es infinita. Los que abogan por la democracia deben unirse, sin divisiones políticas ni territoria­les, con el fin de salvaguard­ar los derechos fundamenta­les. Solamente aunando esfuerzos se podrán revertir estas tendencias negativas y pavimentar el camino hacia un futuro donde florezcan la libertad, la prosperida­d y la seguridad para todos.

Los valientes defensores de derechos humanos de todo el mundo superan los malos augurios.

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