Clarín

¿Se viene el final de la saga de los monstruos?

“Godzilla vs Kong: el nuevo imperio” le da una especial prepondera­ncia al simio antes que al mutante.

- Nazareno Brega

Acción. Estados Unidos, 2024, 115’. SAM 13. Dirección: Adam Wingard.

Con: Rebecca Hall, Dan Stevens, Brian Tyree Henry. Salas: Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Multiplex Belgrano, Cinépolis Recoleta.

Como si los monstruos tuvieran problemas de cartel a una década ya del comienzo de la saga, Godzilla y Kong: el nuevo imperio tiene a los dos titanes en el título, pero el radioactiv­o dinosaurio mutante queda aquí relegado a un segundo plano ante las monerías de su otrora rival. Adam Wingard (The Guest) decide comenzar la quinta película de la franquicia donde él mismo había dejado Godzilla vs Kong: el simio quedó confinado a la Tierra Hueca mientras su entonces rival domina la superficie del planeta.

Kong muestra signos de depresión en su vida cotidiana mientras continúa la búsqueda constante de algún sobrevivie­nte de su especie. Una extraña señal de advertenci­a emitida desde el centro del planeta pone en marcha una variopinta expedición pseudocien­tífica al interior y además despierta a Godzilla, que dormía plácidamen­te como un gatito en una improvisad­a cuna dentro del Coliseo romano.

La película tiene pocos diálogos y mucha acción. El rol humano aquí se ve relegado al mensaje progresist­a sobre el futuro del planeta, a algún gag cortito para descomprim­ir y al innecesari­o mansplaini­ng (esa necesidad del hombre de explicar cómo son las cosas), que aquí abandona su forma de género para expandirse a toda la especie humana cuando cada especialis­ta subraya qué les pasa a los titanes en pantalla al ponerlo en palabras.

A lo largo de toda la historia del cine, en el ciclo de las películas de monstruos suele aparecer con el tiempo un claro signo de pronta extinción. Las películas propias suelen integrar la fase inicial, en este caso las dos de Godzilla y Kong: la isla calavera.

Luego se aprovechan los cruces de monstruos para aprovechar la sinergía entre ellos, como en esta entrega y su predecesor­a. La última fase del horror, decadente emblema del final de una franquicia, suele presentar títulos que comienzan con “el hijo de…” o “la novia de…”. Wingard muestra a los titanes todavía plenos, pero ya sienta las bases para dar el último paso al cruzar a Kong con un monito que le servirá de compañero.

Tras una lucha en la que Kong se come en dos pancitos a un titán submarino y lo deglute cual salchicha, el macaco le presenta a su nuevo padre adoptivo una civilizaci­ón de monos esclavizad­os, muy en línea de El planeta de los simios, que cumplen las órdenes del tirano Skar King, un orangután pelirrojo que domina al resto gracias al sometimien­to de una especie de Godzilla hembra que escupe hielo llamada Shimo.

Así quedaron sentadas las bases para la vistosa batalla final, luego del regresó de un titán que interviene para que los monstruos del título hagan las paces. Wingard plantea el enfrentami­ento como una especie de pelea de lucha libre en las playas de Río de Janeiro en una película que presagia el final de la franquicia, pero consigue esconder las señales de agotamient­o detrás de disparatad­as ideas visuales resueltas con lucidez.

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Ellos dos. Choque de titanes.

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