Clarín

Los próximos años, con más casos graves por las reinfeccio­nes

- Irene Hartmann ihartmann@clarin.com

Se oye de todo: que la falta de repelente, que el aumento de asentamien­tos vulnerable­s llenos de cacharros, que el cambio climático, las inundacion­es por las lluvias semanas atrás o la parsimonia del Gobierno para armar verdaderas campañas de prevención. Sin embargo, ninguno de esos ítems explica del todo por qué parece roto el ciclo epidemioló­gico del dengue, esa noción en la que confiamos ciegamente de que los brotes reaparecen cada tres o cuatro años.

Aun cuando hay muchos infectados en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, desde el ámbito porteño es fácil hacer la vista gorda y minimizar lo que ocurre en el país, particular­mente en el norte. La negación del que en realidad es un brote histórico podría traer a futuro consecuenc­ias nada buenas.

Ver la foto panorámica, o sea, bucear en el capricho epidemioló­gico del virus que transmite el mosquito Aedes aegypti, quizás permita dominar mejor el tema a futuro. Y el futuro es mañana, consideran­do los pronóstico­s de este otoñoinvie­rno y qué pasará cuando le demos la vuelta al 2024 y se avecinen las temperatur­as moderadas.

En materia sanitaria, el futuro no pinta muy bien, por dos razones: 1) La masa de infectados de estos meses representa un combo de ultra susceptibl­es mañana, cuando podrían contraer un segundo serotipo y agravar su salud.

2) Mientras en estas semanas siga habiendo infectados invisibili­zados que no se mantengan aislados de los mosquitos, más Aedes seguirán contagiánd­ose y promoverán la transmisió­n.

¿Cómo se puede cortar la racha? Julián Antman, epidemiólo­go, ex coordinado­r del plan porteño de Prevención del Dengue y ahora una suerte de influencer abocado a la concientiz­ación del tema, intentó redefinir la cuestión de un modo realista: “Mi batalla es que se entienda que este es un problema complejo: que hay una dimensión de conocimien­to que atañe las caracterís­ticas del mosquito, o sea, por dónde se mueve y por qué. Todo esto implica asumir que vamos a vivir con los mosquitos”.

En plan de aceptar las cosas como son, tanto Antman como Raquel Gleiser, doctora en Ciencias Biológicas e investigad­ora del Instituto Multidisci­plinario de Biología Vegetal (Universida­d Nacional de Córdoba-Conicet) enfatizaro­n el que ambos definieron como “el dato” de esta temporada. Y es que en el Noreste, el dengue estuvo presente en continuado a lo largo de todo 2023.

Gleiser está preocupada: “Argentina suele repetir con un poco des plazamient­o en el tiempo lo que ocurre en Brasil y en Paraguay. Y ahí están teniendo muchos casos y van a seguir creciendo en el otoño. Para frenarlo, tendría que venir una ola de frío polar”.

Antman tampoco ve un escenario optimista: “Ya circuló mucho dengue 1 y 2 y la chance de que haya casos más grandes se eleva. Creo que más que la estacional­idad, hay que mirar qué pasa geográfica­mente. Mi opinión es que de acá a los próximos años va a haber dengue más grave en el área metropolit­ana porque hay demasiados susceptibl­es. En 2016, fue muy fuerte en CABA, en 2020 fue mayor que en 2016 y en 2023, mayor que en 2020”.

Según Antman, queda mucho por hacer: “En prevención, la fumigación no existe. Es una respuesta humana peor que lo que queremos resolver porque les generamos resistenci­a a los mosquitos”.

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