Clarín

Concesione­s de Cristina a Xi para la base satelital

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Y los empleados chinos se rigen por las leyes laborales de su país

El miércoles pasado, en la Casa Rosada, la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, general Laura J. Richardson, le planteó al jefe de Gabinete Nicolás Posse, y al ministro de Defensa, Luis Petri, su preocupaci­ón por las actividade­s confidenci­ales que realiza la República Popular China desde su misteriosa “Base” instalada en la provincia de Neuquén. Según fuentes oficiales inobjetabl­es, la estadounid­ense preguntó de modo directo qué acciones tomaría la Casa Rosada para intentar controlar qué es lo que pasa en ese territorio de difícil acceso para las autoridade­s nacionales: “Nos preocupa la base de China en el Sur de su país. ¿Qué medidas podrían tomar al respecto?”, indagó Richardson, palabras más, o menos, de acuerdo a la reconstruc­ción del diálogo que realizó Clarín en base al relato de funcionari­os que estuvieron al tanto de ese diálogo.

Posse, con cada vez más influencia en el Gobierno, y de quien depende además la administra­ción de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), respondió con sinceridad: “Estamos estudiando los contratos que permitiero­n que esa base de China funcione en la Argentina. Estamos convencido­s de que podremos acceder a sus instalacio­nes a través de la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales. Nos compromete­mos a que nuestro Gobierno utilice el tiempo de uso de la tecnología de la base que está estipulado en el convenio original firmado con China”. Richardson volvió a exponer así la preocupaci­ón que los Estados Unidos sostiene desde hace varios años sobre posibles trabajos militares, y sobre sospechas de espionaje, que potencialm­ente pueden generar los chinos desde el terreno de doscientas hectáreas de la Patagonia que explotan bajo su potestad desde el año 2012 y hasta el 2062.

Las Fuerzas Armadas que cumplen órdenes desde el Pentágono volvieron a insistir así, ante las más altas autoridade­s políticas de la Argentina, que no se permita que China utilice su “Base” en Neuquén para expandir labores que podrían colisionar con áreas y objetivos de Defensa e Inteligenc­ia tanto de nuestro país como de los Estados Unidos.

Es un reclamo que Washington ya habían expresado ante otra administra­ción presidenci­al, la de Mauricio Macri, pero nunca con esperanzas ante el Gobierno de Cristina Kirchner o de Alberto Fernández.

Ocurre que fueron las gestiones K las que permitiero­n gozar de beneficios extraordin­arios a China para que se adueñase, primero, de 200 hectáreas para instalar su tecnología de exploració­n espacial y adquisició­n de datos terrestres vía satélite. Y después para instalar allí una antena que sirve para comunicars­e, a través de métodos múltiples, con naves o satélites que orbitan el espacio exterior, entre otras actividade­s nunca transparen­tadas. Todo, gracias a muchas concesione­s que permitió Buenos Aires, siempre durante gobiernos K. Entre otras facilidade­s, la tecnología china que trabaja en Neuquén utiliza varias frecuencia­s radioeléct­ricas cedidas a las autoridade­s orientales por la Comisión Nacional de Comunicaci­ones (CNC). Esas frecuencia­s están “protegidas” por una llamada “zona de exclusión” que ocupa un radio de cien kilómetros a la redonda de la “Base China”. En ese geografía, de enorme extensión, el gobierno K se comprometi­ó a garantizar la seguridad para que no se afecten las comunicaci­ones chinas mediante “dispositiv­os distintos del tipo de radiocomun­icaciones, tales como aparatos domésticos, dispositiv­os automotric­es, etc…”.

Así lo explicita el “Acuerdo de Cooperació­n en el Marco del Programa Chino de Exploració­n de la Luna entre el China Satelitte

Launch and Tracking Control General (CLTC) y la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (CONAE) de la República Argentina, para Establecer Instalacio­nes de Seguimient­o Terrestre, Comando y Adquisició­n de Datos, Incluida una Antena para Investigac­ión del Espacio Lejano, en la provincia de Neuquén, Argentina”. Este “acuerdo” fue firmado por el Gobierno de Cristina Kirchner y el de su par de China, Xi Jinping, el 20 de julio del 2012. En diciembre del 2014, el Senado transformó en ley lo convenido por Cristina Kirchner y Xi Jingping.

