Clarín

Bienvenida­s al club de las “viejas meadas”

- Dalia Gutmann Comediante

“Vieja meada” me dijeron el otro día. Fuerte. Fue en X. Twitter para los que no aceptamos el cambio que quiso meter Elon Musk cuando lo compró. Pero basta de irme por las ramas.

“Vieja meada” me pareció UN MONTÓN. Vieja no me jode casi nada, porque me parece un logro bastante importante para alguien que no tiene intencione­s de morir como yo, pero ¿meada?.

El “meada” un poco dolió. ¿Me decís “meada” a mí pendejo insolente? Y cuando estoy por contestarl­e re caliente, me acordé que justo la noche anterior, caminando con mi hijo por la calle, un poquito me meé. Y no es que esté orgullosa de haberlo hecho, pero ante todo la verdad. Y sé que no estoy sola en ésto. También me acordé que hacía no tanto, me había pasado algo parecido también caminando con mi hijito por la calle. No sabía bien qué hacer, estábamos en un barrio bastante “paquete”, lleno de edificios super top, pero sin un mísero barcito cerca. Yo empecé a sentir esa sensación nueva y extraña del no control “del todo” de esfínter. Barajé la posibilida­d de hacer en el arbolito, pero me pareció un recuerdo un poco imborrable para mi pequeño hijo, y además pensé en todo lo que me esforcé hasta acá por criarlo con cierta cordura, y no quería tirarlo todo así tan rápido por la borda. Traté de aguantar. Aunque no pude evitar decirle en un momento “me estoy pishando”. Él, pobrecito, me dijo: “No mamá por favor”.

“Tranquilo hijo”, le contesté, y lo del arbolito quedó descartado. Fue un esfuerzo denodado por no volcar como madre, ni como ciudadana. Entonces se me ocurrió una idea brillante, que fue pedirle a un guardia de seguridad de uno de esos edificios topísimos de Buenos Aires, que me dejara entrar al baño del SUM o del GYM, o de algún “amenitie” de esos edificios super top. Usé a mi hijito de excusa y quise enternecer­lo con un “pobrecito, no se está aguantando”, y fui corriendo hasta el baño que me indicó, que encima tenía papel higiénico, toda una hazaña que las mujeres sabemos valorar, porque no siempre ocurre. Todo salió bien, y gracias al señor, zafé de que mi propio hijo me considerar­a una “vieja meada”.

Que me digan vieja no me jode casi nada, porque me parece un logro para alguien que no tiene intencione­s de morir como yo

Igual hay que decirlo, a cierta edad es algo que empieza a ocurrir: acompañado de un estornudo, un salto, una risa fuerte, puede pasar. Porque hay cierto control, que empieza a no estar taaaan controlado parece. Y entonces también me acordé, de que el año pasado me habían llamado para ser “influencer” de una marca de pañales para adultos. Y pensé “qué loco el paso del tiempo: Esta misma empresa hace dos minutos me llamaba para que haga monologuit­os hablando de pañales para bebés, y en un abrir y cerrar de ojos me quieren contratar para hablar de incontinen­cia urinaria”.

Yo me hice la jóven y les dije que todavía no me llegó el momento, y un poco me indigné. Pero parece que ahora sí puedo serlo. Confieso que me resultaba más glamoroso que me considerar­an una MILF, pero parece que los tiempos cambiaron y pertenezco a esta nueva categoría.

Por si todavía no se enteraron, el término “vieja meada” se lo están atribuyend­o “los jóvenes” a las señoras que tienen (¿tenemos?) algunas caracterís­ticas: Por ejemplo el otro día quise ver la serie de Guillote en una plataforma y no sabía bien ni cómo encontrarl­a, ni qué control usar para ponerla, ni qué botón tocar... Y cuando finalmente pude encontrarl­a porque “for ever terca”, no veía bien porque no encontraba los anteojos. Bah, encontré unos, pero que ya no me sirven porque son de hace un par de años, y ahora estoy mucho más miope que nunca. Y cuando ya casi estaba resignada a mirar la serie toda “blureada”, me dí cuenta de que los tenía de vincha, y pensé que tal vez el mocoso de twitter puede ser que no esté tan errado. Encima, cuando quise comentarle la serie a una amiga, no me acordaba el nombre de ningún actor, y empecé a hacer esos repasos de señora gagá: “Eeeese, el que había actuado en la película de Suar del 2x4 o algo así, y que también había hecho lo del Papa” y todas esas referencia­s laberíntic­as que se hacen para referirse a personas que nuestras neuronas no logran recordar sus nombres.

Y me empiezo a preguntar ¿Que AME ir a zumba también es de vieja meada? Para mí ir a Aquagym le gana por goleada. A Luismi no lo fui a ver, pero a Ricky Martín

¿Pero meada? Eso un poco me dolió. El otro día me lo dijo un pendejo insolente en Twitter. ¿Seré oficialmen­te parte del club?

sí, y le grité “Ricky te amooooo”. Casi no conozco a los protagonis­tas de los chimentos del momento “el apasionado romance de XTR y Mica Marcus” ¿quiénes soooon? Y cuando vas a sus perfiles en redes, tienen 86 mil millones de seguidores cada uno…

¿Seré oficialmen­te del club de las viejas meadas con esto que cuento?

La verdad ni idea. Lo que sé es que hay algo de mi edad que me encanta. ¿Será ésto de que no me importe tanto que me digan vieja meada? ¿De que me divierte mucho haber llegado hasta acá, haber vivido tantas cosas, haberme equivocado taaaaanto y haber aprendido de mis reiteradas cagaditas?.

Jovencito decime como quieras. Porque a mi edad me froto las manos para responder con altura, sin que la calentura ni la inexperien­cia me ganen. Ojalá llegues así vos también. ■

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MARIANO VIOR
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