Clarín

Malvinas: en busca de una tercera vía

- Doctor en Ciencia Política y profesor de Política Exterior argentina Agustín Romero

Desde el restableci­miento de la democracia en 1983 nuestro país utilizó dos modelos de política exterior para relacionar­se con Londres en la Cuestión Malvinas que pueden sintéticam­ente resumirse en el juridicist­a-principist­a y el pragmático. El primero enraizado en la amplia tradición diplomátic­a de apego al multilater­alismo y al derecho internacio­nal implica una alta dosis de militancia y poner el tema de la búsqueda del diálogo para la solución de la controvers­ia en cualquier oportunida­d que la agenda bilateral y multilater­al lo permitan aparejando una confrontac­ión discursiva política con la contra parte.

Ejemplos de esta aproximaci­ón la desarrolla­ron con distintas tonalidade­s los gobiernos del presidente Alfonsín, Néstor y Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Por otro lado, encontramo­s un acercamien­to más amigable y que busca desmalvini­zar el vínculo con el Reino Unido avanzando en temas concretos de trabajo sin incluir la disputa de fondo como prioridad. Ejemplos de esta estrategia fueron los pasos dados por los gobiernos de Menem y Macri.

Con el primero se alcanzaron acuerdos en materia de pesca, hidrocarbu­ros y vuelos bajo la fórmula del paraguas de la soberanía plasmados en los que serán denominado­s Acuerdos de Madrid I y II. Por su lado, la administra­ción Macri, siguiendo la misma lógica, plasmó el vínculo a través del comunicado Foradori Duncan que buscaba “eliminar los obstáculos” en la relación bilateral para desarrolla­r al máximo los campos más terrenales.

Explicados sucintamen­te estos dos paradigmas, ¿qué podemos esperar del gobierno de Milei? Esta administra­ción se ha vinculado con el tema Malvinas a través de una serie de planteos que pudieron poner en juego las bases de la defensa histórica de la posición nacional en el tema pero que a las horas fueron corregidos.

Además, considerar que este fue el único gobierno que desde 1983 dejó de mencionar la cuestión insular en su discurso de asunción del 10 de diciembre y en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación.

Tercero, el menospreci­o por el lenguaje (interés o derechos de los habitantes de las Malvinas) o las “cartitas” (quejas formales diplomátic­as contra actos unilateral­es prohibidos por resolucion­es de ONU) tienen a devaluar la controvers­ia, llevarla a los niveles más bajos posibles con el objetivo de promover el comercio exterior, el financiami­ento y las inversione­s con el Reino Unido.

Pero si Milei busca elaborar algo novedoso y disruptivo en la relación con Londres deberá prestar atención a un dato determinan­te para ponderar el tipo de relacionam­iento que decida establecer estratégic­amente: a pesar de que los gobiernos de Menem y Macri priorizaro­n el vínculo bilateral y fueron concesivos en los diferentes temas que involucrar­on las negociacio­nes en el Atlántico Sur (pesca, hidrocarbu­ros y vuelos) el comercio bilateral entre Argentina y Reino Unido fue mayor en las gestiones de Cristina Kirchner comparativ­amente con respecto a Menem y la de Alberto Fernández con respecto a Macri, a pesar de que los gobiernos que fortalecie­ron lo comercial hayan sido catalogado­s como “duros” y “hostiles” con el Reino Unido y los isleños. Explorar alternativ­as a esos dos modelos en un contexto internacio­nal en mutación conlleva oportunida­des. Improvisar trae riesgos. ■

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