Clarín

Celeste Carballo, el tango y la felicidad por cantar la obra de Piazzolla

Hoy, en dos funciones, estará en Bebop junto al Quinteto Revolucion­ario. Habla de lo que viene y de cuando llevó a Peter Gabriel a una milonga.

- Marcelo Fernández Bitar mbitar@clarin.com

Aunque muchos no lo sepan, la música de Astor Piazzolla y el rock argentino siempre estuvieron cerca. Y no solo por la influencia en los comienzos del rock de sus canciones compuestas con Horacio Ferrer, sino también por uniones bien explícitas donde el maestro compartió festivales con Luis Alberto Spinetta, además de elogiar al rock de los años ‘70 por el valor de inventar algo nuevo.

Piazzolla también elogió varias veces a Charly García, que en la época de La Máquina de Hacer Pájaros incluyó guiños a su música, además del tema instrument­al Bicicleta, de Serú Girán.

A lo largo de tantas décadas de historia, varias figuras del rock argentino cantaron sus temas, por ejemplo Fabiana Cantilo con Balada para un loco y en la Experienci­a Piazzolla de 2018 junto a Hilda Lizarazu, Julia Zenko, Ligia Piro y Julieta Venegas, además de Celeste Carballo en 2008 en su disco en vivo Celos, donde hizo Preludio para el año 3001.

Y es justamente Celeste quien se unirá hoy con el quinteto más representa­tivo del sonido Piazzolla: el Quinteto Revolucion­ario, que es el conjunto oficial de la Fundación Astor Piazzolla. Serán dos funciones (a las 20 y 22.45) en Bebop Club, donde Celeste será la voz de las composicio­nes del inmortal Astor.

En pleno feriado de Viernes Santo, Celeste Carballo vino a Capital y se acercó a un café en pleno Villa Devoto, su barrio de infancia. Contó con entusiasmo que el día anterior había tenido un primer encuentro y ensayo con el Quinteto Revolucion­ario en su casa en Moreno. Y que todo había salido perfecto.

“Vinieron a mi estudio -dijo- a media mañana, con el solcito. Lo preparé como una sala de ensayo con cajas, micrófonos y todo sonando perfecto. Y yo venía estudiando hace como un mes, porque además hay dos temas que son nuevos para mí. Me habían dado la opción de elegir el repertorio y elegir dos temas. Alucinaron con Oblivion, en una versión europea que no es la que se canta acá, y Libertango en la versión de Grace Jones en inglés, que es buenísima y la saqué con la guitarra. Ya estamos hablando de grabarlas, porque el ensayo salió genial”.

-¿Tenías algún otro show o proyecto previsto para esta época?

-No. El año pasado tuve una cirugía bastante importante, un quiste ovárico grande como un pomelo. Eso medio que me paró y puse “stop”. Pero empecé a recibir llamados de muchos artistas, como Juanse para cantar en Obras y luego en el Cosquín Rock, y Los Caballeros de la Quema en el Gran Rex. Aprendí un montón de repertorio que no conocía. Está bueno eso. Me gusta.

-De la misma forma llegó esta invitación.

-Sí. Hace un mes me llegó una invitación por WhatsApp por parte de la Fundación Astor Piazzolla y por supuesto que dije que sí. Creo que fue a raíz de lo que hice en 2008 en el álbum Celos en plan tributo al tango, donde grabé Preludio para el año 3001. Y hace dos años un músico de electrónic­a llamado KoolTURE me pidió hacer un remix y le sugerí ese tema. Explotó, a la gente le encantó y anduvo circulando. Aparte, esta música en absoluto es ajena a mí. ¡Yo crecí cantando tangos! A los ocho años cantaba en el campo porque mi hermano mayor escuchaba tango y cantaba muy bien, aunque no era cantante profesiona­l.

-¿Cuántos años mayor?

-Como 20 años más grande. Re tanguero. Y mi hermana Dora tenía voz de cantora argentina, como se decía antes. Cuando nos encontrába­mos en la quinta de mi hermano se cantaba mucho y era un aprendizaj­e permanente. También se escuchaba mucho en la radio. Yo cantaba las canciones de Julio Sosa cuando vivía en el campo, a los 6-7 años. Andaba como una loca cantando a los gritos a caballo.

-¿A qué edad fuiste al campo?

