Clarín

El “cheto” que les robaba a los amigos

Cómo definieron a Nicolás Pachelo su ex y otros testigos. Su historia.

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

Hace 17 años, Nicolás Roberto Pachelo tuvo su racha de suerte: el 12 de julio de 2007 el Tribunal Oral N° 6 de San Isidro condenó a Carlos Carrascosa (79) por el encubrimie­nto del crimen de su esposa, María Marta García Belsunce, ocurrido el 27 de octubre de 2002. Y dos años después la Cámara de Casación bonaerense subió la apuesta y lo sentenció a perpetua.

En 2011 las cosas no pararon de mejorar para el vecino del country Carmel al que apuntaba la familia de María Marta. El 4 de noviembre de ese año, el Tribunal Oral N° 1 de San Isidro encontró culpable de "encubrimie­nto" a gran parte del entorno más íntimo de la víctima, entre ellos, su cuñado, Guillermo Bártoli (falleció en 2014) y dos de sus hermanos, Horacio García Belsunce y Juan Hurtig.

El padre de Pachelo se había suicidado de un tiro en 1996 (cuando él tenía 20 años) y en 2003 lo hizo su madre, tirándose del piso 11 del edificio de Libertador 184.

Pero aún así le iba bien con los jueces y eso, en gran parte, era gracias a la habilidad de su histórico abogado, Roberto Ribas, quien peleó al lado de Pachelo desde el minuto uno. Y lo hizo también en el juicio oral por el crimen de María Marta, por el que primero fue absuelto en diciembre de 2022 y ahora resultó condenado.

El expediente se encarga de describirl­o a través de voces de su entorno. Nicolás, un "cheto" siempre metido en problemas con la ley.

Pachelo llegó al Carmel porque su padre había fundado el barrio. Allí no lo querían, María Marta le tenía miedo y los socios lo habían mandado a vigilar porque tenía fama de ladrón. Incluso fue acusado de secuestrar el perro labrador negro del matrimonio Carrascosa­García Belsunce.

Roberto Pachelo, el padre,tuvo un buen pasar económico. Le dio na infancia de pibe de clase media alta. Salvo alguna changa de adolescent­e como paseador de perros, su trabajo más estable fue con el padre en la tosquera. "En su infancia, Nicolás jugaba al fútbol con ‘Aíto’ De la Rúa, con el hijo del ‘Coti’ Nosiglia y con Nicanor Cetrá", dijo ante la Justicia Inés Dávalos Cornejo, su ex esposa.

Detalle: Nicanor Cetrá, hijo de Luis Cetrá, fueño de Radio Rivadavia, fue una de las víctimas de Pachelo. En julio de 2003 había sido invitado a cenar y se hizo de un juego de llaves. Volvió y se llevó un televisor, una filmadora, varias cámaras de fotos y un teléfono inalámbric­o. Fue uno de los casos por los que en juicio abreviado terminó condenado a tres años y medio.

"No, llevátelo vos", "no, vos", así recuerda Inés Dávalos Cornejo que Pachelo le contó cómo sus padres (separados) se lo querían sacar de encima.

Inés y Nicolás vivieron en el country Tortugas con la segunda pareja del padre y luego pasaron al departamen­to de la madre de Nicolás, Silvia Ryan, en Capital.

La historia de Pachelo con Carmel comenzó entre 1998 y 1999 cuando se mudó allí con Inés y su primer hijo, Felipe. En Carmel nacieron sus otros dos hijos, Cruz y Santos. La pareja se divorció en 2010. Ante la Justicia, Inés lo describió: "Es un tipo que impone miedo, yo sentía miedo". Jugador compulsivo, se patinó su herencia. Su ex lo describe como violento pero no lo crucifica: "Nicolás es un mentiroso, un violento, fue ladrón, es peligroso -lo denuncié- es muy turbio... Pero no sé si es capaz de haber matado a María Marta", declaró.

"El nene malo del barrio", "mala persona", "jodido" fueron algunos de los términos con los que lo describió el empleado de seguridad de Carmel Víctor Contreras, uno de los encargados de vigilar sus pasos y uno de los vigiladore­s que también fue acusado en el juicio por el homicidio de María Marta.

Los robos en ese barrio comenzaron en 2001, luego de que la tosquera familiar cerrara. El rumor "Pachelo ladrón" se confirmó con la condena de 2005 en Capital por robar en casas de amigos y en abril de 2018 cuando fue detenido y acusado de 8 robos a casas del country Tortugas. Incluso en febrero de 2019 fue condenado a dos años en suspenso por vender drogas de diseño en fiestas VIP. Ahora parece que su suerte terminó.

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