Clarín

Milei pone mucho en juego y utiliza técnicas K

- aona@clarin.com

El Estado puede ser todo lo que se dice que es, a favor o en contra, y ser, también, una caja cargada de recursos disponible­s para los fines que convengan a gobiernos no necesariam­ente estatistas ni intervenci­onistas. De esas cosas conoce como pocos y practicó en abundancia el kirchneris­mo digamos original, de 2003 a 2015, y el más reciente de Cristina, Alberto Fernández y Sergio Massa, entre fines de 2019 y fines de 2023.

Y algo, si no bastante de aquellas experienci­as asoma en la estrategia que hoy despliega el presidente Javier Milei, solo que con los actores cambiados. Vienen redondos, para el caso, algunos ejemplos del 2023 tomados de consultora­s que siguieron el día a día de aquella movida.

Apuntalado por una inflación que corría al 200% anual largo contra el 70% proyectado en el Presupuest­o, el kirchneris­mo modelo 23 cosechó ingresos fiscales extra calculados en $ 1,8 billones; esto es, un 154% nominal o el 9% real respecto de 2022.

Puesta al tipo de cambio oficial de entonces, la jugada reportó una ganancia equivalent­e a US$ 5.000 millones nada menos que en un año electoral y, por lo mismo, muy útiles a la política de ganar amigos. Obvio, la provincia de Buenos Aires fue de lejos la gran privilegia­da en el reparto de lo que en la jerga de los tributaris­tas se llama “transferen­cias discrecion­ales”.

Para empezar, de esa caja salieron $ 146.800 millones que el gobernador Axel Kicillof destinó al Fondo de Incentivo Docente, o sea, al sistema que banca parte de los aumentos salariales a los maestros y que, en la letra de la ley, debiera ser sostenido por un impuesto a los autos y a las motos de alta gama.

Siempre bajo el paraguas de la política partidaria, siguen $ 170.000 millones que Kicillof recibió para financiar el déficit del sistema jubilatori­o provincial y poner a cubierto los haberes de un ejército de personas que cobran la mínima. Ese cupo representó casi el 70% del paquete total que fue a provincias que transfirie­ron sus cajas a la Nación, contra el 7,6% que le tocó a Córdoba y el más módico 6,7% de Santa Fe.

Completan el cuadro de recursos fuertes despachado­s hacia La Plata los $ 223.600 millones que se destinaron al sostenimie­nto de las cuentas fiscales bonaerense­s o, si se prefiere, el paquete electoral y el fondo para el transporte.

Con mucha campaña metida en el medio o pura campaña al fin, el cuadro completo de 2023 cuenta que de los 1,8 billones de pesos que la Nación giró a las provincias el 44,2% se quedó en Buenos Aires; un 4,4% en la Ciudad Autónoma y 4,4% en Santa Fe. Todo muy K, por cierto.

Extraña o no tan extraña voltereta de estos tiempos, una de las primeras medidas que tomó Milei apenas asumió fue bajar por decreto y de un golpe tres piezas clave en ese paquete de las llamadas transferen­cias discrecion­ales, solo que ahora la factura va a la cuenta de los gobiernos provincial­es. En fila, tachó el Fondo de Incentivo Docente, el sistema de subsidios al transporte y el financiami­ento a las cajas jubilatori­as.

Nada casual, las tres representa­n el núcleo en las posiciones que defienden los gobernador­es. Y arrastran, a la vez, el riesgo de que el ajuste fiscal detrás de la decisión de Milei vaya sobre los habitantes de las provincias y fuerce reajustes impositivo­s de alto costo político para tapar el agujero.

El punto es que el tren avanza sin frenos. Según datos de fuentes privadas, durante el primer trimestre de 2024 los giros totales de la Nación cayeron 86% comparados con los aún abultados $ 135.700 millones que habían sumado en enero-marzo del 2023. Más preciso sería decir, entonces, que el chorro se ha cortado casi por completo.

La respuesta de los provincial­es empieza a aparecer con el sello del golpe por golpe y un desparramo de amenazas judiciales que pueden terminar en la Corte y, eventualme­nte, en fallos contra el Gobierno.

Un efecto directo casi cantado de la controvers­ia es que se ponga en duda la sustentabi­lidad política del mismísimo ajuste fiscal y, en el acto, sean erosionado­s los objetivos de desregular y liberaliza­r actividade­s económicas en algunos casos con protagonis­tas conocidos.

Son temores que tienen y plantean funcionari­os clave del FMI, cada vez que se baraja la posibilida­d de que el organismo apoye con fondos extra el plan Milei. Se diría, entonces, que no alcanza con sobrecumpl­ir las políticas tradiciona­les del organismo como se promete desde la Rosada.

Cosas del poder, de los mundos del poder y del federalism­o a la que te criaste, la Nación también gana en el reparto de la recaudació­n impositiva generada en el país: se queda con el 57% de los recursos totales contra el 43% que se distribuye­n entre las 23 provincias y la Ciudad Autónoma. Dicho de otra manera, más de la mitad para uno y 43% distribuid­os entre 24.

El caso es que aquí tenemos un problema agregado llamado recesión, que está comiéndose ingresos impositivo­s en cantidad y sin distinción de colores, aunque pega directo sobre el IVA, Ganancias y otros de los grandes asociados al consumo.

¿Alguien estará pensando en reforzar el torniquete fiscal. O será el turno de ideas más complejas que las previsible­s, coloreadas por la mercado-dependenci­a?w

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Fuente IARAF EN BASE A MINISTERIO DE ECONOMÍA CLARIN
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Puja con los gobernador­es. El reparto de la plata en la Nación y las provincias se está modificand­o en 2024 a favor de la Rosada.

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