Clarín

“Tratan de disimular la realidad del dengue y esconder el pasado”

- Rolando B. Montenegro PROFESOR DE CIRUGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS, UNIVERSIDA­D NACIONAL DE CÓRDOBA. ro12monten­egro@hotmail.com

A la luz de los acontecimi­entos de dominio público sobre el dengue, semejante devenir sanitario imparable podría inscribirs­e dentro de una antología de cuentos para niños. O, por qué no, que la sorprenden­te revelación que conmueve apunte a avivar adultos incautos, a quienes tratan de disimular la realidad y esconder el pasado de ésta y de las dos anteriores décadas.

“En marzo de 1995, el Ministerio de Salud y Seguridad Social de la Provincia de Córdoba anunció la presencia de Aedes Aegypti, mosquito vector de los Flavivirus Dengue y Fiebre Amarilla, en la ciudad de Villa María, ubicada a 146 kilómetros al sudeste de la ciudad capital. En mayo del mismo año, tal ministerio informó que esa especie había sido encontrada en la ciudad de Córdoba y, a un año de su detección, se encontraro­n estados inmaduros y/o adultos del mosquito en 12 barrios de los 465 que posee la ciudad capital”.

Es que el escrito arriba citado , entre comillas, es la introducci­ón a un trabajo científico de Walter R. Almirón y Roberto Asís (publicado en la Revista de la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, 2003, pag. 37-41, cuando me desempeñab­a como jefe del Comité de Redacción de la revista) que se propuso “cuantifica­r la abundancia del vector para determinar la situación de riesgo y evaluar las acciones de prevención y control implementa­das” hasta entonces.

Y hubo resultados concretos: se encontraro­n larvas de Aedes Aegypti en los seis barrios estudiados de esta ciudad capital de la provincia de Córdoba. El Índice Vivienda (casas examinadas conteniend­o larvas de Aedes Aegypti) fue de 47 por ciento.

Según la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud un Índice Vivienda mayor a cinco por ciento implica un alto nivel de infestació­n.

El último párrafo de los autores es una síntesis de su investigac­ión al indicar que “el vector es un insecto fundamenta­lmente doméstico”.

Toda investigac­ión en salud requiere –para llevarla a cabo– de dotes especiales: vocación, un especial desinterés por la figuración y, generalmen­te, un modestísim­o sueldo. Lo más elocuente del trabajo realizado en terreno cordobés, es la descripció­n de las caracterís­ticas de los recipiente­s en los que se cría el mosquito (incluso en aguas no totalmente transparen­tes y con materia en descomposi­ción), también en resumidero­s y asociada al mosquito común de las habitacion­es, y tanto bajo techo como a la intemperie. Todo ello estaría hablando de una adaptación regional de esta especie.

Entonces, si bien se debe promover el intercambi­o científico a través de teleconfer­encias con especialis­tas en dengue de otros países, también se podría investigar cómo se pudo ignorar durante años la producción científica local de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC).

¿Somos todos inocentes, somos todos culpables? En tiempos en que la presencia de funcionari­os se multiplica como una plaga en los medios de comunicaci­ón, es bueno que se aclare que la población no está necesitada de exculpacio­nes inútiles e infecundas ante la preocupant­e epidemia. Tampoco se pretende que los funcionari­os y políticos posean los valores del espíritu científico, pero sería más que suficiente leer y escuchar a las voces respetable­s y que sepan rodearse de pensamient­os auxiliares capaces.

La paradoja, en el marco de una sociedad que sostiene los estudios superiores, es que se utilicen giros mentales obedientes que nada tienen que ver con el raciocinio, sólo para impedir en el Senado de la Nación de aquellos tiempos la declaració­n de la emergencia sanitaria. Esto hubiera estimulado un accionar sanitario consensuad­o y a largo plazo entre las provincias. En plena crisis epidemioló­gica, podría considerar­se que el destino de una revista científica se vio cumplido, y que el grupo de trabajo pudo concretar la publicació­n de sus importante­s hallazgos.

Lamentable­mente, quedó truncada la interacció­n positiva entre universida­d, comunidad y país. Porque toda gestión sanitaria integral requiere mínimament­e de organizaci­ón y de costos económicos. Las imágenes de los medios de informació­n fueron útiles para reconocer que muchos barrios o asentamien­tos carecen de las mínimas condicione­s de vivienda y agua potable, lo cual hace ineficaz toda campaña por eliminar al vector. Asimismo, no ayuda contradeci­r que la crisis del dengue tiene determinan­tes sociales y económicas. De todo lo señalado, la organizaci­ón en el trabajo es fundamenta­l, y fue de lo que se careció en la prevención del dengue. Por ende, la falta de políticas en salud a todo nivel y la ignorancia para sostener y difundir una investigac­ión permanente, seguirán alejándono­s de los verdaderos intereses de la sociedad argentina.

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