Clarín

El largo camino de un par de zapatillas

- Daniel Lagares dlagares@clarin.com

No se trata de mi unicornio azul pero si alguien tiene informació­n, ofrezco recompensa. Se me perdieron. No sé cómo. Ni por qué. Hace días que las busco y no aparecen en ningún lugar de la casa. Y tampoco es que viva en una mansión en Nordelta. No hay tantos lugares donde las pude haber dejado aunque a medida que pasan los días tengo la firme sospecha de que decidieron irse. Así no más. Las zapatillas no aparecen. Les doy datos. Son negras con las tres tiras plateadas y ya tienen miles de kilómetros porque las compré en 2010. Gauchitas, estaban impecables. Pero ahora no están,. Ni bajo la cama, ni el lavadero, ni en ninguno de los armarios.

Han recorrido un largo camino, muchachas. Si es verdad que al andar se hace camino pues tal vez hayan decidido seguir solas a hacer el camino propio. Ya no necesitan mis pies. Acaso se fueron a buscar aquel horizonte donde está la utopía de la que hablaba Fernando Birri y popularizó Eduardo Galeano. Quizá estén escondidas, bien escondidas, esperandoe­l próximo 6 de enero. Vaya uno a saber. Lo cierto es que las extraño.

Se han suvido a barcos y aviones conmigo. Han acelerado, embragado y frenado. Han pateado alguna pelota, con escrúpulos y cuidados porque la juventud se fue y no me daba más que para eso, para dar un toque sutil y cuidado, para alcanzar la pelota y, modestia aparte, para demostrar que la calidad está intecta, no así la masa muscular.

Aguantaron cada cosa. Han sido asesinas de cucarachas. Fueron traicionad­as por cacas de perro en calles sucias. Sufrieron algún tropezón de baldosas fuera de lugar que la desidia de los intendente­s nunca arreglaron. Esquivaron pozos, evitaron caer en ciertas profundida­s donde uno nunca sabe con qué se encontrará.

Bailaron torpemente desde paso doble a tarantela, se hicieron nudos con el rock. Respetaron el tango y apenas hicieron un par de movimiento­s de salida. No le sacaron lustre al piso.

La danza no era su fuerte, desde ya. ¿Se habrán ido a alguna a academia a aprender a bailar?

En más de una protesta en Plaza de Mayo fueron veloces, firmes y seguras en las estampidas cuando se venía encima la infantería, que nunca es dialoguist­a. Ahí salían disparando conmigo encima. No era cobardía sino estrategia: zapatillas vivas sirven para otra guerra.

Y ahora no están. No aparecen. Para mí que cobraron vida y se fueron por ahí, a lugares más amables, a ver que´otros mundos existen. Se habrán cansado de mí. O se habrán aburrido. Se fueron en silencio, No dejaron rastros. Creo que no volverán. Habrán ido a a hacer su huella propia. Me conformo con que recuerden todo el camino que recorrimos juntos, bajo el sol de verano, soportando lluvias de temporales bíblicos. Siempre me llevaron y me trajeron. Tal vez se fueron para enseñarme que ya es hora de que empiece a caminar solo. En fin. Vayan. Si vuelven, estos pies les prometen ir a buscar nuevo rumbos. Acaso hacia el horizonte donde seguro nos espera la utopía.

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