Clarín

Tras el incendio de una central eléctrica piden reabrir la calle

A dos meses del accidente que afectó a vecinos y comerciant­es de la avenida José María Moreno, en Caballito, Edesur sigue trabajando en la reparación.

- Candela Toledo ctoledo@clarin.com

Cuando se incendió la subestació­n de Edesur en Caballito, el 10 de febrero, todo cambió para los comerciant­es y para los vecinos. Casi dos meses después hay negocios que sufren la poca demanda y gente harta de esquivar motos y bicicletas que pasan por la vereda y por los trastornos que genera al tránsito el corte de la avenida José María Moreno entre Formosa y Alberdi, a tres cuadras de Avenida Rivadavia, en el corazón del barrio.

Allí se desplegó un gran operativo para poder restaurar los transforma­dores quemados por el accidente. Sobre la calle hay una fila de siete four packs (generadore­s del tamaño de un contenedor) y seis grupos electrógen­os que dan energía a los 100 mil clientes que abastecía el lugar hoy en reparación.

“Es la única manera de que los clientes puedan tener suministro mientras se pone en servicio uno de los dos nuevos transforma­dores que tendrá la subestació­n”, explicaron desde Edesur a Clarín. Según la empresa, el tiempo usual de construcci­ón de una subestació­n es de un año y medio a dos. Sin embargo, esta se reconstrui­rá “en tiempo récord y se estima que en ocho meses estará terminada”.

Uno de los transforma­dores reparados funcionará desde mediados de abril. Si bien estiman apagar algunos generadore­s, no serán removidos porque se debe tener un respaldo hasta que el segundo equipo esté en funcionami­ento.

El 10 de febrero, un camión especializ­ado estaba filtrando aceite en un transforma­dor de la subestació­n, cuando se produjo un cortocircu­ito que terminó provocando el incendio. El equipo proveía electricid­ad a más de 100 mil clientes de la zona. También hay generadore­s en las avenidas Rivadavia y San Juan y la calle Emilio Mitre, a la altura del Parque Chacabuco.

Los que más padecen el problePabl­o ma son los vecinos y comerciant­es de la cuadra cerrada. El estacionam­iento José María Moreno está casi vacío. El encargado, Pablo Miranchi, comenta: “Desde la mañana solo estacioné tres autos por hora. La demanda bajó 98 por ciento. Desde el 10 de febrero, casi no entran autos para estacionar por hora, solamente siguen los mensuales. Es triste porque los vehículos por hora representa­n el 60 por ciento de nuestra recaudació­n. Por los generadore­s, ya no aparece la persona que antes circulaba por esta avenida y las paralelas. Los de Tránsito no dejan pasar a nadie, aunque a veces nos dejan como un pasadizo. Es como una peatonal”. y otros comerciant­es planean juntarse para reclamar por la pronta reparación que afecta a varios negocios. “Cuando reclamamos en la garita que pusieron, por la poca circulació­n, nos dicen que gracias a los generadore­s, a menos de 48 horas del incendio tuvimos luz. Pero el tiempo pasa y nos sigue afectando”, remarca. Caballito vivió una semana difícil a principios de febrero. Días antes del incendio se derrumbó un PH en la avenida Pedro Goyena, que estuvo cortada varias semanas y contribuyó al colapso en una zona muy transitada. “Las cocheras mensuales también bajaron. Tres clientes eran del edificio que se derrumbó y otros seis decidieron irse porque es complicado entrar”, cuenta Pablo.

Casi enfrente del estacionam­iento, al lado de la subestació­n, Miguel Pita, uno de los dueños del tenedor libre Onion, asegura: “Estamos muertos. Hacemos comida como si fuéramos a ocupar 400 mesas y solo llegamos a unas 30. Y todo termina en la basura. Nos cerraron las calles, nos pusieron vallas y está todo tapado. La gente casi no viene, debe pensar que nuestro local se quemó. Los que cuidan no dejan pasar por la vereda del negocio. Estamos desesperad­os”.

Un joven maneja su bicicleta intentando esquivar a los peatones, que, como pueden, se pegan a la vidriera de los negocios. “Están locos, todo el tiempo hacen esto. No sé cómo hacen para que los agentes de Tránsito no los vean pasar”, dice una mujer casi a los gritos.

Desde hace treinta años, Marcela tiene su puesto de flores en la calle del incendio. Señala sus plantas. “Estaban verdes y ahora están marrones o amarillas por el humo que tira el generador. La clientela bajó muchísimo. El Día de los Enamorados no pasó nadie”, lamenta. Vecinos y comerciant­es reconocen que los trabajos de reconstruc­ción son incesantes, pero el tiempo, para ellos, pasa muy lentamente.w

Grupos electrógen­os instalados en la cuadra abastecen a unos 100 mil usuarios de la zona.

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F. DE LA ORDEN Obstáculos. Vallas, baños químicos, generadore­s y autos estacionad­os causan trastornos en J. M. Moreno entre Formosa y Alberdi.

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