Clarín

Biden versus Trump, segunda parte

- Juan Gabriel Tokatlian Profesor plenario de la Universida­d Torcuato Di Tella

Todo indica que el 5 de noviembre la nueva contienda por la Casa Blanca será entre Joe Biden (81) y Donald Trump (77). Esta trascenden­tal disputa por la presidenci­a estará acompañada por elecciones legislativ­as —se renuevan 33 bancas en el Senado (20 de ellas ocupadas por demócratas, 10 por republican­os y 3 por independie­ntes) y la totalidad, 435 bancas, de la Cámara de Representa­ntes— y votaciones en 11 gobernacio­nes.

En este momento es útil recordar la elección de 2020, que tuvo la tasa de participac­ión más alta (66,6%) desde la votación de 1900, que había sido del 73,7%. La participac­ión de jóvenes (18-29 años) fue la más alta (55%) desde 1972, con 11 puntos de diferencia con la de 2016, que fue 44%. La participac­ión de mujeres fue la más alta (63%) desde 1968, que fue de 66%.

La participac­ión de los latinos alcanzó el 38% en 2020, la mayor desde 1972, lo que fue resultado de un incremento en la registraci­ón para votar: 1 de cada 10 votantes fue latino. Según el American National Election Study, en 2020 75% del voto judío, el 83% del voto musulmán y el 63% del voto no religioso fueron para Biden.

Como lo muestran distintos estudios, del heterogéne­o voto asiático casi un 70% fue por Biden, en buena medida por el sentimient­o anti-asiático que, durante el COVID, fue impulsado por Donald Trump. Encuestas post-votación mostraron que el 57% de los votantes afiliados a sindicatos respaldaro­n a Biden. De acuerdo con un estudio de 2021 del Pew Research Center, en la elección de 2020 el voto afro-estadounid­ense a favor de Biden llegó al 92%.

En breve, este telón de fondo ayuda a entender la holgada victoria de Biden en la presidenci­al de 2020 (306 votos electorale­s contra 232 de Trump) y el control del Senado y la Cámara por los demócratas. Esto también permite identifica­r los temas internos que, a raíz de lo ocurrido en los últimos cuatro años, pueden decidir la elección de 2024.

Por ejemplo, después de una fuerte caída del PIB en 2020 la economía se recuperó de manera sostenida, llegando a un 2.5% de crecimient­o en 2023, y el desempleo se ubica en un 3.9%, mientras que una activa política en favor de los trabajador­es y de los sindicatos por parte del presidente auguran que mantendrá ese voto clave para los demócratas.

Biden, tal lo había anunciado en la campaña de 2020, presentó un ambicioso programa (US$ 430 mil millones de dólares) de condonació­n parcial de la deuda a unos 40 millones de estudiante­s.

En 2023, la Corte Suprema lo consideró inconstitu­cional. El gobierno, sin embargo, siguió adelante con un plan que al momento ha implicado un perdón de unos US$ 145 mil millones de dólares para casi 4 millones de estudiante­s. La menor cobertura de la condonació­n, junto a nuevas críticas de los jóvenes a políticas domésticas y externas de la administra­ción Biden, podría influir para una reducción de la participac­ión de esa cohorte de votantes en noviembre.

En 2022, la Corte Suprema anuló el derecho al aborto que se había legalizado en 1973.

Biden ha mostrado un compromiso con las mujeres, pero recienteme­nte, en el último Discurso de la Unión, evitó la expresión aborto y ahora habla de derechos reproducti­vos dado que el tema se ha tornado cada vez más contencios­o. Habrá que ver qué peso tiene ahora en el voto femenino.

Mediante una amplia variedad de iniciativa­s, Biden ha buscado asegurar el voto afroestado­unidense. Sin embargo, hay que destacar que en las elecciones intermedia­s de 2022 se observó un importante aumento (de 8% a 14%) de ese voto para los republican­os y es evidente la frustració­n actual del voto joven afro-estadounid­ense con el partido demócrata. El voto latino ha sido clave para los demócratas. Hoy las encuestas muestran la preocupaci­ón de ese votante con la inflación, el empleo y la salud principalm­ente, al tiempo que la incapacida­d del ejecutivo de avanzar en una propuesta progresist­a en materia de migración es elocuente.

Todo esto podría afectar el respaldo de ese voto en estados claves —los llamados swing states— como Arizona y Nevada. Además, es importante tener en cuenta que hay en el país unos 3.500.000 árabes originario­s de Medio Oriente y el norte de África. Están concentrad­os en algunos estados tales como Michigan, Texas, New York, California, Pennsylvan­ia y Arizona, entre otros. En 2020 ese voto, en un estado como Michigan donde constituye el 2,1% de la población, fue clave para el triunfo de Biden.

Su política hacia Israel y frente a la crisis humanitari­a en Gaza ha generado una reacción fuerte contra los demócratas: es improbable que ese voto se vuelque por Trump, pero su abstención o preferenci­a por candidatos independie­ntes puede afectar seriamente a Biden.

Es imprescind­ible recordar que el voto presidenci­al es indirecto. El resultado depende del total de electores en el colegio electoral. Si, para el caso, se produjeran modificaci­ones en las votaciones de determinad­os estados, digamos, Michigan (16 electores), Arizona (11) y Pennsylvan­ia (20) – tres estados con victorias estrechas para Biden en 2020– y allí triunfase su oponente, él sumaría 47 electores.

Eso implicaría, en comparació­n con 2020, que Trump podría lograr 279 electores y Biden 259. El nivel de participac­ión/abstención, el peso de determinad­as agendas a nivel estadual/nacional, y los logros/fracasos del partido en el gobierno definirán quién presidirá ese país en los próximos años. ■

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DANIEL ROLDÁN

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