-Nací a tres cuadras de acá, en pleno Villa Devoto, pero la gente tiene esa fantasía que le vendieron de la chica de campo. La historia es que yo tenía cuatro años cuando mi papá se jubila y va a saludar a su hermano, que toda la vida vivió en Coronel Pringles. Y justo se vende una chacra chiquita y nos fuimos allá a finales de los años ‘50, principios de los ‘60. Después veníamos acá todos los veranos, a la casa de mis hermanas, en Nueva York y Cuenca. Volvimos en el ‘67 y vivimos en un departamen­to en Havana y Gutenberg, justo enfrente de la estación de tren.

-O sea que estabas acá en la época de “Balada para un loco”, de Piazzolla.

-Cuando explotó Balada para un loco tenía 12 años y recién habíamos vuelto. Escuché el tema por la radio y al otro día fui a una disquería en la esquina de Lope de Vega y Pedro Varela. Como lado B estaba Chiquilín de Bachín, que se convirtió en mi caballito de batalla en todos los cumpleaños y los domingos en la quinta de mi hermano Eduardo. Después descubrí que Piazzolla era como un Hendrix del tango, que tocaba el bandoneón de pie y usaba camisas de colores. Daba recitales en el Teatro San Martín, adonde siempre me llevaba mi hermana Violeta. La cultura de la década del ‘70 para mí fue súper musical, no sólo a nivel rock nacional. Entonces es raro que ahora a los 67 años tenga que explicar por qué canto tangos.

-Simplement­e se dio ahora.

-Sí. Ahora se dan los tiempos. ¿Viste que la música es el arte de combinar los horarios? Bueno, también de combinar las fechas. Y ahora es el momento. Quedamos re alineados con el Quinteto Revolucion­ario, y más después del ensayo, porque descubrimo­s que muchos habíamos tocado con la misma gente, como el pianista Franco Poli, que tocaba con Rubén Juárez cuando me invitó a cantar en el Festival de Tango. No me olvido más de eso, porque fue muy emocionant­e escuchar a tu lado esa voz gruesa tan particular y con el bandoneón tocado por él. También me acordé cuando vino Peter Gabriel, cuando terminamos los tres conciertos, que fue una fiesta, estábamos felices, y dijo “Ahora dijo Celeste nos va a llevar de paseo. ¿Adónde vamos?”. Y les dije de ir a escuchar tango y fuimos al lugar de Rubén Juárez.

-¿Llevaste a Peter Gabriel a una tanguería?

-Sí. Aparte, le pregunté si conocía la música Piazzolla, y como dijo que no, le pedí al chofer de la combi que pare en Corrientes y le compré tres discos.

Durante los últimos meses, la cuenta oficial de Celeste Carballo en YouTube se comenzó a llenar de nuevo material, desde canciones hasta videos inéditos de la época en que hacía clips en VHS. Además, subió en Spotify una grabación en vivo de 1982 llamada Celeste en Jazz&Pop '82.

Celeste explica el por qué de tanta actividad de archivo: “Le pregunté a la gente de la distribuid­ora qué pasaba con YouTube, que no lo podíamos monetizar, y dijeron que me faltan horas de horas de vista. Así que armé un equipo con una amiga que maneja todos los formatos, agarré toda la librería de videos que tenía en mi casa y empezamos a ver material y subirlo”.

Y agrega: “La gente piensa que mi trabajo solo es estar en el escenario cantando, pero también tengo el sello discográfi­co y hago estas cosas”.

-También subiste a plataforma­s el show en el famoso Jazz&Pop.

-Sí. Lo increíble es que se trata de una grabación bien cruda, porque ni siquiera es de consola. Salió de un grabadorci­to que uno puso sobre la barra y grabó el recital. Pasaron 40 años, me lo mandó digitaliza­do y me pareció buenísimo. Generé una nueva categoría de marketing en la música, que es el “sonido documental” o “audio documental”. Es algo histórico, porque si lo escuchás con auriculare­s están hasta los autos que pasan por la calle Chacabuco.

-¿Ese show es de la época de tu actuación en el festival Pan Caliente?

-Sí. Fue cuando acá se empezó a armar un poco la bola. También tocaba mucho en La Plata, porque tenía un manager platense, el Pingüino. Toqué muchísimo con Los Redonditos de Ricota; iba a ensayar a la casa del Indio Solari, y la Negra Poli y Skay venían a mi departamen­to de Defensa y Chile a tomar mates o café a la noche. ■

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FERNANDO DE LA ORDEN Aquí, en Villa Devoto. El barrio donde creció y escuchó tangos.
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Quinteto. C. Zarate, J. Benitez Kitegroski, S. Prusak, S. Rivas y E. Falabella.

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