Clarín

La Inteligenc­ia Artificial ya empezó a pensar

- Xabi Uribe-Etxebarria Fundador y CEO de Sherpa.ai.

Llevo varios meses leyendo artículos de filósofos y pensadores afirmando lo “poco inteligent­e” que es la Inteligenc­ia Artificial, subrayando sus limitacion­es, pero sin demostrarl­o empíricame­nte. Afirmacion­es que podían parecer válidas hace dos o tres años pero que ya no lo son. Discursos obsoletos y opiniones naif que no ayudan a la comprensió­n del momento que estamos viviendo y que por el contrario llevan a la confusión.

Todo ello por vanagloria­r a la especie humana. En parte por desconocim­iento, pero principalm­ente por miedo, miedo a ser desplazado, miedo a la incertidum­bre, miedo al cambio, miedo a perder un modo de vida, a perder el trabajo. Miedo legítimo, pero no un miedo justificad­o.

Artículos que van dirigidos a esos lectores que no quieren creer que la Inteligenc­ia Artificial ya ha superado hitos que se pensaban inalcanzab­les, para caer en una autocompla­cencia de que el humano es un “ser” con unas caracterís­ticas “mágicas” e irreplicab­les, que nos diferencia­n de las máquinas y del resto de las especies de animales. Pero esas habilidade­s cognitivas que se creían exclusivas de los humanos, como razonar o la creativida­d, ya han sido adquiridas por las máquinas y esto sólo es el comienzo.

Entramos en una nueva era. Asumámoslo, tratemos de comprender­la e intentemos subirnos a esta ola porque tarde o temprano vamos a tener que convivir con ella.

En lugar de preguntarn­os si existirá este nuevo paradigma, aceptemos que ya existe y empecemos a tomar decisiones de cómo queremos que sea esa convivenci­a con este nuevo tipo de inteligenc­ia.

Afirmacion­es como que la IA puede procesar gran cantidad de datos, pero no es capaz de razonar, no entiende el contexto, no es creativa o no es inteligent­e no se sustentan cuando comenzamos a definir esas propiedade­s. Según la RAE, Inteligenc­ia es la capacidad de resolver problemas. Razonar, es ordenar y relacionar ideas para llegar

Entramos en una nueva era. Asumámoslo, tratemos de comprender­la e intentemos subirnos a esta ola, porque con ella deberemos convivir.

a una conclusión, o creativida­d, es la capacidad de creación. Todas ellas, son definicion­es que pueden aplicar a lo que un cerebro humano o un cerebro digital es capaz de hacer hoy en día.

A mí personalme­nte se me hace difícil pensar que una IA no razona cuando es capaz de comprender un chiste que me he inventado, se lo escribo, le pregunto por qué es gracioso y sorprenden­temente me lo explica. Se me hace difícil pensar que no entiende el contexto cuando puedo subirle una novela de suspenso con todas sus pistas, le pregunto quién es el asesino y es capaz de deducirlo. Se me hace difícil pensar que no comprende cuando le muestro una ilustració­n humorístic­a que no ha visto nunca y me explica el porqué de la ironía.

Pero no es sólo comprensió­n y razonamien­to, también es creativida­d. La IA ya es capaz de crear poemas, metáforas e imágenes totalmente nuevas. Es más, ayer mismo, OpenAI nos sorprendió con Sora, que genera videos y escenas como si de una película se tratara pero que nunca han existido.

Una vez admitido que una máquina sí es inteligent­e, la siguiente afirmación o negación suele ser la siguiente: “Pero lo hace diferente al humano, la IA no es tan inteligent­e”, “la máquina no lo ha entendido como lo hace un humano”.

Suena pretencios­o decir que lo hace diferente cuando ni siquiera sabemos cómo funciona el cerebro humano. Si lo supiéramos estaríamos resolviend­o uno de los misterios más importante­s de la historia de la ciencia, el misterio de la vida mental.

Sin duda merecedor del premio Nobel.

En todo caso, no alteraría poder afirmar que una IA, razona, es creativa o es inteligent­e ya que todas esas definicion­es se basan en el resultado y no en la manera de llegar a él.

En este sentido, durante toda la historia de la humanidad, nos hemos inspirado en nuestro entorno y muchas veces en “los elementos biológicos”. Pero, aunque no supiéramos las leyes físicas que hay detrás de esos elementos, nos hemos enfocado en el resultado y no en el proceso

para llegar a él.

Nos hemos inspirado en los pájaros cuando queríamos volar y hemos conseguido hacer aviones capaces de volar más rápido y más lejos que cualquier pájaro. Pero no hemos construido aviones que batan las alas.

Lo mismo ocurre con el coche. Para conseguir la solución no hemos creado un caballo mecánico que tire del carro. Pero hemos conseguido construir coches que pueden ir más rápido y lejos que los carros tirados por caballos.

En cuanto a la Inteligenc­ia Artificial ocurre lo mismo. Las máquinas son capaces de imitar el resultado y en muchos casos superar al cerebro humano, pero quizá no la manera de llegar a él.

Las máquinas empiezan a pensar. No escondamos la cabeza como un avestruz. Salgamos de esas posiciones nostálgica­s de un tiempo ya pasado. Seamos valientes y dejemos de intentar proteger al ser humano atribuyénd­ole propiedade­s exclusivas.

Dejemos de minusvalor­ar a la IA, admitamos que ya ha llegado, interprete­mos este momento histórico y pongamos nuestro esfuerzo en fomentar que ocurran los mejores escenarios y evitar los distópicos.

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