Sigue faltando el repelente y el ministro Russo dijo que recién habría en dos semanas
Ni el laboratorio que tiene la mayoría del mercado, ni el Gobierno, explican cómo resolver la escasez del producto. Tampoco hay fumigaciones masivas.
El Gobierno abrió la importación de alimentos de la canasta básica porque confía en que con más competidores los precios bajarán. La decisión es discutible, pero se basó en una mirada pragmática sobre los efectos de ensanchar el mercado y, como dijo el Gobierno, de hacer que los precios sean “más competitivos”. Sin embargo, el mayor brote epidémico de dengue y la desesperante escasez de repelente de mosquitos, en un contexto que de competitivo no tiene nada porque o no hay producto o su precio es abusivo, no parecen despertar ni el mismo interés ni celeridad.
Basta de ejemplo que este martes,
el Ministerio de Salud de la Nación difundió un comunicado titulado “Sobre la situación epidemiológica del dengue y las medidas de
prevención” en el que el término repelente no figura ni una sola vez.
Una de las voces que viene denunciando esta situación es el radical Martín Lousteau, en duras acusaciones contra el Gobierno de Milei, que no tardaron en ser respondidas por distintos actores. Uno, quien conduce la Cámara de Diputados, Martín Menem.
Ayer, el ministro de Salud nacional Mario Russo dio una entrevista a Telefe Noticias. Consultado sobre hasta cuando habrá desabastecimiento, respondió que es un tema
“coyuntural” y le puso plazo al final del problema: dijo que “se va a resolver probablemente en las pró
ximas dos semanas”. También dejó un tip de vestimenta: aconsejó vestir manga larga y tener “cuidado con el pantalón corto”.
Las respuestas simbolizan bien las sensaciones de estos días de parte de muchos periodistas que vienen cubriendo las políticas de salud de Russo. Y es que, por más que las consultas periodísticas son enviadas a las empresas fabricantes de repelente y a las autoridades nacionales y provinciales, las respuestas que llegan son pobres, de esas que recortan variables sin dar realmente con el meollo de la cuestión. Veamos algunas.
1. Ante la consulta por la posibilidad de importar producto de otros países, fuentes del Gobierno comunicaron algunos conceptos que no dejan de ser generalidades: que estamos transitando un pico de dengue y que como la demanda se incrementa en este momento del año, surgen cuellos de botella. Lejos de hablar de repelente, plantean la necesidad de enfocar los cuidados en la eliminación de los criaderos, aspecto que por supuesto tiene una importancia mayúscula, pero no resuelve "la cotidiana".
2. La empresa SC Johnson, que produce la marca Off, reenvía una y otra vez versiones similares del mismo “statement” corporativo, hace meses. Para decirlo sin eufemismos, explican de un modo proactivo que hacen lo que pueden, pero no dan abasto. Es una respuesta en piloto automático, al margen de que la pregunta concreta haya sido si, por ejemplo, hay alguna posibilidad de que importen el producto desde algún otro país.
3. Con distintos grados de delicadeza, en el entorno de las jurisdicciones metropolitanas se le echa la culpa a Nación, que no importa repelente de otros países. También se habla de la opción de abrir la importaciones, como se hizo con los alimentos de la canasta básica.
4. Hay voces del mundillo farmacéutico que hablan de los problemas para importar el componente "mágico" de algunos repelentes llamado DEET, que parece que falta en todas partes, pero no es fácil encontrar una voz solvente que de verdad sepa algo de esta cuestión.
Sí es claro que por más que provincias como Buenos Aires, Santa Fe y Formosa tienen laboratorios nacionales de repelente, la cosa no tracciona. O no logran escalar la producción o hay obstáculos bien a la Argentina, como la falta de aquello más elemental: envases.
El sentimiento que se deriva de todas estas conversaciones es que nadie parece estar a la altura de las circunstancias. Esa altura es la del vuelo del mosquito Aedes aegypti.
A contrapelo, hay quienes por estas horas apuntan de lleno a la bajeza comunicacional.
“Martincho”, arranca, irónico, el mensaje de Martín Menem dirigido a Martín Lousteau, en la ex red Twitter. Quien es abogado, montó una empresa de suplementos dietarios y arrancó su vida política hace muy poco, en 2021, continúa su no tan elaborado mensaje así (las mayúsculas están en el original):
“Como ECONOMISTA ya te hemos padecido cuando fuiste parte del KIRCHNERISMO. (La 125 y demás..). Ahora como 'sanitarista' claramente observamos el grado de improvisación que manejás en materia desconocida para vos. Asesorate mejor y consultá cómo funciona el dengue”.
Parece importante el final de ese posteo. ¿Tienen idea las autoridades de cómo funciona el dengue? O mejor, ¿tienen algún plan sobre cómo frenarlo?
En otro ejemplo de vuelo comunicacional mediano, el mensaje del Ministerio de Salud que no habla de repelente señala que “hoy estamos sufriendo las consecuencias de la falta de prevención que hubo el año pasado, donde no se hizo el trabajo correspondiente”.
Y, en alusión a la información sobre la vacuna contra el dengue, líneas abajo dedican un infaltable párrafo a criticar la labor periodística: “Desde el Gobierno nacional no se avalará que la política o los medios de comunicación sumen miedo y confusión”.
Cerrando esta larga tanda de fe
Para el Gobierno se produjo un “cuello de botella” en el mercado.
riados, ayer había adultos que verdaderamente tienen esos sentimientos. No tanto por lo que digan los medios sino de cara a ese “culito” de repelente que se ríe de ellos mismos desde el aparador.
Algunos barajan mandar a los chicos sin repelente a la escuela. O ellos mismos salir al trabajo sin cobertura en la piel. Todos con mangas largas y holgadas, haga frío o calor, una barrera mecánica paliativa, pero imperfecta.
El comunicado de Salud usa un pronombre que en gramática se llama “nosotros inclusivo”. Su sentido es ancho y valioso. Al que enuncia le permite interpelar a los demás al mismo tiempo se interpela a sí mismo. El imperativo no podría ser más adecuado: “No podemos repetir los errores del pasado”. ■