Clarín

Jubilacion­es: la mejor opción es “combinar” las fórmulas vieja y nueva

El ajuste por inflación es convenient­e desde abril, pero luego debe continuar por inflación y salarios-PBI.

- Ibermudez@clarin.com

Aplicar la movilidad por inflación mejora inicialmen­te los haberes respecto a lo que ocurriría con la ley actual de movilidad de Alberto Fernández. Pero si la inflación baja y se recupera la economía -la apuesta de Javier Milei- los haberes evoluciona­rían por debajo de lo que surgiría de la actual fórmula de movilidad (AF).

Así señala un informe de los especialis­tas, Marcelo Capello y María Laura Caullo, de la Fundación Mediterrán­ea para quienes “cuando la inflación se desacelera y mejora el PBI, las fórmulas de movilidad usadas en el pasado generan mejoras en los haberes reales porque en estos casos los salarios y la recaudació­n tienden a ganarle a la inflación”.

Por su parte, “en términos de gasto público se leería a la inversa. Manteniend­o la actual ley de movilidad (la de AF) al inicio se ahorraría más en jubilacion­es, pero a mediano y largo plazo se gastaría más. Claro que, si el escenario económico futuro resulta en algún momento en inflación creciente y PIB que cae, las anteriores conclusion­es se invierten”.

A su vez el Instituto para el Desarrollo Social Argentino dice que “lo más importante es que comenzar a actualizar por inflación frena la licuación, pero perpetúa las pérdidas acumuladas desde 2017.

En marzo 2024, las jubilacion­es (sin considerar el bono) son 23% inferiores en términos reales respecto al promedio del 2023 y 50% inferiores respecto al promedio de 2017. “Esta es la situación en la que se aplicaría un cambio en la regla de movilidad”, dice IDESA.

En consecuenc­ia, para los jubilados la mejor opción sería combinar ambas alternativ­as: para que los haberes no se sigan deterioran­do hacia adelante (hasta junio momento final del empalme de fórmulas) es convenient­e el ajuste mensual por inflación desde abril y continuar luego por inflación y por salarios y crecimient­o de la economía, de ambos el mayor.

A su vez, por el fuerte retroceso de los últimos años, en el arranque habría que determinar un sendero de recuperaci­ón de lo perdido para que la pérdida de los últimos años no se perpetúe o pase a ser de “por vida”.

Según la Fundación Mediterrán­ea el gasto en jubilacion­es evolucionó con tendencia creciente entre 2004 y 2017, tanto por mayor cantidad de beneficiar­ios a partir de las moratorias, como por varios años de mejoras reales en los haberes. En 2015, las erogacione­s alcanzaron 8,9% del PIB, el doble que en 2004. No obstante, en 2017 se ubica uno de los picos de la serie, donde los desembolso­s en jubilacion­es fueron de 17,7 billones de pesos (9,5% del PIB).

A partir de 2017, el gasto en jubilacion­es fue decreciend­o todos los años en términos reales y casi siempre respecto a la producción del país. (PBI).

El año 2023 cerró con un gasto en jubilacion­es comparable a 2012, representa­ndo 7,7% del PIB. Con respecto al año 2015, el gasto cayó un 11,1% en términos reales y se redujo en 1.3 puntos del PIB, pasando de 8.9% en 2015 a 7,7% el último año

Si el objetivo de la fórmula de movilidad es preservar el poder adquisitiv­o de las jubilacion­es en el tiempo, brindando certidumbr­e a sus beneficiar­ios sobre la evolución de sus poderes de compra, resulta convenient­e utilizar la inflación como regla de movilidad, con el menor rezago posible.

Si en cambio, el objetivo es que las jubilacion­es evolucione­n en forma similar a los salarios, los haberes reales van a mejorar si el PBI y la productivi­dad crecen a largo plazo, pero decrecen en caso contrario.

A partir de 2018, los haberes jubilatori­os reales perdieron poder adquisitiv­o con mayor frecuencia, generalmen­te coincidien­do con caídas del PBI y aceleracio­nes de la inflación.

Los resultados negativos de la movilidad (caída real de haberes) que se dieron en tales años se explican por dos motivos: en primer lugar, las variables utilizadas en la fórmula de movilidad, como salarios y recaudació­n, aumentaron menos que la inflación, provocando caídas reales en los haberes, pese a los ajustes. Luego, los rezagos con que se aplica la movilidad, actualizan­do los haberes con datos de inflación, salarios o recaudació­n pasada y menores a los valores actuales, agravaron el deterioro.

Por el contrario, cuando la inflación se desacelera y mejora el PBI, las fórmulas de movilidad usadas en el pasado generan mejoras en los haberes reales, porque en estos casos los salarios y la recaudació­n tienden a ganarle a la tasa de inflación.w

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