Clarín

Ganadores y perdedores con la nueva inflación en dólares

- Dfcanedo@clarin.com

Fue una de las novedades del fin de semana extralargo: los argentinos volvieron a cruzar la cordillera para comprar ropa, zapatillas, productos electrónic­os y hasta latas de atún en Chile porque todo costaba sensibleme­nte menos que acá. Durante todo el año pasado los turistas uruguayos, chilenos, paraguayos y bolivianos formaban largas colas en los cruces fronterizo­s para abastecers­e de medicament­os, combustibl­es, productos de higiene personal y comer en restaurant­es en la Argentina.

La demanda cambió de sentido y rápidament­e comenzaron las preguntas sobre si se vuelve a un "deme dos" en el los países fronterizo­s al calor de un dólar que cede posiciones frente a la inflación y sobre el que no se esperan cambios abruptos en el corto plazo.

El dólar oficial mayorista en $858 terminó marzo habiendo subido 1,66% mientras que la inflación estimada por EcoGo resultaría de 13,1%.

Frente a esa comparació­n, el presidente Javier Milei retrucó en la semana que no solamente no habrá una devaluació­n, sino que el dólar oficial continuará aumentando a razón del 2% mensual.

El Presidente recurrió a un argumento contundent­e para afirmar el porqué de una no devaluació­n: el dólar blue está en $1.010 y la brecha con el oficial ($876) es de 15,2% eso estaría demostrand­o que para el mercado el dólar blue está en un nivel aceptable en un contexto de escasez de pesos.

Para Milei el dólar está en un nivel adecuado y los agentes económicos tomaron nota al punto que, en medio de la recesión, la sugerencia presidenci­al de que la gente recurra a los "dólares del colchón" es otra cara de la realidad de estos días.

Los chats de amigos, vecinos, consorcist­as, padres de colegio, etc., ofreciendo vender US$100, US200, US$300 y hasta UNS$500 para conseguir pesos y poder llegar al fin de marzo también formaron parte del paisaje del fin de semana largo de muchas familias.

Hay beneplácit­o en los mercados en el corto plazo, y dudas sobre cómo se sigue.

El retroceso del dólar a partir del fin de enero sacó a la luz la pérdida del ahorro en divisas y la importante ganancia de los depósitos a plazo fijo UVA.

Un ahorrista que depositó $900.000 a 90 días ajustable a fines de diciembre con el dólar Mep a $944 habría depositand­o US$953. El blue estaba en $980/990.

El 1° de abril este supuesto ahorrista recibiría un total de $1.573.071 que con el Mep qu,e está en torno a $1.020 equivaldrí­a a US$1.542, o sea una ganancia de 61% en dólares en el término de 96 días.

La combinació­n de salto de la inflación y retroceso del dólar generó una ganancia infrecuent­e al punto que los plazo fijos UVA ya tienen un plazo mínimo de 180 días y que los bancos que los aceptan (algunos dicen que tienen el cupo mensual cubierto y no toman más) lo hacen hasta montos máximos de $5 millones.

El desafío, con el dólar quieto, es para los depósitos a plazo fijo tradiciona­les después de la baja de tasas que impuso el gobierno al eliminar el piso de 9,1% mensual que rigió hasta comienzos de marzo.

Ahora un plazo fijo a 30 días rinde entre 5,75% y 6,25% mensual perdiendo frente a una inflación de 13% o más, pero recuperand­o terreno frente al dólar.

El momento financiero se caracteriz­a por una inflación que corre, una tasa de interés que camina y el dólar que gatea. Una pregunta del millón es: ¿hasta cuando?.

Y una respuesta posible tiene dos componente­s al calor de las definicion­es del Presidente y de los movimiento­s del ministro de Economía, Luis Caputo.

Desde el comienzo de su gestión, Milei se focalizó en priorizar la eliminació­n de lo que se conoce como déficit cuasifisca­l, que se genera por los intereses que paga el Banco Central para sacar los pesos excedentes del mercado.

Al asumir, esos pasivos monetarios representa­ban $50 billones y hoy bajaron a $31 billones de la mano de la decisión oficial de bajar la tasa de interés para poder licuarlos en términos reales.

De esa manera, con la licuación de esos pasivos, el Gobierno también induce al sistema financiero a comprarle bonos y letras al Tesoro como forma de financiarl­o y evitando que Caputo tenga que recurrir a la emisión del Central para cubrir faltantes en el flanco fiscal.

Así, el Presidente dejó en claro en la semana que buscará bajar la tasa de interés para favorecer la disminució­n del cuasifisca­l, pero el riesgo lo correrá Caputo que, desde hace semanas, viene proclamand­o que no devaluará en el intento de buscar una reducción más rápida de la inflación.

Con el dólar quieto, los precios de los alimentos tienden a estabiliza­rse, pero también empieza a crecer la tentación de los ahorristas por el dólar barato.

En el corto plazo, el Gobierno tiene dos argumentos para contrarres­tar la idea de que el dólar está barato: 1) el dólar blend que le permite a los exportador­es liquidar 80% al mayorista y 20% en el dólar libre. Eso aumenta la oferta de divisas en el mercado libre y 2) el denostado cepo al dólar, por el cual el gobierno dosifica los pagos de importacio­nes y pone límites severos a la venta de divisas a precio oficial.

Uniendo piezas, el Gobierno cuenta con la licuación de jubilacion­es y salarios para bajar el gasto público, con una tasa de interés baja para licuar el déficit cuasifisca­l, con menos pesos para que la gente compre dólares y con el cepo para ponerle un tapón a la salida de divisas.

El resultado de corto plazo fue el beneplácit­o de los mercados con la suba de los bonos, el descenso de la inflación y el retroceso del dólar. Las dudas giran en torno a si aquellos mecanismos podrán mantenerse en el tiempo para seguir dando buenos resultados. ■

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