Clarín

El monstruo se llama terrorismo

- rgarzon@clarin.com Raquel Garzón

Hubo una época en la que las ciudades eran sinónimo de seguridad: sus murallas protegían a quienes habitaban dentro de males y ataques eventuales.

Ser contemporá­neo, en cambio, es saber que el odio terrorista puede convertir la ciudad en una trampa y que el estallido no es una metáfora sino un nombre posible del miedo en el lugar menos pensado.

Marzo actualizó esos fantasmas globales con 137 muertes reivindica­das por Estado Islámico en el reciente atentado en el Crocous City Hall de Moscú, días después de que Madrid recordara a las víctimas del 11M, a 20 años de las bombas de Atocha, y Buenos Aires rindiera homenaje a los muertos por el salvaje e impune atentado a la Embajada de Israel ocurrido hace 32 años.

Cada ciudad herida se transforma en memorial y revierte su dolor en sed de futuro. En Bruselas, sede del Parlamento Europeo, Life4Bruss­els, una ONG dedicada a la ayuda a víctimas del terrorismo, acaba de inaugurar “Des visages sur des maux” (Los rostros sobre los males), una instalació­n en la cual fotografía­s y testimonio­s quieren dar voz a las víctimas de los atentados perpetrado­s por EI en la capital belga, en marzo de 2016 en el aeropuerto y la red de subterráne­os de la ciudad. Salvajadas que costaron una treintena de vidas y dejaron 340 heridos.

Para esta iniciativa, que sorprende e invita a detenerse al paseante en pleno centro de la ciudad, la fotógrafa Nafi Yao retrató, en estudio y exteriores, a 60 sobrevivie­ntes, que narran con sus propias palabras, en textos y podcasts, la experienci­a de la violencia y la sinrazón trepanando sus vidas. “Ocho años después pienso cada día en las 16 personas que murieron en mi tren y no pude salvar”, dice Christian, conductor del subterráne­o.

“Esa mañana en el subte, vi el horror. Lo inenarrabl­e”, recuerda Christelle, otra de las protagonis­tas de la muestra. Pero “incluso en esa situación dramática, experiment­é también la solidarida­d en los ojos de los más afectados. Fui una víctima de la barbarie, pero persevero como testigo de la fraternida­d”, subraya.

La intención de sensibiliz­ar a las autoridade­s y al público general confrontán­dolos con historias y rostros de “personas tocadas por la tragedia” es un modo de pasar el testigo y evitar que decaiga lo que no debe olvidarse. Que la violencia terrorista es el monstruo de este tiempo. Que quien mata en tu ciudad mata en tu casa. ■

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