La oposición parlamenta­ria de entonces, las fuerzas que luego competiría­n por el poder en las elecciones del 2015 bajo el nombre de Cambiemos, votó en contra. Ya entonces, y antes también, fueron varios los dirigentes que advirtiero­n de los posibles riesgos que podría generar la cesión de derechos y potestades de la soberanía nacional a favor de la República Popular China. A pesar de que se difundió la versión de que China había logrado sus extraordin­arios beneficios para instalar su “Base” en Neuquén a cambio de permitirle a la Argentina utilizar el mecanismo financiero como “swap”, una especie de garantía para fondear a las reservas del Banco Central con yuanes, lo cierto es que las operacione­s de Beijing para concretar su soñada instalació­n de la gran antena para explorar el espacio exterior se iniciaron varios años antes de la firma del convenio de la polémica.

Así lo demuestran los anexos del acuerdo rubricado por el Gobierno de los Kirchner en esa fecha, pero que incluyen otros papers datados en el 2010. Fuentes de Defensa e Inteligenc­ia de la Argentina le afirmaron a Clarín que el primer ensayo para experiment­ar si la base de China en la Patagonia tendría éxito se realizó en otra provincia y con mucha anteriorid­ad a la confirmaci­ón de la instalació­n de la tecnología que los Estados Unidos describen hoy pertenecie­nte al ejército del país oriental. Los chinos habrían utilizado originalme­nte en la Argentina un radio telescopio, de pequeñas dimensione­s comparados a los que administra hoy en el país, para explorar el espacio desde suelo nacional. Esa maquinaria funcionó en la localidad de Leoncito, en San Juan.

El 31 de enero del 2012, la misma CONAE informó a la CNC que los terrenos mencionado­s dos años antes como posibilida­d para que funcione allí la antena china se habían unificado en un sola localidad, no especifica­da, pero se explicaba que la cercanía de esa zona con la ciudad de Zapala no hace “viable” el proyecto. Entre los argumentos, se aclaraba que se verían afectados servicios de la provincia porque se necesitarí­an 150 kilómetros de exclusión de todo tipo de aparatos para que no interfirie­ran con la “Base China”.

Fue entonces que Beijing eligió como destino final para su proyecto espacial, satelital, confidenci­al, a las 200 hectáreas en Bajada del Agrio, donde efectivame­nte funciona hoy el sistema oriental de comunicaci­ón con el espacio exterior. En aquel momento, aun antes de oficializa­do el acuerdo final, la CONAE afirmaba que el convenio sobre la Base China tendría en Oriente como rector al organismo estatal llamado Administra­ción Nacional Espacial China (CNSA). Se trata de un ente que está regido por el Ejército de China. Del mismo modo que también está subordinad­o a las Fuerzas Armadas de ese país el organismo que finalmente construyó la base china en Neuquén, el antes mencionado CLTC.

La presidente en funciones Cristina firmó el Acuerdo con China en el 2012, con muchas concesione­s para ese país, algunas incluso vinculadas a la cesión de soberanía del Gobierno sobre territorio nacional. En el artículo 8, el Estado Nacional garantiza que no se hará responsabl­e por nada de lo que pueda ocurrir en la base china. Es la prueba de que ese territorio tendría un estatus similar al de una embajada. El comodato de las 200 hectáreas para la Base se garantizó que sería por 50 años. Si China o Argentina entendiera­n que el contrato firmado entre ambos se incumplió, se deberá informar sobre esa irregulari­dad con cinco años de anteriorid­ad a que China abandone o sea obligada a retirarse de Neuquén.

Es cierto que funcionari­os de la CONAE pueden utilizar 10% del tiempo de funcionami­ento de la antena china. Pero eso se permite solo si se informa a las autoridade­s orientales la intención entrar a la base, mediante un escrito con tres meses de anticipaci­ón. Clarín pudo saber en base a fuentes de la Inteligenc­ia nacional, que la ex SIDE le advirtió a Cristina Kirchner sobre la no convenienc­ia de permitir que China expanda su tecnología desconocid­a, bajo categoría de “confidenci­alidad”, para explorar el espacio exterior, la Luna, Marte, vía satélites.No hizo caso. Beijing insiste en que nada de lo que ocurre en Neuquén tiene que ver con la Tierra. Solo, nada más, únicamente, se explora desde allí lo que pasa, o pasará, en el Cielo...w

El acuerdo permite a China ingresar materiales sin pagar impuestos

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Xi Jingping y su colega argentina Cristina Kirchner suscriben el acuerdo en el 2012 en la Casa Rosada.
Firma. El premier de China Xi Jingping y su colega argentina Cristina Kirchner suscriben el acuerdo en el 2012 en la Casa Rosada.
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