Prueban un método no invasivo para hallar cáncer de colon
Es la biopsia líquida. En EE.UU. se publicó una amplia investigación que avala la detección en sangre de ADN tumoral circulante. La contra es su elevado costo.
Hace pocos días se publicó en el New England Journal of Medicine una investigación que abre la puerta a la utilización de un nuevo método de tamizaje del cáncer de colon, que podría ser revolucionario: se trata de la biopsia líquida, que según el estudio realizado en 7.861 personas logró una sensibilidad de detección del 83 por ciento.
El artículo se titula: “Una prueba de ADN libre de células en sangre para la detección del cáncer colorrectal”, cuyo contenido afina la puntería respecto de estudios anteriores y avala el método en función de un objetivo de salud pública en Estados Unidos: mejorar la adherencia a la pruebas de búsqueda de este tipo de cáncer y elevar el porcentaje de detección precoz.
Esta alternativa “consiste en la búsqueda de fragmentos de células tumorales en sangre”, explicó a Clarín Luis Basbus, oncólogo del Hospital Italiano. Lo que se busca es saber si hay ADN tumoral circulante. “En Argentina se usa pero como una forma de control luego de las operaciones por cáncer de colon. Si entonces no se encuentran células tumorales la probabilidad de que el cáncer vuelva es menor al 8 por ciento”, agregó Basbus.
Pero en Estados Unidos empezarán a utilizar este análisis para la detección inicial, a fin de descubrir el cáncer de colon en etapas tempranas. La ventaja es que es menos invasivo que otros caminos que se vienen transitando hasta ahora: la colonoscopia y el examen de sangre oculta en materia fecal. Según Basbus, “menos del 30% de la población argentina accede a algunos de estos métodos de screening”.
La comparación sanitaria con Estados Unidos es abrumadora. Allá decidieron comenzar a utilizar la biopsia líquida porque el porcentaje de la población que se realiza alguna de las pruebas de detección disponibles ronda el 60%, y lo recomendado es llegar al 80%.
Los niveles de vigilancia locales permiten registrar, según las estadísticas disponibles del Instituto Nacional del Cáncer, dos nuevos diagnósticos de cáncer de colon por hora, dado que suman casi 16 mil por año. Es el tipo de tumor más frecuente, detrás del cáncer de mama, y representa el 12,1% de todos los tumores.
Con respecto al nuevo modo de detección en sangre, Basbus explicó que “sería un equivalente a la medición del PSA para el cáncer de próstata”. Pero advirtió que su implementación no es sencilla porque el costo del estudio es muy elevado: 4.000 dólares. En Argentina lo hace una sola empresa, las obras sociales y prepagas no lo cubren.
Como sucede con muchas nuevas tecnologías, es de esperar que el tiempo amortice el método hasta que en algún momento se pueda masificar e incorporar como una posible nueva herramienta de salud pública.
En Argentina, científicos del Conicet y de la Universidad de San Martín investigan un método similar al evaluado en EE.UU, pero en vez de buscar ADN tumoral en sangre se busca micro ARN. Se trata del test Oncoliq, que ya fue testeado para cáncer de mama y próstata.
Mientras eso sucede, Basbus recordó que la colonoscopía tuvo un cambio clave hace unos dos años. “Ya no es necesario tomar un bidón de cuatro litros para hacer la preparación. Todo se limita a un solo vaso con un sobrecito de picosulfato sódico, que se mezcla con agua. Se hace dieta líquida durante el día previo y con esa purga que actúa durante la noche es suficiente”, explicó.
El experto también señaló que “antes de pasar por la colonoscopía se puede sostener un control cada dos años con el examen de sangre oculta en materia fecal. Si da negativo no es necesario pasar a la instancia siguiente (la colonoscopía), salvo que se trate de un paciente con antecedentes familiares”.
La falta de controles adecuados ha hecho que en los últimos años crezca, como informó esta semana Clarín, la mortalidad en la población menor de 50 años. Esto abre un interrogante sobre si puede ser necesario hacer cambios en las guías de detección, que fijan precisamente esa edad como estándar de largada para los controles.
Al respecto, Juan Manuel O'Connor, jefe del área Tumores Gastrointestinales del Instituto Alexander Fleming, hizo hincapié en que “la clave es la llamada línea de cuidado continuo. Esto significa saber si el sistema de salud está preparado para detectar y luego atender a más pacientes”.
O'Connor hace referencia a que “si se bajara la edad en la que se empieza con los controles, se incorporaría una demanda mucho mayor de gente para la que el sistema no está preparado. El diagnóstico precoz a una menor edad como recurso aumentaría la brecha con aquellos que no pueden acceder a los métodos de diagnóstico”.
El experto, por eso, advirtió que “si bien en un mundo ideal sería lo conveniente, siempre que se incrementen los recursos para atender esa nueva demanda, en la Argentina las condiciones no están dadas para que eso suceda. Por eso se mantiene la edad en los 50 años y hay que apuntar a mejorar la detección a partir de esa edad”.
O'Connor recordó que “el cáncer colorrectal es una enfermedad silenciosa, ya que los síntomas no suelen aparecer de manera inmediata o, muchas veces, se los confunde con otras afecciones como hemorroides, alguna infección, el síndrome de colon irritable o una enfermedad inflamatoria intestinal. Por eso es tan importante realizar los controles de rutina”.
La detección temprana es clave para mejorar el pronóstico.